Blake & Blake

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Clarke había llegado a su casa a las 9 de la mañana tras desayunar con Murphy cerca de sus respectivas casas. Ambos vivían en Soho, él en un amplio loft en Brewer St y ella en un pequeño estudio de Gerrard St, justo encima de uno de los restaurantes asiáticos más antiguos de todo Chinatown. Era un barrio que siempre estaba animado, de turistas por el día y de fiesteros por la noche, muy conveniente para ambos con sus idas y venidas nocturnas que no despertaban la menor sospecha entre tanto jaleo. Además. Clarke tenía autentica obsesión por la comida china, con lo que mataba dos pájaros de un tiro.

Podía permitirse algo mucho mejor que ese diminuto estudio, pero ella siempre encontró que los lugares pequeños aportaban sensación de calidez. Así que un minúsculo salón de una sola ventana donde le había costado colocar el sofá para que no quedara a medio metro de la TV y el sitio justo para una mesa camilla pequeña, un dormitorio donde la cama de matrimonio solo dejaba sitio para abrir el armario y un pequeño baño con un plato de ducha enano y podías lavarte las manos desde el váter era todo su hogar. ¿La cocina? Un hornillo eléctrico y un microondas sobre un mostrador. Ella no cocinaba, lo veía una tontería viviendo en el barrio con más restaurantes de la ciudad, así que comida a domicilio y salir fuera. ¿Y lavar la ropa? A la lavandería de la esquina, que además tenía Wifi y podía seguir con sus cosas mientras esperaba la colada. Clarke era así: funcional. Sin pretensiones, vivir con lo justo. Porque cada libra que ganaba lo metía en una cuenta para su futuro.

Se pasó prácticamente todo el día durmiendo y cuando empezaron a aporrear su puerta cerca de la hora de la cena fue soltando todos los insultos que conocía desde la cama hasta la entrada. Soltó unos cuantos más cuando vio a Murphy ante su puerta y es que la confianza da asco.

-Joder Clarke, ¿Quién hubiera pensado que tu vocabulario era tan amplio?-entró Murphy para sentarse en el sofá-¿Qué es exactamente un "gaznápiro"?-

-Ni zorra idea. Lo leí en "Tintín"-

-¿No me ofreces un té?-

-¿Qué coño haces aquí John?-exclamó furiosa llenando la tetera de agua para colocarla sobre el hornillo-Me he pasado los últimos 15 días programando 12 horas cada día para crear ese malware y meterlo en el servidor del banco. Estoy muerta, joder!-

-Lo sé "piratilla mía". Sé que estás agotada pero lo que nos ha salido es demasiado jugoso como para rechazarlo. Al poco de entregar el pendrive a nuestros clientes recibí una llamada de lo más interesante-

-No me lo digas: Keira Knightley se ha hartado de que la acoses en las redes sociales y por fin te ha puesto una orden de alejamiento-bromeó Clarke sirviéndole el te-

-Ja, ja...me parto. No bonita, tenemos una cita con los Blake en una hora y media-

-¿Los Blake? ¿Los hermanos Kingpin?-preguntó ella con expresión de incredulidad-

-Yo no los llamaría así a la cara, igual no les hace gracia el mote. Pero si, Clarke, esos Blake, la auténtica mafia londinense. Así que yo te sugeriría que te fueras a darte una ducha porque esta noche subimos a primera división. Igual te puedes retirar a los 31-añadió con cachondeo al verla correr hacia el baño sin terminar su té-

Era lo que él siempre había esperado: trabajar para los grandes. Era lo que ella siempre había deseado: algo muy gordo que le permitiera llevar otra vida.

Se duchó a toda prisa dejando que el pelo se le secara al aire formando sus ondas naturales. Se puso unos vaqueros deshilachados y con las rodillas rajadas, sus "Doc Martens", un jersey de cuello alto de lana negra mullido y calentito y un gorro de lana también negro. Cuando salían cogió su trenca verde militar del perchero y se puso unos guantes cortados que sacó del bolsillo. Una bandolera colgaba a su costado con su portátil en el interior.

SubmundoWhere stories live. Discover now