Mi todo (Scömìche)

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-Tú... ¿Sabes lo que me está haciendo haciendo actuar raro últimamente?

-Hmmm-negó un rubio mientras seguía comiendo su helado.

- Es por la persona que me gusta.

Otra vez el rubio llevó una cucharada de helado a su boca como si nada.

-Te daré una pista.

El blondo depositó sus azules orbes en su amigo, dejando de comer por un instante su helado.

-No es una chica.

(...)

Su mejor amigo era estúpido. Era rubio y estúpido.

Pero por algún motivo no podía evitar el sentirse tan bien estando cerca de él. La amistad entre ellos dos era sin duda especial, donde su amigo de cabellos claros -a diferencia de él, cuya cabeza no se reconocía entre las demás por ser de un color oscuro, completamente común- era un animal de fiesta. No es que a Mitch no le gustara divertirse estando rodeado de personas, pero él tenía que admitir que solo le basta con estar con una de ellas para ser feliz. Solo una persona. Un rubio. Un ojiazul de mirada tierna y rebelde. Un adonis.

Mitch se perdió entre la multitud, solo quería ir al baño y en el camino de regreso, sin más que decir, se perdió. No reconocía ningún rostro. ¿Dónde estaría Scott?

El pequeño y delgado muchacho trató de avanzar entre ese mar de gente que casi lo asfixiaba. Pronto lo vio, estaba ahí. Scott estaba apoyando su espalda en una columna, mirando a una chica de castaños cabellos y contextura delgada. La imagen entristeció un poco a Mitch.

¿Qué debería hacer? ¿Acercarse, quedarse ahí o irs--

Mitch abrió los ojos y dejó caer su mandíbula, quedó petrificado en medio de la música a alto volumen y la cantidad de personas que se movían enérgicamente. Estaba viendo como esa desconocida chica y su mejor amigo unían sus labios.

Definitivamente, Scott Hoying era estúpido.

(...)

Fue después de la clase de artes visuales, donde decidieron quedarse un poco más. Mitch no sabía cómo actuar ahora que había presenciado aquel beso.

-¿Te sucede algo? - Scott rompió el silencio- ¿Estás bien? Últimamente estás algo decaído.

-No me sucede nada, tranquilo... Estoy perfectamente bien.

-¿Seguro?

-Seguro.

-No te creo.

Y el silencio pesó sobre sus hombros otra vez, cada vez más...

-Mitch, ¿por qué no me miras a los ojos?-se puso de pie, había estado trabajando en su lienzo, pero decidió centrar su atención en su amigo- ¿Es acerca de... la persona que te gusta?

El pequeño se limitó a asentir con la cabeza.

-¿Te hizo algo? Solo tienes que decírmelo.

-N-No...-miró a sus pies con frustración.

-Hey-levantó la barbilla del pequeño con su dedo índice-, entonces mírame a los ojos.

Mitch obedeció, encontrándose con un azul tranquilizador. El café de los suyos se había encontrado con el azul que caracterizaba a su amigo.

El silencio no era para nada incómodo, se miraron a los ojos por casi un minuto, sin decir nada, para después ir bajando lentamente... hasta sus labios.

Mitch apreció los rosados y pequeños labios del rubio, recordando desgraciadamente la imagen mental de aquella chica besando a Scott en aquella fiesta. Mordió durante uno o dos segundos su labio inferior para desterrar por completo la sensación de frustración que le traía ese recuerdo. Ahora él estaba cerca de Scott, no esa chica.

Scott observó detalladamente los labios del moreno, grandes y de un color un poco menos rosa que los suyos propios, pero desde su punto de vista, eran los labios más perfectos que pudieran existir sobre la faz de la tierra. Cuando este los mordió durante unos segundos, despertó el deseo del más alto, queriendo probar aquellos labios... Hasta llenar todos sus sentidos.

Y eso pasó.

Se acercaron lentamente, sin saber por completo el qué estaba haciendo, dudando y temiendo lo desconocido, hasta que sus labios se encontraron, el calor del otro, el tacto del otro, todo... Absolutamente todo era perfecto y, al menos para Mitch, era tal y como lo había imaginado.

Se besaron, tratando de disfrutar cada instante. Se besaron, con los ojos cerrados y los corazones abiertos, aflorando miles de sensaciones que para ellos hasta ahora habían sido totalmente extrañas para ellos, sorprendiéndolos sobre el cómo habían logrado vivir tanto tiempo sin esas mismas sensaciones.

Cuando el beso llegó a su fin y tuvieron que separarse, Mitch se asustó, ¿qué haría si es que Scott ahora comenzara a odiarle? ¿Acaba de perder a su mejor amigo por un beso?

-Nunca había sentido nada-dijo Scott tratando de recuperar el aliento después de su beso- como esto. Nunca.

Juntaron sus frentes y Mitch no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios a la vez que un sonrojo se apoderara de sus mejillas.⁠⁠⁠⁠

(...)

Llevaban un tiempo acostados en la cama, uno al lado del otro. Mitch usaba uno de los brazos de Scott como almohada. Esta escena era completamente normal para ellos, solo disfrutaban de la compañía del otro, sin que el mundo se dedicara a juzgarlos.

-Sé que esto no va a funcionar...

Mitch solo cerró los ojos y trató de calmarse.

-¿Por qué dices eso?

-Porque es verdad- sentenció mirando seriamente a Mitch, para este último, los ojos del rubio nunca habían sido tan fríos.

Mitch no dijo una sola palabra, no hizo nada tampoco cuando Scott retiró su brazo -dejando que su cabeza quedara sobre la cama- y se levantó de la cama.

Aunque Mitch no reaccionó del todo, en su mente trató de imaginar su vida sin Scott. Y eso lo lastimó a tal punto que sintió un nudo formándose en su garganta. Prefirió mantener sus ojos cerrados, así le sería más fácil reprimir las lágrimas.

-Yo solo voy a...-Scott caminó un poco dentro de su propia habitación- Lastimarte.

Scott finalmente se sentó en el borde de la cama, aún sin mirar al moreno que seguí recostado en ella.

-Y luego vas a odiarme.

Mitch no podía soportar la idea de vivir sin Scott, y este acababa de decir que tal vez lo odiaría. Mitch nunca odiaría a Scott, nunca. Lo ama.

Por un momento, la imaginación de Mitch lo llevó a esa misma habitación, con la diferencia que Scott no estaba ahí. Gritara su nombre o buscara en cada parte de ese lugar, Scott no estaba. Mitch salía a las calles, completamente desesperado en busca del rubio, pero él... no estaba.

Definitivamente, Mitch no es capaz de aceptar la idea de no tener a ese rubio en su vida.

Scott vio su novio, quien yacía sobre la cama con un cuerpo tenso. Él se recostó otra vez en la cama y sus manos viajaron al rostro del moreno, calmándolo al instante.

Mitch abrió sus ojos, Scott supo al instante que tenían un brillo de tristeza y se acercó a él, hasta quedar a unos pocos centímetros de su cara.

-¿No puedo solo...-susurró el ojiazul- quedarme aquí así contigo para siempre? ¿No podemos?

Mitch sonrió. Sus ojos se encontraron otra vez, sus corazones latieron al unísono.

-Podemos.

Fue lo único que dijo antes de que sus labios fueran sellados con un beso. Uno suave que transmitía todos sus sentimientos por el otro.

Scott era el todo de Mitch.

Y Mitch era el todo de Scott.

Lovenix or Pentatonix?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora