Run Away With Me » j.b

08: Return to reality

La voz de Hails se escucha fuertemente a través del volumen alto de la música y el viento de la carretera. Estamos de regreso a la ciudad, después de unos maravillosos e intensos días. Llevamos las ventanas abiertas ya que hace un día precioso, tenemos la música alta, energía y una carretera vacía.

Esto es simplemente perfecto.

Tamborileo con mis dedos el sonido de la música sobre el volante del carro, canto a momentos, pero todo se trata de ella. De su desafinada y enérgica voz colándose a través de mis oídos, de sus gritos infantiles y de su sonora risa.

Cuando creo que ya se ha cansado y la estación de radio hace una pausa, la veo recostarse en el asiento y soltar un suspiro.

—¡Me cansé! —exclama a través de su irregular respiración

—¡No dejabas de cantar! —grito en respuesta— ¡pensé que tendría que darte oxigeno!

Se ríe. Suelta una carcajada tan fuerte que no evito reírme con ella. Mientras la radio sigue en comerciales, ella se relaja. La carretera sigue pasando y noto sus manos en mi cabello y cuello mientras conduzco. Aquello me relaja. Dios, no hay nada mejor que las manos de Hails sobre mí.

—¿Estás emocionado por el comienzo de la nueva gira?

—Sí—contesto ahora con normalidad, ya que hemos disminuido el volumen de la radio—estoy ansioso. Hace años que no viajo a Latinoamérica.

—No entenderás nada de lo que digan—se ríe—solamente sabes decir "Te amo con todo mi corazón"

Me imita. Santo Jesús, aquello le ha salido tan malditamente gracioso. Ambos nos reímos como unos verdaderos locos.

—Eso es cierto, pero tengo un traductor.

—Oh sí, lo siento señor, lo había olvidado.

Nos quedamos en silencio por un momento, tan solo disfrutando del viento que choca contra nuestros rostros y del paisaje que nos regala la naturaleza.

A pesar de que este es el fin de nuestro viaje, de nuestra aventura en la carretera, sé, no, más bien tengo la certeza de que no será el último y definitivamente, esta no será la única aventura loca e improvisada que realizaremos.

—Quiero ir a verte a un concierto.

Me sorprendo por sus palabras. La verdad es que Hails va poco a mis conciertos. Ha ido a dos de ellos en los ángeles y a uno en New York. Siempre dice que prefiere dejarle su puesto a otra persona, a una chica o chico que realmente lo aprecie, que haya luchado por ello, que lo desee. Y yo la entiendo, de verdad que sí. Pero amo, malditamente mucho, cuando ella está ahí, porque a pesar de que nadie sabe sobre nosotros, puedo cantarle las canciones mirándole fijamente.

—¿Sí? ¿Quieres ir al comienzo de la gira?

—Me encantaría. Extraño escucharte cantar en vivo.

—Me tienes a tu lado.

—No es lo mismo—reprocha—amo ver tu rostro cuando las fans cantan contigo, cuando no dejan palabra de tus canciones sin cantar, cuando gritan porque simplemente suspiras. Ellas te aman.

—Y yo las amo a ellas. Aunque haya sido una mierda la mayor parte del tiempo.

—Fue una etapa—me recuerda ella. Asiento, muy a mi pesar—Lo hemos hablado. Tenías que pasar por todo ello. Es parte de crecer.

—Lo sé. Pero eso no evita que me siga sintiendo mal por ello.

Inmediatamente Hails cambia de tema. Ella sabe perfectamente como me afecta recordar mis días oscuros y siempre que, por alguna razón esto sale a colación ella evita a toda costa alargar mucho la conversación.

Es entrada la madrugada cuando estaciono el auto en el estacionamiento subterráneo del edificio de Hails. Ambos estamos agotados y sudorosos. Nos bajamos del vehículo rápidamente, cogemos nuestras cosas y nos metemos al elevador rogando para que nadie más se suba camino a su apartamento.

Cuando al fin estamos en la comodidad del apartamento me permito respirar. Dejamos todo en la sala y solamente buscamos unas toallas y la ropa para dormir. Nos damos una ducha juntos y luego nos metemos en la cama. Inmediatamente mi cuerpo busca el de Hails y la abrazo cuando estamos cerca.

Sin darnos cuenta comenzamos a dormirnos. Dándonos cuenta de que hemos vuelvo a la realidad.

A nuestra realidad.