Vi la oportunidad perfecta cuando la clase acabó.
Moría por preguntarte y el destino me daba la perfecta oportunidad.
Tenía todo fríamente calculado, no te me escaparías, no había forma. Estiré mi temblorosa mano mientras me armaba de valor, quedaban tres minutos para el toque de campana y mis dedos rozaron tu ser.
...
No quería espantarte, de verdad, jamás pensé que te espantarías si agarrara la verde nalga en tu verde calzón.