Capítulo 33 Echándole Huevos

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La Chica de los Ojos Verdes sintió que el temor se apoderaba de ella de nuevo. No pudo evitar que los recuerdos de aquellos días que vivió encerrada, golpeada y torturada por aquella mujer volvieran a acudir a su mente. Recordaba la violencia, la rabia con la que la había golpeado tantas veces, los horribles insultos y las amenazas, su obsesión por Josh, que no conocía límites y la locura que la llevó a acabar con la vida del Chico de los Ojos Verdes.

Aquel tiempo entre rejas parecía haberle devuelto a Claudia Brisac el esplendor de su juventud. Ya no tenía esa delgadez patológica de cuando la conoció y su piel no se pegaba a sus huesos. El color pálido y mortecino de su piel se había convertido en un rosa pálido y cetrino. No llevaba apenas maquillaje más allá de una sombra oscura en los ojos y su vestido, como siempre negro, caía hasta debajo de sus rodillas. Tenía los labios fruncidos y una expresión terrible de odio en la mirada

El primer impulso de Nacho fue interponerse entre Andrea y Claudia, pero, para su sorpresa, la Chica de los Ojos Verdes lo agarró del brazo para impedírselo.

Andrea no habló. Se limitó a mirar a aquella mujer que había convertido su vida en un infierno. El Chico de los Ojos Azules, sin embargo, no se pudo contener.

- O te largas de aquí, o llamo a la policía.

Claudia entrecerró los ojos y lo miró con aquellos ojos marrones, tan fríos como la muerte.

- Yo te conozco. ¿No fuiste tú el que entró aquella noche en mi casa? Creo que me tiraste encima una mesa de madera, ¿me equivoco? Eso es muy mala educación.

- Tienes terminantemente prohibido acercarte a Andrea. O te vas ya o...

- ¿O qué? ¿Vas a llamar a la policía? – Lo provocó Claudia.

Nacho se contuvo para no lanzarse sobre ella, recordando que era una mujer, a pesar de que sabía muy bien lo peligrosa que podía llegar a ser.

Andrea seguía mirándola sin reaccionar. ¿Cómo era posible que Claudia Brisac tuviera la sangre fría de acercarse a ella? Y, sin embargo, allí estaba. Mejor que nunca y provocándola.

- He de reconocer que me decepcionas, Andrea. Te creía más honesta.

- Vete de aquí, Claudia.

- Eres muy repetitivo, chico – dijo ella. - ¿No ves que estamos hablando?

- Ella no está hablando contigo.

Claudia dejó de prestarle atención a Nacho y se dirigió directamente a Andrea.

- ¿Sabes? Pensaba que estarías mucho peor. Pensaba que no levantarías cabeza después de que el gran hombre de tu vida muriera, que estarías triste y que, hasta sete habría pasado por la cabeza la idea del suicidio. Pero veo que me equivocaba. Has aprovechado mucho el tiempo, Andrea Martín. Esto sólo confirma lo que yo ya sospechaba. No vales nada. No eras digna de él. Apenas lleva muerto un año y ya te estás besuqueando con otro y revolcándote con él en la casa que compartías con Josh. Das asco, Andrea. Deberías haber muerto tú, en su lugar. Tú deberías estar muerta y no Josh.

Escuchar el nombre del Chico de los Ojos Verdes en los labios de Claudia fue demasiado. Nacho no tuvo tiempo de detenerla y, antes de poder hacer nada por evitarlo, Andrea ya había echado a correr hacia Claudia.

- ¡Cállate! ¡No se te ocurra volver a mencionar su nombre!

Claudia torció los labios, esbozando una sonrisa horrible.

- ¿No quieres que hable de Josh? – Preguntó Claudia.

- ¡No vuelvas a repetir su nombre!

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