CAPÍTULO OCHO: NEGOCIACIONES.

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—¿Te gusta la acción? —me preguntó.

Enarqué una ceja con gesto de incredulidad.

El soltó una carcajada.

—No boba, no me refiero a lo que tu sucia mente piensa —hizo una pausa—. Aunque si gustas podemos intentarlo también...—me dijo con voz seductora.

—¿Eh? —me aturdí al mismo tiempo en que me sonrojé.

El me tomó del brazo y me encaminó hacia el pasillo principal.

—Me refiero a la acción en las películas, vamos al cine —me invitó.

Solté un suspiro pesado.

No se en que estaba pensando, este chico despertaba la peor parte de mi.

—¿Y bien? ¿Qué te parece nuestra cita hasta ahora?—me preguntó.

Seguí caminando y me desvíe hacia una tienda para mirar las zapatillas que se mostraban en el aparador.

—Bueno, ha sido un poco "intensa"—enfaticé la palabra.

Seguí observando hasta que mis ojos se toparon con un par de zapatillas de color negro con brillantes plateados.

Solté un suspiro de júbilo.

 Madison Wood Amaba los zapatos y esos no eran la excepción.

—Créeme que he tenido citas más intensas —murmuró.

Su comentario me sacó de mis pensamientos y me giré de inmediato para encararlo.

Se burló de mi como era de esperarse.

—Es broma—se excusó.

—Créeme que ya no se que pensar de ti...—le respondí mientras volvía a caminar hacia el cine.

El torció la comisura de sus labios y me siguió.

Tuve que mirar hacia otro lado para evitar lanzarme sobre él y besarlo.

*** ***

Para el día lunes me dirigía con suma flojera hasta la entrada del colegio cuando Ethan se encontró conmigo y se abalanzó para detenerme.
Puse los ojos en blanco y lo miré con desdén.

—Madi, cariño, ¿Por qué no me has llamado?, Pudimos ir al cine el fin de semana o ir por un café—me dijo con una sonrisa enorme en el rostro.

La precaución se despertó en mi.

Eso del cine podía ser una arma de doble filo, tal vez supo que salí con Luck y quería más información, o solo era mi imaginación jugando en mi contra.
De todos modos se iba a enterar, así que lo dejé pasar.
Sin embargo lo que no podía dejar pasar era el rencor.

—¡PERO SI TODOS USTEDES ME ABANDONARON!, SON UNOS TRAICIONEROS...

—Tranquila —me interrumpió con cautela.

Sabía perfectamente que no era bueno estar cerca de mi cuando me enfadaba

—Escucha, tenemos una excusa perfecta para esto, pero debes escuchar.

De inmediato me negué, no quería saber nada acerca de sus estúpidas excusas.
Me dí la vuelta dispuesta a irme cuando Ethan me acorraló contra la pared a una distancia considerable como para no recibir un golpe de mi parte.

—Qui-ta-te—le deletré intentando sonar amenazante.

—Por favor Madison, no me ignores solo a mi, seguro a Melisa si le hablaras, no es justo—hizo berrinche.

Solté una risa maliciosa.

—Debes pagarme...—le ofrecí mientras miraba mis uñas para darle un toque más dramático.

Ethan hizo un puchero y puso los ojos en blanco.

—¿Qué quieres? —me preguntó de mala gana.

—Zapatillas, eso es lo que quiero—dije con seguridad recordando las del centro comercial.

Ethan se quejó.

—Madison, ¿Recuerdas la última vez que me pediste zapatillas? —asentí recordando la ocasión—. Me hiciste dormir a las tres de la mañana porque salían a la venta a esa hora en internet, y por tu culpa reprobé mi examen de francés. Así que, no, pide algo más...

—Bien, no lo hagas —dije con dignidad.

—¿Segura? —preguntó esperanzado—. Si no lo hago, ¿Qué pasa?—me aclaré la garganta para enfatizar mi escena dramatica.

—Gritaré que te gusta Elena ahora mismo.

—No lo haces —me dijo con una sonrisa suplicante.

—¿Ah, no?—tomé aire suficiente como para gritar durante cinco minutos, pero Ethan puso su mano contra mi boca para hacerla callar y me abrazó haciendo ver la escena más casual para susurrarme en el oído.

—¿Segura que no quieres algo más?—me preguntó en voz baja.

—No —dije entre dientes.

—¿Qué tal una casa, un año gratis de cine, una menbresía al club de alemán?

—Tranquilo, estas zapatillas ya están disponibles en el centro comercial...—soltó un suspiro de alivio.

—Ahhh, Haberlo dicho antes... deseo cumplido Señorita—le sonreí—Eres Satanás....

—Pero me amas—afirmé.

—Eres mi mejor amiga, por supuesto que te amo—dijo dándome un beso en la mejilla.
Sin embargo se movió bruscamente cuando alguien lo había empujado de modo grosero.

Al levantar la mirada nos encontramos con un Luck Lasnier indiferente caminando sin mirar atrás.

—¿Qué le pasa a ese imbécil?, casi te lastimo por su culpa —se quejó.

No le respondí, solo seguí su camino hasta que lo perdí de vista, extrañada por su actitud.

El chico de los ojos cafés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora