Su cuerpo está inerte en el suelo de la gran cueva. Los dos encapuchados se ríen de lo «débil» que fue el Kazekage y de cómo se dejó atrapar. La extracción finalizó minutos atrás, pero no he querido volver. Mi mente solloza al lado del pelirrojo que una vez me demostró cariño, aunque fuese de una manera extraña.
«Unos pies se posan en frente de mí y alzo la vista. Me encuentro con el pelirrojo que me quiso matar. Me levanto de golpe y cierro el libro. Después, retrocedo. Mi cuerpo tiembla al recordar lo que sucedió en el Bosque de la Muerte; pero me controlo al recordar el pasado de Gaara.
—¿Me temes? —pregunta.
Mis manos sudan y mi labio tiembla. Cierro los ojos, apartando el recuerdo del bosque. Cuando los abro, estoy calmada.
—No —respondo.
—Deberías.
La arena sale de su calabaza y se alza detrás de él.
—No me harás daño —le digo.
—¿Crees que tus palabras me cambiarán? —suelta y una aguja de arena se forma al lado de mi cabeza—. Fueron palabras estúpidas...
Guarda silencio y se acerca a mí. Después, deshace la aguja y la arena regresa a su recipiente.
—..., pero me hicieron algo —confiesa y me quedo atónita—. Dime, ¿qué es esto que siento? Es cálido —se acerca a mí, pero no retrocedo—, reconfortante y... me hace querer...
—¡______!
Escucho la voz de Naruto y me giro en esa dirección. Cuando ve con quién estoy, se pone en posición de pelea, listo para defenderme. Pero nadie hace nada cuando siento el cuerpo de Gaara rodearme. Sus brazos están a mi alrededor. Gaara me está abrazando. No dura mucho y, cuando se retira, me observa a los ojos. No dice nada, pero me transmite muchos sentimientos. Sin decir nada más, se aleja.»
Las ojeras bajos sus ojos permanecen a pesar del tiempo que ha pasado. Intento tocarlo con mi mano, pero el Akatsuki rubio se atraviesa y se sienta encima de él. Mis manos tiemblan y mis ojos se llenan de lágrimas. No soporto ver tal escena, la ira y la tristeza me consumen.
Pero abro los ojos y todo se detiene. Mi respiración está agitada y mis lágrimas no tardan en caer. Seco con brusquedad las gotas saladas que recorren mis mejillas y me hago un ovillo en el suelo, al lado de mi cama. En la puerta se escuchan unos golpes leves para después abrirse. En la entrada veo a Sasuke, que me mira de manera preocupada. Se acerca a mí y me ayuda a levantarme, a la vez que me pregunta sobre mi estado y la razón de mi posición. Ignoro sus preguntas y me limito a abrazarlo.
—Debo hacer algo —le susurro.
Él asiente con la cabeza y me sujeta con un poco más de fuerza.
—Solo vuelve —me pide.
Ahora, yo soy la que asiente con la cabeza.
Me separo de él y cierro los ojos, pensando en la escena que vi con anterioridad al usar mi Seisu y teletransportar mi mente en busca de Gaara. Detengo el tiempo justo al abrir los ojos. Los dos Akatsuki no se han dado cuenta de mi presencia. Me coloco entre ellos y vuelvo el tiempo a la normalidad. Antes de que puedan reaccionar, le doy un golpe al rubio —que se hace llamar Deidara—, mientras que pateo al alacrán —de nombre Sasori—.
—¡¿Qué demonios?! —exclama el rubio cuando recibe mi golpe.
—¿Tú, quién eres? —me pregunta Sasori.
—No permitiré que traten de esta manera a Gaara —digo con un tono de voz que asustaría a cualquiera, incluso a mí.
—¿Eres una kunoichi de la Arena? —cuestiona Deidara.
Sin esperar su consentimiento, me transporto al lado de Gaara y creo un clon de sombra, al que le mando que me cubra. Por mi parte, coloco la cabeza de Gaara en mi regazo. Mis intenciones no son intentar revivirlo, pues sé que llegué tarde; sino que son, siquiera, poder despedirme.
—Gaara —lo llamo en un susurro—... Sé que me escuchas, en donde quiera que estés. Solo quiero decirte que... también me haces querer abrazarte —sollozo.
Sin decir nada más, me acerco a su cuerpo y lo envuelvo en mis brazos, dándole un abrazo. La entrada se destroza y mi tiempo se termina. Miro una última vez a Gaara mientras el humo sigue en pie. Lo recuesto en el piso y pongo mi fe en las personas que aparecerán en la entrada cuando la vista se aclare: Naruto, Sakura, mi padre y una anciana llamada Chiyo. Cierro los ojos y desaparezco el clon. Al final, vuelvo a mi dormitorio en la guarida de Orochimaru. Una última lágrima se escapa de mi ojo izquierdo y la seco con brusquedad. «No cambies la historia», me repito por milésima vez desde que llegué a esta dimensión.
Salgo del dormitorio y cierro la puerta detrás de mí.
—Hace unos minutos, Sasuke también salió de tu dormitorio. —Doy un brinco por el susto. Me giro algo enojada hacia la persona que me habló y descubro que es Moitse—. Qué suerte que no estaba aquí.
—¿De qué hablas, Moitse? —inquiero, de manera fría.
—La última vez que Sasuke estuvo contigo, a solas, en tu habitación, se escucharon como animales agonizando.
El calor sube a mis mejillas y abro un poco los ojos. Cierro mis puños con fuerza, intentando controlar mi temperamento para no terminar destrozando su estúpida cara.
—No sé de qué hablas —digo bruscamente.
Camino hacia el otro lado, con dirección hacia la salida de la guarida con el objetivo de tomar un poco de aire fresco.
—Claro que sí. —Me detengo en seco, esperando más información—. Tú y Sasuke, haciéndolo...
Sin que diga nada más, me teletransporto hasta él, saco un kunai y se lo coloco en el cuello mientras lo tomo de su ropa y lo estrello contra la pared.
—Lo que haga o no con Sasuke, no es de tu incumbencia —escupo.
La puerta del dormitorio del mencionado se abre de par en par, dejando ver al azabache que descansa dentro; éste se posa al lado de nosotros, pero no le dirijo la mirada.
—¿Qué sucede, ______? —pregunta.
Estampo el cuerpo del castaño contra la pared y dejo que caiga; luego, miro a mi Uchiha.
—Nada.
Intento volver a emprender mi camino hacia la salida, pero nuevamente Moitse me detiene.
—Eres como tu amigo, el Kazekage...: débil y blando... Fácil de matar.
No utilizo mi Seisujikan, pero la ira es suficiente como para estampar mi puño en su rostro y hacer que caiga. Me coloco encima de él y comienzo a golpearlo con mis puños. Lo tomo del cuello y golpeo su cabeza contra el suelo. La marca de maldición se expande, dejando ver los peculiares espirales en mi piel. Cuando la sangre brota de su boca y nariz, unos brazos me rodean de la cintura y me alzan sin esfuerzo alguno. Me doy cuenta que es Sasuke.
—¡HIJO DE PUTA! —insulto a Moitse.
—Tranquila, gatita —balbucea y limpia su sangre, a la vez que intenta levantarse.
—¡TE VOY A MATAR!
—______, no —me ordena Sasuke.
Detengo mi forcejeo y lo miro, doblando un poco mi cuello. Sus profundos ojos oscuros me miran directamente, y la marca de maldición comienza a desaparecer.
—A Orochimaru no le gustaría que causaras problemas —me dice.
Dejo de mirarlo por varios segundos, dirigiendo mi vista hacia el suelo manchado de sangre. Después, miro hacia el castaño ensangrentado que apenas puede sostenerse.
—Te reto a una batalla justa, con Sasuke de juez; una batalla a muerte —finalizo.
En los labios de Moitse se forma una sonrisa arrogante, dando por hecho que alguno morirá ese día.
—Acepto.
—Terminaré contigo de un sólo movimiento —escupo y me suelto del agarre de Sasuke.
(...)
Cuando el juez Uchiha da la orden, uso mi Seisujikan y me transporto detrás del castaño; saco un kunai y lo coloco en su cuello.
—Te dije que terminaría esto en un solo movimiento —susurro en su oreja.
—Gracias —le escucho decir, casi inaudible.
Mi mano se mueve con velocidad y corta su cuello. Su sangre mancha mi rostro en gran cantidad. El cuerpo de un castaño cae al césped y mancha el intenso verde con un profundo rojo. Su vida se ha ido, y yo comienzo a perder mi humanidad.
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Ya se nos volvió sádica ______ :v
Iba a hacer una imagen de ella, pero decidí que mejor no, para dejarles a su imaginación su personaje :)
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