Capítulo 10.

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"La única verdad es la realidad."

- ...Ayer me encontré con Ian -dijo Edith con la respiración entrecortada y sin pararse un segundo-, y cuando se iba, ¡Me guiñó un ojo! -aumentó la velocidad y dio un salto de alegría- ¿No te parece guapísimo?

Elizabeth no contestó.

- ¿Eli? -dejó de correr y puso los brazos en jarra- ¡Eli! ¡No me estabas escuchando!

- ¿Qué..? -jadeó cansada- ¡Si te estaba escuchando! 

- ¿Qué acabo de decir?

- Pues... -suspiró- vale, tal vez no te estaba escuchando...

La miró con aire de culpabilidad.

- ¿En qué pensabas? -preguntó Edith reanudando la marcha.

- En el examen de matemáticas.

Soltó una carcajada.

- Mejor dicho: ¿En quién pensabas?

Elizabeth hizo una mueca y miró los ojos azules de su amiga, solo para luego torcer la mirada. Para el poco tiempo que llevaban siendo amigas, Edith la conocía demasiado bien.

Volvió a mirarla. Había que ver el cariño que le había cogido a aquella simpática pelirroja.

- Solo... -suspiró- nada, olvídalo.

- ¿No tendrá nada que ver con un chico de ojos verdes, verdad? -soltó una carcajada.

Frenó en seco y la fulminó con la mirada.

- ¿Cómo...? Quiero decir, ¡NO! ¿Qué estás diciendo? 

- Te gusta -rió entre dientes.

- ¡Por supuesto que no! -frunció el ceño-. Vale, a veces me lo paso bien con él, ¿y qué? Sigue siendo un imbécil y un capullo.

- Y a ti te encanta que sea así.

- Tonterías -bramó-. Y date prisa si no quieres quedarte atrás.

Ambas cogieron carrerilla e hicieron un sprint hasta la puerta principal.

********

Después de comer, Saun y algunos del equipo de baloncesto se fueron a una de las salas de descanso, a jugar al billar.

- Esta noche espero verte en las gradas, tío -dijo Ian mientras golpeaba la bola blanca con el taco. 

- Allí estaré -respondió Saun.

- El primer partido de la temporada -dijo otro chico- ¡Vamos a ganar!

- Lo mejor son las animadoras -comentó otro, divertido.

- A mi no me van -puntualizó Ian-. ¿Sabéis la pelirroja que anda con la nueva? ¡Esa si que merece la pena!

- Deja de babear y atiende a lo que estamos -reprochó Saun.

Era su turno. Golpeó la última bola que le quedaba y a continuación metió la negra con facilidad. Victoria.

- ¡Oh, tío! -se quejó Ian.

Saun soltó una carcajada.

- He ganado, otra vez. Mis veinte pavos.

Ian se los entregó de mala gana.

- Bien, ¿Quién es el siguiente al que le apetece perder? -se rió.

- Yo -todos se giraron hacia la puerta al escuchar una voz femenina.

Elizabeth avanzó hasta el medio de la sala y se apoyó en el billar. 

- ¿Puedo jugar? -preguntó inocentemente dirigiéndose a Saun.

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