Capítulo 36

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La espuma rosaba sus labios, el agua caliente se sentía como el mejor regalo después de muchas emociones descubiertas, y su mente continuaba siendo un mar en plena tormenta. Resopló sin contemplaciones y la espuma salpicó los azulejos blancos.

—Prefiero estar un día sin comer que esto... —murmuró Xiao Zhuang, hundido en la bañera, con un gracioso gorro de plástico lleno de estrellas que mantenía sus extensiones secas.

Desde que se había encontrado con Liao Han no podía dejar de darle vueltas a cada cosa que pasase por su cabeza. Y no era para menos. El magnate le había pedido que, poco a poco, sembrase en Sebastian la curiosidad sobre él mismo, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo. No era algo que se le diese bien, ya que casi siempre que coincidía con el de ojos claros algo se torcía. Sin embargo, era consciente de que cada vez su relación tenía mejorías, y debía de mantenerla así si quería que al final nadie saliese herido.

Las palabras de Liao Han lo habían calmado, era ahora su turno de poner sus cartas sobre la mesa. Este, además, había comprado dos entradas para un gran partido de baloncesto y se las había dado. Todo ello era con la idea de invitar a Sebastian, y no podía evitar sentirse nervioso. Pero también era más que suficiente el intentar retener las cosas más tiempo. Su mente estaba clara. Sus sentimientos también.

Se enderezó aclarando su cuerpo rápidamente, colocándose su albornoz azul y abandonando el baño. Se encontró a Braston panza arriba en su cama, sobre sus almohadas, durmiendo sin preocupaciones, gordo y feliz.

Resopló tomando su teléfono móvil con manos temblorosas, titubeando cuando desbloqueó la pantalla y vio de fondo la foto con las tiaras nupciales. Acarició con una sonrisa tonta el cristal, justamente en la zona donde estaba Sebastian con una sonrisa que no parecía nada forzada, rodeándolo por la cintura.

Buscó el número del susodicho entre sus contactos, adornado con corazones a los lados, y marcó.

Después de dejar a su chico en la mansión de los Yoon para un asunto importante y de alto secretismo, una llamada ciertamente extraña sacó a Liao Han de sus casillas. Se dirigió de manera rápida hasta el destino que su socio le había dicho, y cuando llegó se encontró algo un tanto fuera de lo común: Yoon Sebastian estaba en una peluquería, sentado en la silla con la capa púrpura puesta y con el pelo sin ningún rastro de su color natural.

—A veces me sorprendes —comentó Liao Han desde la puerta—. ¿A qué se debe esto ahora?

—Bueno, me cansé un poco de estar siempre igual —dijo, mirando su reflejo en el espejo mientras que su cabeza llena de aluminios dejaba ver las raíces rubias—. ¿No es bueno cambiar de vez en cuando? Además, creo que no hay que tenerle miedo a los cambios. A veces hacen falta —murmuró, más para él que para Liao Han.

No era normal lo que estaba haciendo, él estaba convencido de ello, y mucho menos el motivo detrás de su nueva imagen personal, pero, por una parte, quería parecer más cálido a los ojos de ella.

¿Era una estupidez? Sí, o así lo creía. Quizás era porque estaba seguro de que Xiao Nuan no sentía nada por él, más allá de la cierta amistad que parecía haberse creado en torno a ambos. Sin embargo, Yoon Sebastian también se sentía cada día un poco más extasiado. Sus sentimientos estaban cambiando a contrarreloj, o quizás no; quizás habían comenzado a cambiar desde el día cero y no se había percatado. No lo sabía con exactitud.

Lo que sí sabía es que de una manera sobrecogedora Xiao Nuan había conseguido hacerse un hueco pequeñito en su frío corazón y esto no dejaba de provocar suspenso. No se había imaginado nunca poder quererla algún día, y aún así empezaba a no descartar esa posibilidad por si el destino lo llevaba a ese punto del camino.

Double trouble ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora