Capítulo 23: Delicada

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Capítulo 23

Delicada

Desperté por una fuerte punzada en el pecho y los recuerdos de mis sueños comenzaron a invadirme la mente, los estragos de mi sueño me hacían regresar a aquel momento donde me encontraba sujetando fuertemente a Elizabeth pues algo la estaba arrastrando hacia la oscuridad, me gritaba que la ayudara, pero por más que la sujetaba, su agarre no era suficiente para poder protegerla y la impotencia de que la arrebataran de mi lado era desgarradora.

Intenté levantarme de la cama, pero mis brazos habían perdido su fuerza, sentí como el sudor había empapado mi cuerpo y como este ardía hasta casi sentir que me quemaba poco a poco. Después de un par de minutos de lucha contra mi propio cuerpo y mi imposibilidad de moverme, me reincorporé en la cama; sintiendo como mi cuerpo hormigueaba, los gritos de Elizabeth me taladraban la mente y no sabía qué demonios hacer. Alcancé mi celular y revisé la hora, eran las tres treinta y tres de la mañana. Sería una completa estupidez que llamara a mi hermosa castaña para confirmar que estuviera bien, no quería molestarla o interrumpir su sueño. Mientras me ponía de acuerdo con mi cuerpo y regulaba mi respiración, caminé hacia la ducha, necesitaba una con urgencia. Quité de un tirón la playera y la lancé al piso para poder que el agua me empapara y borrar de alguna manera aquellos estúpidos recuerdos que me estaban carcomiendo. Al cabo de varios minutos me decidí por salir de la ducha, pues me percaté que la temperatura del agua estaba por dejarme marcas en la piel, aparte del tono rojizo que ya había tomado pues el agua estaba casi hirviendo. Salí y me vestí para regresar a la cama, pero pasó más de una hora y no pude conciliar el sueño por más que lo intenté, leí varios capítulos de Inferno, pero al cerrar el libro me di cuenta que no registré nada de lo leído pues no podía dejar de preguntarme una y otra vez que demonios significaba aquel sueño y porque querían arrebatar a mi hermosa castaña de mi lado; me causaba un terrible dolor ver como la estaban dañando y no podía hacer nada, ni siquiera mi agarre funcionaba y eso me hacía sentir peor.

Harto de pelear con las colchas y almohadas, me levanté para ir por otro cambio de ropa y buscar algún suéter, si no podía conciliar el sueño, no desperdiciaría las pocas energías que había acumulado intentando dormir, así que decidí ir a correr pues hace tiempo que no lo hacía. Tomé los audífonos y mi celular, estaban por dar las seis de la mañana y al ver por la ventana me di cuenta que de nuevo el clima había bajado considerablemente pues pequeños cristales se habían marcado en el vidrio.

Salí de casa y me coloqué un gorro gris antes de comenzar a calentar pues ya quería trotar y sacudir un poco ese sentimiento de impotencia; estaba haciendo demasiado frio, pero ni eso funcionaba para enfriar un poco mi cabeza, solo quería saber qué demonios significaba ese sueño y porqué sentía que de alguna manera mi hermosa castaña estaba en peligro. Después de recorrer casi toda la avenida y llegar hasta los semáforos no podía más con mi alma, el frio cortaba mi cara y sentía que en cualquier momento mis pulmones colapsarían, pues no se me ocurrió por un momento utilizar guantes o regresar por ellos a casa y aún peor sabiendo que un simple suéter me protegería de la baja temperatura. Estaba demasiado lejos de casa, pero no lejos de aquellos pensamientos que me perseguían casi pisándome los talones. Al regresar a casa, sin un poco de energía me arrastré hasta la cama para caer completamente rendido, quince minutos serían suficientes para descansar, no pedía más. Solo pedía eso, quince minutos.

El sonido ahogado de mi celular me hizo regresar a la realidad, volteé a todos lados y solo pude pensar una cosa: Mierda, era tarde, muy muy tarde. Busqué aquel aparato infernal por todos lados y con movimientos tontos contesté la llamada que en la pantalla anunciaba que era Alex.

—Demonios, joder, si lo se —dije antes de que comenzara con su sermón—ni siquiera quiero saber qué hora es—comenté al incorporarme en la cama y analizar la situación—

Ella (Segundo libro de Cartas a quien un día amé ♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora