12. Sorpresas

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Ya estaba en la calle. El cielo estaba oscuro. Apenas las farolas iluminaban las anchas calles de Londres.

No tenía a dónde ir, pero no podía volver a casa con Louis.

Cogí el móvil y busqué en la agenda. James. Llamar.

*Un toque, dos toques, tres, cuatro...*

Le costó coger el teléfono, pero lo consiguió.

-¿Sí? -dijo James costoso- ¿Cris? ¿Cristina? -se notaba su voz adormilada.

-Si James, soy yo... Siento haberte despertado pero es que... ¿Puedo contarte una cosa? Yo... -no aguanté las lágrimas, me puse a llorar en medio de la noche.

-¡Cristina! ¿Qué pasa?

-He tenido problemas con Louis. Me he escapado de su casa. Él no lo sabe. No tengo a dónde ir. No sé el camino de vuelta a casa -a través del teléfono oía ruidos- ¿James, estás ahí?

-Me estaba vistiendo. Dime dónde estás. Ahora mismo voy a buscarte.

Tras explicarle y aclararle dónde estaba, colgamos el teléfono. Suspiré y cerré mis manos en un puño. Tenía el corazón roto. Y lo peor de todo era que yo se lo había roto a Louis.

Pasó un rato hasta que un coche apareció por la calle. De pronto se escucharon unos pitidos, James había llegado. 

Frenó secamente y bajó deprisa ha abrazarme.

-Ven aquí pequeña -dijo en un susurro.

Estaba llorando en su hombro. Lo apretaba contra mí. Necesitaba su abrazo.

-Quiero irme de aquí James.

-Vamos, sube al coche -dijo separándose.

No le hice caso y le ayudé a meter mi maleta en su maletero.

Tras acabar, me subí en el asiento del copiloto.

Arrancó el coche.

-Lo siento James, te he despertado.

-Tranquila Cris. No podías estar ahí sola a estas horas de la noche sin saber a dónde ir. Me has despertado, pero no me molesta sabiendo que te estoy haciendo un favor -me dirigió una sonrisa de dos segundos y siguió mirando la carretera.

-Gracias James. ¿Me llevas a casa?

Paró a un lado de la carretera y me miró.

-Bueno, yo tenía pensado ir a mi casa y alojarte allí al menos esta noche. Pero si quieres ir a tu casa te llevo, no hay problema. 

-Si no te es molestia... prefiero estar contigo antes que con los enfados de mi madre -hice un intento de sonreír.

-No me molestas -dijo riéndose- por mí encantado de que te quedes.

-Gracias de nuevo.

James me dedicó otra sonrisa y volvió a seguir el camino hacia su casa.

Llegamos y me abrió la puerta.

-Estamos solos. Mis padres están los dos de viajes de negocios. Siempre igual.

Encendió la luz de la entrada. La casa era bastante bonita. Vi el salón, era grande y espacioso. La cocina estaba decorada con cuadros de frutas, verduras y algún animal de granja. Luego estaban las escaleras, que subían.

-Ven, acompáñame arriba.

Asentí y le seguí.

Cuando iba subiendo la mitad se dio la vuelta.

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-¿Te ayudo con eso? Te debe pesar un quintal -soltó una pequeña risa.

-No, no, gracias -sonreí débilmente.

Se paró en una puerta y la señaló.

-Vas a dormir aquí. Esta era la habitación de mi hermana, se independizó hace un año.

El cuarto era bastante bonito.

-Gracias por dejar que me quede, de verdad...

-Deja de darme las gracias Cris. Sabes que me importas y no te iba a dejar tirada. Mi habitación  está una puerta a la derecha de esta, es decir, compartimos pared -dijo dando ligeros toques a esta con el puño.

-Vale.

-Me voy a mi cuarto, si me necesitas ya sabes dónde estoy. Buenas noches Cristina -se acercó y me dio un beso en la mejilla.

-Buenas noches James -le sonreí.

Se fue y abrí mi mochila para encontrar mi pijama.

Me lo puse y me quedé agusto con el calor que aportaba. De pronto, como tenía que ser, me acordé de Louis, la ropa estaba impregnada de su olor.

Suspiré. Sinceramente el recuerdo de él me era agradable, aunque me apenaba.

Cogí mi móvil. Ninguna notificación, eso significaría que Louis estaría tranquilo durmiendo.

No quería que llegase mañana, no quería enfrentarme a la realidad, no quería que Louis sufriese más por mí. Tal vez hasta ni siquiera lo haga.

Apagué el móvil y me tumbé en la cama. No podía dormirme. A parte, estaba expulsada de clase, no tenía nada que hacer.

Pasó una media hora. Mi cuarto se abrió y sobresaltada miré.

-¿No puedes dormir? -preguntó James.

-No... Estoy triste.

-Siento lo que te ha pasado.

-Tú no has hecho nada, no lo sientas.

-Lo sé pero... -resopló- ¿quieres que duerma contigo?

Le miré algo sonrojada. No me hacía la idea de dormir con James, pero asentí, no quería estar sola.

Se metió en la cama conmigo y se acomodó.

-Mañana tendremos que madrugar, ¿eh? -dijo con un tono animoso.

-No tengo por qué madrugar. Me han expulsado unos días de clase -dije sin darle importancia.

-¿Qué? ¿Enserio? ¿Ha sido culpa de Louis?

-No no... no ha sido culpa suya.

De pronto bostecé.

-Bueno, pues mañana deberás quedarte aquí, yo tengo que ir a clase. Pero llegaré pronto -dijo acariciándome la mejilla- ahora debes dormir.

-De acuerdo. Buenas noches.

-Buenas noches.

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Me desperté. Estaba sola. Miré el reloj y eran las once de la mañana. Me estiré con pereza y divisé una nota de James en la que decía que llegaría pronto de las clases. Que descansase. Que me había dejado una llave de la casa en la entrada. Que no hiciera ninguna burrada y que me quiere. Sonreí y dejé la nota en la mesa.

Me froté los ojos y me quedé mirando la almohada. Echaba de menos mis momentos con Louis.

Cogí el móvil con miedo y lo encendí. Quería ver si Louis me había llamado o enviado algún mensaje.

THE WAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora