Cuando tu vida necesita un cambio inesperado. (En Progreso)

Tiempos de oro.

La infancia siempre será la etapa más  importante de toda persona, nadie olvida su primera fractura, el primer castigo de sus padres, las tonterías que uno hacia de pequeño, son cosas que todos buscamos atesorar por mas tonto que haya sido lo que pasamos.

Bueno para mi no hay excepciones, yo siempre guardaba en una pequeña caja azul con verde todos los recuerdos que fueran posibles, y esto se debe a que un día me encontraba con Nathy jugando en el parque, corríamos, saltábamos e incluso dejábamos sucia nuestra ropa de tal forma que parecía que nunca la poníamos a lavar. Estábamos jugando a "las traes", para suerte mía yo la traía, iba detrás de ella corriendo, parecía que ambos eramos atletas de tanto que corríamos de un lado para el otro.

Era como si los problemas no fueran parte de nuestra vida, sentía como el viento rosaba en mi cara mientras tenia mi vista el Nathy, lograba ver como su sonrisa resplandecía con la luz del sol frente a su cara, como las gotas de sudor caían por su frente, pasando sus mejillas, pasando por su cuello llegando hasta su blusa de flores, cuando estaba a punto de poder poner mi mano en su espalda mi mamá nos detuvo, diciendo "Ya es tiempo que dejen de jugar y vaya a hacer sus tareas", cuando fue a decirnos eso al parque nos dirigimos hacía mi casa para hacer las tareas juntos en mi habitación, pero solo habíamos llegado a hacer más desastre, saltábamos de un lado para otro, sin importar que nos llamaran la atención, eramos solo ella y yo contra el mundo, nada nos paraba ni el más intenso huracán, tener todas esas mañanas en donde nos buscábamos el uno  al otro tirando pequeñas piedras a nuestras ventanas sin querer despertar a nuestros padres, todas aquellas tardes en las que corríamos hasta quedarnos sin aliento e íbamos por uno de los refrescos más helados que tuvieran en la tienda, esos si eran tiempos de oro, esperaba que jamás desaparecieran esos momentos, eran lo mejor, son lo mejor, serán lo mejor, me alegro de haberla conocido y que nuestra amistad era única para los dos, un mundo sin ti sería como las vacaciones de agosto sin ese sol de verano, un mundo sin ti sería como una navidad sin Santa Claus y sus regalos alegrando a los niños del mundo, un mundo sin ti para mi sería que no hubiera mundo.