"El día de ayer, en parte fue muy confuso y no paro de pensar en aquella hermosa muchacha del almuerzo. Además no volví a verla en todo el día, espero, y confío en que Dios y el destino nos vuelvan a encontrar. Hoy por el contrario no hay tanta tranquilidad, tengo que ir al "San Javier" para pasar revista y presentar al nuevo"
Ya está saliendo el sol por el este, ver amanecer es asombroso, una de las mejores cosas de ser un marino, ahí con sus tonos anaranjados y rosados, que embaucan a cualquier persona que lo observa, y que romántico; lo que daría por estar con ella aquí y ahora...
Pero centrémonos en el presente y en el futuro, el pasado, pasado está. Ahora voy al camarote, tengo que ver que todo siga igual a como lo dejé anteayer, la parte delantera, la que da a la cubierta, sigue siendo tan mugrienta que siempre; la puerta, geométricamente en el centro, sigue chirriando como antes-abro la puerta-. o incluso un poco más. Entro al camarote y veo un gran espejo de cuerpo entero, con un reborde clásico, sin muchas florituras; veo también una mesa en el centro de la estancia, una mesa de cuatro patas de madera-huelo la mesa-, de madera de roble exactamente, y con algo de polvo, están sobre ella los mapas, artilugios de medida y la brújula que uso para orientar el barco, brújula que me regaló mi padre cuando apenas tenía trece años; y como no, una cama con buenas sábanas, pero aunque el colchón deja que desear, se puede dormir en él. Desde las ventanas que tengo en la habitación, en la zona de popa puedo ver toda el mar en su máximo esplendor y es maravilloso. Bueno, habiendo visto ya el camarote, puedo ir tranquilo a pasar revista y ver qué hacemos -salgo a popa y me encuentro a Vélez-:
-Muy buenas Vélez, que tal te encuentras.
-Muy bien capitán, con ganas de trabajar y de partir hacia nuevos horizontes.
-Tranquilo segundo, todo llega, no te quieras apresurar a los acontecimientos. De momento llama a los hombre a la cubierta, quiero hablarles.
Vélez se va corriendo a llamar a toda la tripulación y mientras, yo me quedo en cubierta observando los confines más remotos de este hermoso lugar llamado "El Nuevo Mundo", parece que ya están en cubierta casi todos los hombres, voy a ir empezando:
-Muchas gracias por subir marineros, después de este día de descanso, que espero que fuera productivo y entretenido, toca volver al trabajo y a la rutina, de momento, revisadme todos los cañones y armas de fuego que tengamos en el barco, y limpiad el barco, ¡Entero! No quiero una esquina sin fregar, ¿entendido?
-¡Sí mi capitán!
-Perfecto, y a cargar todo el mundo que no tenga nada designado esos recursos que el gobernador nos ha pagado, y por último, tened cuidado con el nuevo, se llama Francisco Maqueda Hernán, es una fiera en la lucha.
- ¡Sí mi capitán! ¡A sus órdenes mi capitán!
Los hombres están ya cada uno con sus quehaceres, todos haciendo algo, me encanta el trasiego que tienen de un lado a otro del barco. Los suministros de la tienda de ultramarinos ya están a bordo y se están distribuyendo para hacer más cosas, que bien los he educado.
Pero qué ven mis ojos, un soldado del gobernador está corriendo hacia aquí, hacia el puerto, hacia nuestro barco exactamente. Me pregunto qué demonios querrá:
-Capitán, soy el correo del gobernador, permiso para hablar.
-Hable soldado, ¡pardiez!
-El gobernador le transmite sus nuevas órdenes, sabe que es demasiado pronto como para mandarle a usted, pero es el único barco del puerto que no está en dique seco y sin tripulantes. El capitán le envía a Veracruz como comandante de la defensa, se cree que hay corsarios británicos en la zona y necesita de sus Infantes de Marina y sus conocimientos como estratega.
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Don Víctor Y El San Javier
AdventureEn esta novela podemos ver las vivencias del Capitán de navío Don Víctor Rabal a manos de su fiable fragata San Javier por la recién descubierta América