Al día siguiente Lisa estaba acostada en el sofá. Su cabeza en el costado y sus pies en el regazo de Claude. Los ojos de Lisa ardían y aún tenía un nudo en la garganta. No sentía rencor. No sentía nada más que las ganas de ser dejada sola y en silencio. Miraba al vacío recordando las palabras de su padre y su triste mirada.
Fueron incontables las veces que Claude le pidió perdón y Lisa, con el fin de que dejara de hacerlo le hizo saber que no tenía que pedir perdón.
Todo estaba aclarado. Todo estaba expuesto. La cara de su padre lleno de decepción tratando de entender por qué su hija había hecho tales cosas.
¿Qué le podía responder Lisa? No había ninguna respuesta que fuese válida. ¿Decirle que porque así lo quiso? Pero si nunca quiso.
Al final simplemente la abrazó. Porque vio que no había tenido un gran día. La vio tan pequeña e indefensa. Congelada y con las mejillas enrojecidas, avergonzada y destrozada.
Ambas miraban al infinito.
—Solo le consolaba —aclaró Claude en un susurro, pero Lisa no le respondió. Ya no le importaba si era verdad o mentira. Al ver su silencio aclaró su garganta— sé que no debí decirle, lo sé... tú ya no escuchabas.
—Está bien... —susurró Lisa— Solo me alegro de que acabe...
—¿No te sientes mal por tener que mudarte? —tambaleó Claude insegura de preguntarle eso.
Lisa hizo un pequeño puchero que controló enseguida a una cara de póquer. Tragó saliva.
—No.
❅❅❅
Su madre estaba desconsolada.
Agarró otra pastilla y la tragó en seco.
Penélope había estado todo el viaje de vuelta sonriendo. Su pelo se había despeinado, sus mejillas estaban enrojecidas. Estaba disfrutando tanto ese sentimiento de felicidad repentina porque era lo que más anhelaba.
¿Esto había sido una casualidad? ¿O de repente había desaparecido ese miedo que tenía de todo?
Quizás por fin encontraba la fuerza de alguna parte.
Lo miraba y se cohibia. Sentía que ese día estaba más brillante de lo normal.
Pero al mirar la casa su sonrisa desapareció. Se dió cuenta que había que concretar esta historia y, por tanto, elegir qué camino llevar.
Mentir, y todos vivirían una farsa. O decir la verdad y arriesgar a romper una familia. De pronto su pecho empezó a moverse con ansiedad.
Robert la miró.
—Niña, tranquila. La dejaré y no sabrá nada.
La dejará y no sabrá nada. Parecía un plan utópico que difícilmente se podría llevar a cabo.
—Se preguntará por qué e igualmente tendremos que escondernos —Ella susurró.
—Siempre tendremos que escondernos, princesa.
Penélope tragó saliva y miró sus manos.
—¿La dejarás? —Dirigió su mirada hacia el.
—Iba a hacerlo de todas formas.
Entraron a la casa. Y como nunca, su madre estaba sentada en el sillón. Apretando sus manos con angustia y haciendo un leve balanceo. Ambos, Penélope y Robert se quedaron quietos. Él buscó su mirada y le aseguró que todo iría bien.
Aclaró la garganta. Inmediatamente después su madre exhaló nerviosamente y le miró.
Como si no supiera qué decir.
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Nymphet Club (Editando)
Short StoryCuando cinco chicas deciden formar un club para conquistar a hombres mayores nunca vieron venir los problemas que eso ocasionaría. ¿Cuál de ellos caerá ante sus encantos? ¿El profesor, el padrastro, el amigo de papá? Y lo más importante ¿Qué consecu...