Capítulo 1

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UN AMOR EN PRIMAVERA Y UN ADIÓS EN INVIERNO

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UN AMOR EN PRIMAVERA Y UN ADIÓS EN INVIERNO

Fan-Fic por Ady de Brower

Capítulo 1

Candy White, fue abandonada tan solo siendo un bebé en las puertas de un pobre orfanato. Su infancia fue alegre, a pesar de no tener una familia, siempre consideró a la Srita. Ponny y la Hermana María, quienes estaban a cargo del orfanato, sus madres y a los demás chicos los consideraba sus hermanos.

La pequeña rubia pecosa de ojos verdes como esmeralda, nunca imaginó que su vida cambiaría drásticamente, que un día su mejor amiga Annie, cambiaría su condición de pobre huérfana por el resplandor de una rica familia adoptiva; con esto, Candy por primera vez experimento la tristeza, la soledad, derramó las primeras lágrimas de tantas que derramaría. En ese momento de dolor, conoció a un personaje de ensueño al cual llamaría "su Príncipe de la Colina", al parecer la esperanza y la suerte serían los aliados incondicionales de Candy.

Con gran valor y determinación la pequeña ha decidido abandonar su hogar, está dispuesta a recuperar a su gran amiga y dar con el Príncipe de sus sueños. El camino no sería fácil, tuvo la mala fortuna de conocer la maldad en la mirada de Elisa y Neal Leagan, estos crueles hermanos hicieron de Candy la presa ideal de sus villanías, la pequeña volvió a llorar, sentía que su entusiasmo la abandonaba, quiso regresar a su hogar de Ponny y nuevamente la esperanza la socorrió encontrando su paz en una tierna mirada, fue como caminar en un cielo inundado de alegría, un cielo donde no había maldad, solo reinaba la generosidad, el dueño de esa mirada es Anthony Brower.

Anthony, miembro de una familia rica y distinguida, se enamoró de aquella pequeña. Para este joven no tenían valor las posiciones sociales, los seres humanos a final de cuentas eran eso, seres humanos. El joven era la alegría de su querida Tía Abuela Elroy, quien se desvivía por su adorado nieto, aunque decía que quería a sus tres nietos por igual. Los otros dos eran Stear y Archie Cornwell, los padres de estos chicos decidieron que sus hijos debían educarse bajo la dura mano de la matriarca de los Andrew.

Los hermanos Cornwell querían y admiraban a su primo Anthony, veían en él al hermano mayor quien era guía de las múltiples travesuras que alegraban la vida de la matriarca. La madre de Anthony, había muerto hace años, cuando él era muy pequeñito, su padre se marchó lejos para olvidar dejando a su único hijo en manos de Elroy Andrew.

Stear y Archie al igual que Anthony, quedaron maravillados con la dulzura de Candy. Al conocer la triste historia de la pecosa, juraron que nunca ella habría de llorar y que solo le regalarían un mundo de alegrías, así que consiguieron liberar a la pequeña de las maldades de los Leagan convenciendo al patriarca de la familia, el honorable Tío Abuelo William, de que adoptara a Candy, el deseo fue concedido.

El juramento que le hicieron a Candy, Anthony no lo cumplió, porque sin desearlo le arranco la pena más grande que un ser humano puede experimentar, Candy veía como Anthony se debatía entre la vida y la muerte, la pequeña volvía a llorar, estas lágrimas le dolieron hondamente, no sufría porque tal vez perdería a un amigo, sufría porque estaba a punto de perder al chico que ya amaba y sentía que por su culpa él estaba así.

Primavera 1914, Lakewood.

-La primavera ha sido muy generosa este año, las rosas están más bellas que nunca - decía animosa Candy mientras empujaba una silla de ruedas.

-Así es pequeña, las rosas están más hermosas que nunca y pronto tendrás que irte... falta muy poco para que llegue ese día.

-No quiero irme... no quiero separarme de ti - dijo Candy al tiempo que su andar se detuvo.

Anthony tomo la mano que se había posado en su hombro, la hizo ir frente a él y esta como ya era su costumbre se arrodilló y coloco su cabeza en las piernas del joven, él acariciaba sus cabellos rubios y le dijo - Candy... tienes que convertirte en toda una dama, además esta primavera habremos de disfrutarla al máximo, te prometo que pondré todo de mi parte para ir a tu lado lo más pronto posible, te lo prometo.

-¿De verdad me lo prometes?... no quisiera irme sin ti, hace un mes llegaste de Nueva York, por mi culpa aquel día caíste del caballo... pensé que te perdería... y yo no quiero separarme de ti, no quiero - Candy lloraba sin consuelo.

Las manos de Anthony tomaron las lágrimas de su pequeña y la miraba embelesado, la amaba profundamente, ese amor le hizo luchar ferozmente contra la muerte, él deseaba con todo su corazón estar siempre con ella pero eso no sería posible, por el momento. Candy tendría que someterse a una dura educación, tenía que convertirse en toda una dama como lo exigía el protocolo Andrew. La matriarca de la familia había tomado la decisión de enviarla a Londres a estudiar en el Real Colegio San Pablo en compañía de los hermanos Cornwell, Anthony permanecería en Lakewood al lado de ella quien le cuidaría para su pronta recuperación.

El otoño pasado fue testigo de la presentación en sociedad de Candy, este evento fue acompañado de la tradicional cacería de zorro, Anthony en su intento de cazar al mejor, cayó sin remedio del caballo, la caída fue fatal, todos pensaron que Anthony había muerto. Los rezos de Candy hicieron el milagro, después de tres días de angustia por fin el joven despertó e inmediatamente fue trasladado a Chicago y posteriormente viajo a Nueva York. Su total recuperación llevaría tiempo, por lo pronto se tenía que valer de una silla de ruedas y con el tiempo él volvería a recuperar el movimiento de sus piernas.

Esa primavera fue la mejor etapa de la vida de Candy y Anthony, no se separaban ni un segundo, la alegría de ella era la luz de Anthony. El chico estaba seguro que un día viviría plenamente al lado de ella, se imaginaba a su ángel vestida de novia, él haría todo, absolutamente todo por hacer realidad su sueño. Candy imaginaba lo mismo, la mirada tierna del joven era su luz, por él estaba dispuesta a todo, hasta someterse a los deseos de la matriarca, le dolía separarse de Anthony, pero se aferraba a la promesa de él, nada ni nadie iba separarlos.

-Mira... la luna esta hermosa.

-¿Más hermosa que yo?

-Claro que no Candy... tú siempre serás la más hermosa para mí, te ves tan linda a tus dieciséis años, estoy seguro que en Londres tendrás muchos admiradores y que tal vez me cambies por un príncipe o un duque.

-Candy contestó muy molesta - Anthony no digas eso... yo solo tengo ojos para...

-¿Para quién?

La jovencita no pudo continuar, su corazón latía apresuradamente, su rostro se había sonrojado, ellos no se habían confesado su amor con palabras, solo sus miradas habían expresado sus sentimientos.

Anthony tomo el rostro de su pequeña con ternura, aunque él trataba de disimularlo, estaba muy nervioso.

-Candy... te amo - las manos de él sintieron la calidez de las lágrimas de ella - no llores por favor.

-Anthony... lloro porque mi corazón está muy emocionado, tiemblo porque deseaba que me lo dijeras, quería escucharte decir... TE AMO.

-Y tú... ¿tú me amas?

-Te amo, te amo Anthony y me duele que mañana tenga que irme, ya no estaré más a tu lado... pase la mejor primavera de mi vida y esta noche culmina con tu declaración.

-Por favor, no llores más, te prometí que haré todo para ir a tu lado y así será, no soportaré estar lejos de ti tanto tiempo.

-Nunca dejes de extrañarme, nunca dejes de amarme, por favor... nunca lo hagas.

-Nunca, nunca mi querida Candy... nunca.

Las promesas él las sello con un amoroso beso en la mejilla de ella.

De esta manera terminaba la primavera de 1914,una primavera llena de amor, una primavera que nunca volvería.

Un amor en primavera y un adiós en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora