Capítulo I

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Curry, mi gato, se refregaba una y otra vez por mis piernas mientras yo terminaba de ordenar todo dentro de mi maleta. No quería que nada falte, en especial las medias bien peluditas y calientes para pasar las noches en Bariloche.

― Curry prometo que en un mes estoy acá para abrazarte y mimarte todo lo que quieras. ―

Me miró con sus grandes ojos amarillos, hizo un gesto que pareció de enfado y se retiró de la habitación.

― ¡No te vayas, maldito! ― Exclamé entre risas. Curry, siempre tan compresivo.

Llegó un WhatsApp a mi celular, "Suerte en el viaje linda. Te quiero mucho <3". Un mensaje de mi novio, Mariano, se encontraba en Tailandia por vacaciones. Ambos volveríamos a finales de agosto. No pude ir al viaje con él por temas de dinero, sin embargo, habían salido unas lindas vacaciones a Bariloche junto a mis dos hermanos. "Gracias, ¿cómo que me queres? Yo te amo bobito <3x2". 

Por último tomé mi lápiz labial favorito, rojo carmesí, amaba como me quedaba con mi cabello negro azabache y mi piel blanca papel.

Tras cuatro horas de vuelo el avión aterrizó sin inconvenientes, ya era tarde, por lo que estábamos cansados. Bajamos y fuimos a recoger nuestras maletas.

―Por ser la primera vez que viajé en avión no tuve nada de miedo, pensé que iba a cagarme en los pantalones. ― Dijo Christian, mi hermano, el menor con dieciocho años.

― Vi tu cara de alegría mientras llegaban las azafatas con alfajores, tu amor por la comida tapó todo miedo que podrías tenerle al avión. ― Contestó Sebastián, mi otro hermano, mayor por siete años a Christian.

―Más que su amor por la comida, fue su amor por las chicas lo que logró calmarlo. ― Dije mientras me alejaba con una sonrisa.

Luego de tener nuestro equipaje en mano nos tomamos un taxi hasta el hotel.

Al entrar al lugar, logré reconocer al que había sido mi profesor en la secundaria, David, era tres años mayor que yo. Uno de esos alumnos que se gradúan con honores y luego consiguen trabajo en la misma escuela. Recuerdo que estaba muy enamorada de él, pero era algo normal en todas las chicas del curso, nosotras con diecisiete y él veinte años. Ahora me parecía guapo, pero no pasaba de ahí.

Lo curioso es que se encontraba en la recepción del lugar, así que estaba obligada a saludarlo.

― ¿David? ― Dije en un tono de duda.

― ¿Josefina? ― Al escucharlo decir mi nombre me sonrojé un poco.

― ¿Cómo estás? Qué raro encontrarnos en un lugar así. ¿Estás como recepcionista? ― Pregunté tratando de olvidar todo lo que pensaba de él en la secundaria. Vamos Josefina, ya pasaron tres años, no puedes seguir embobándote cuando lo ves.

― Bien. Eh...sí, estoy de recepcionista para ayudar a mi tío porque se encuentra enfermo. Él es el dueño del hotel. La verdad que sí es raro que nos encontremos en un lugar tan lejos de la escuela. ―Dijo con una sonrisa― ¿Hicieron reservación? ―Clavó sus penetrantes ojos verdes en mí, esquivé su mirada automáticamente y señalé a mis hermanos nerviosa.

―Ellos son mis hermanos, Christian y Sebastián, hicieron reservación a nombre de Khaz.

Ambos lo saludaron amigables.

―Khaz...― Pensó en voz alta mientras buscaba en la computadora. ―Creo que se han equivocado de hotel o no han concretado la reserva porque nos los encuentro. ¿Están seguros que hicieron la reservación?

― Muy seguros, nuestra madre realizó la reserva al Hotel Cerro. ― Contestó Sebastián.

― No no no, este hotel es el Cerro Otto. ¿Muy parecido verdad? ― Me miró ―El Hotel Cerro se encuentra a solo dos cuadras de aquí. Deben seguir por esta misma calle dos cuadras y allí está. Supongo que el taxista se habrá equivocado. ― Me entristeció un poco ya que no iba a verlo a diario. Soy la peor. ―Puedo ayudarlos con las maletas si quieren. ― Siguió mirándome como esperando que lo apruebe.

― Estamos bien. ― Dije antes de que mis hermanos contenten. ―Nos vemos David. ― De alguna forma sentí que si no me iba explotaría de la vergüenza.

―Nos vemos Jo. ―

Salimos del hotel y mis hermanos comenzaron a mirarme atentamente mientras reían entre ellos.

― ¿Tenemos que avisarle a Mariano? ― Dijo Christian en tono burlón. ―Parece que te has enamorado o algo por el estilo, tu cara se prendió fuego en un momento. ―

― No sé de qué hablan. ― Traté de esquivar su burla.

― Obviamente te atrae, ¿de dónde lo conoces? ― Preguntó Sebastián.

― Era mi profesor. ―

― ¡Era! Ya no lo es, yo que vos intento avanzar si tanto te gusta. ―

― Cállate Christian, estoy con Mariano y lo amo con todo mi corazón. ― 

Me enfadó que no le importe de nada mi novio, después de todo lo conocían y pasaron mucho tiempo juntos. ―Además creo que tiene novia.

― Como si eso fuera un stop. ― Se rio.

― Deja de molestarla Christian. ― Gracias a mi hermano mayor, el único cuerdo de los tres.

― Son tan aburridos. ― Dijo decepcionado.

Amor de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora