Dos ojos rojos en la oscuridad

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Dos ojos rojos en la oscuridad

Antes de que los rayos del sol salieran relativamente en ese infierno de oscuridad, Corsaddiu veía a Scorpius pasar por el gran portón de la sala del trono, el monarca miraba desde la ventana con las manos en la espalda. Había sentido el dolor y la muerte de miles de inocentes, pero también sintió fuertes Incendios de Esencias que le resultaron familiares.

El troll se mantuvo a un costado de la puerta, se arrodilló ante su rey y dijo:

-Mi Lord, Frizia ha caído, su ejército ha sido devastado por nuestros dragones.

Una sonrisa sádica se dibujó en el horrible rostro de Corsaddiu, caminó hacia Scorpius con un sonido retumbante tras sus pisadas.

-Así que...mi general ha triunfado y ha vuelto con la cabeza del Licántropo Alfa. ¿No es así?

Scorpius titubeó preocupado.

-Este...sobre eso...am...el príncipe portaba la misma armadura que todos y...no lo distinguí.

-No lo distinguiste...

-Bueno, pues...quemamos todo...y a todos...

-¿Seguro? ¿Y el dragón?

-N...No había tal dragón; je-je-je, t-t-t-tal vez nunca lo encontró.

Corsaddiu tomó a Scorpius de su ropa y lo levantó como si fuera un grano de arena.

-¡¿Y CÓMO...TE ATREVES...A VOLVER SIN ELLOS?!

-Pero...Pero no estaban.

-Era simple, Scorpius, sólo tomabas al chico y le arrancabas la cabeza, luego tomabas a su lagartija bebé y lo enviabas al infierno con su nuevo amigo.- Ladró Corsaddiu con ferocidad.

-Sabían que iría, debieron sacarlo del reino antes de mi llegada.

-¡¿Cómo?! ¡¿Quién se lo dijo?!

-Un...Un...Magma Escarlata.

Al oír esto Corsaddiu arrojó a Scorpius contra el suelo, dejando grietas y destrozando la cerámica. El monarca siguió gritando colerizado.

-¡Los Magma Escarlata son siervos de mi maestro!- Señaló a Scorpius con el dedo.

-Uno no, parece ser que hay un jinete de dragón en nuestra contra. Por un segundo lo vi pelear y parece ser un frizio.- Scorpius recordó al hombre de la capa negra en el barranco, pensó en sus garras ardientes cayendo sobre él con la elegancia de un lobo, había oído hablar de Ryudan Wolfrider y de su invencible técnica con las garras de batalla, lo habían descrito de una forma que si la escucharas temblarías y preferirías nunca tener problemas con él; ese golpe era similar al que aquel hombre había hecho frente a él, Scorpius lo pensó un segundo y dedujo que tendría alguna parentela con Ryudan, pensó en el soldado frizio que atacó en la frontera con Kalahar, todos los dados apuntaban a él.

Corsaddiu lanzó una punzante mirada y le dijo:

-¿No será el frizio que tenías de fisgón en el nido de los dragones?

Scorpius negó con la cabeza.

-Imposible, lo lancé al barranco, debería estar muerto.

Corsaddiu le enseñó los dientes.

-¡Estúpido! ¡Obviamente se las arregló para escapar!

-Pero...los dragones debieron comérselo.

-¡Patrañas!- Corsaddiu emanó un fulgor negro de su cuerpo y levantó en el aire a Scorpius, lo mantuvo flotando a dos metros del suelo mientras le decía con ferocidad: - Me decepcionas, Scorpius, te tenía una alta estima y no pudiste atrapar a un niñito. Eso me pone de muy mal humor y hace que me den ganas de matar a todas esas ratas inútiles que infestan mis dominios.

Idaina Sentoki; La Profecía del Lobo con Alas de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora