Adrián, estando en la sala de armas, fue interrumpido en su entrenamiento por Danubia, quien le preguntó por la esencia interior de las criaturas de la Tierra. Adrián respondió: "Las primeras criaturas son los animales, peces y aves; que tienen espíritu, pero no tienen alma.
Las segundas criaturas son las humanas que tienen espíritu y alma. Y las terceras criaturas son las lágrimas de ángeles, almas encerradas en carne humana; y entre todas estas criaturas existen los híbridos".
Danubia sentía mucha curiosidad con la vida eterna, y preguntó por la religión que llevaría a las lágrimas encarnadas a las moradas celestiales. Adrián dijo: "Las religiones se inventaron para las criaturas de alma humana. Para las lágrimas encarnadas no existen las religiones, a pesar de que Aurora Celestial hizo una religión, tengo que encontrar mi propio camino al cielo, porque el infierno nos da la bienvenida a todas las criaturas; pero allí entre las llamas de fuego y azufre, las lágrimas angelicales se evaporarán, entonces sería como si nunca hubiésemos existido". Danubia entendió la razón de por qué Adrián no tenía el miedo de morir, sino el miedo de dejar de existir.
El barco danubiano entró al golfo de Tadjoura, las aguas estaban tranquilas. Danubia observaba con su telescopio una zona en donde desembarcar, ella quería ir a un desierto con las ciento veinte niñas a practicar la reforestación. El barco danubiano llegó a entrar a las tierras por medio de unas patas que salieron por debajo del barco, y así viajaron hasta llegar al desierto Danakil. Las temperaturas del lugar eran extremas, por lo que Danubia dio un brebaje a cada niña para que su cuerpo pudiera adaptarse. Adrián observaba el lugar desde la proa, y meditaba sobre el anillo Nagorf que trataba de poseer su corazón. Una niña se acercó a Adrián, y le preguntó por qué Litzy portaba un anillo Nagorf en el brazo. Adrián sonrió al escuchar la pregunta, y dijo: "Los anillos Nagorf tienen un poder que nos sirvió a cada uno por separado, aunque ahora estoy buscando la manera de librarnos de los anillos porque nos está robando la vida". La niña se quedó pensativa y se fue a buscar a Danubia, quien estaba preparada con las herramientas necesarias para sembrar las semillas de árboles. El barco danubiano se detuvo y las patas del barco se doblaron, los sirvientes de Danubia prepararon la zona para acampar, y las niñas contentas caminaban en el desierto alrededor del campamento.
Una caravana se dirigía hacia el campamento, por lo que Danubia preparó alimentos para los miembros de la caravana; las niñas ayudaron con la repartición de víveres, brindaron atención médica y ofrecieron agua en depósitos para su transporte. La caravana siguió su camino y las niñas estaban felices de haber ayudado a la caravana. Danubia explicó a las niñas las razones de su felicidad que sentían al ayudar a los demás en sus necesidades, y las preparó para comenzar a sembrar las semillas al día siguiente.
El campamento se estaba preparando para que algunos nativos se quedaran allí y al mismo tiempo serviría como refugio a las caravanas. Las niñas salieron del barco danubiano en la mañana, y llevaban consigo las semillas de arboles sagrados en las creencias de los nativos, para que éstos los cuidaran. Para sorpresa de una niña, que echó agua a una semilla después de haberla enterrado, fue que se formó rápidamente un árbol gigantesco; la niña asustada salió corriendo hacia otras niñas que vieron el árbol en el desierto. Danubia les pidió que se tranquilizaran, las semillas eran especiales y con un poco de agua podían formarse árboles gigantescos. Todo el día las niñas trabajaron en la reforestaron alrededor del campamento, hasta tener una muralla circular de árboles. Adrián guardaba silencio y admiraba la labor de las niñas en el desierto. En la parte externa de la muralla circular de árboles, se hizo concéntricamente otra muralla circular de árboles, entre las murallas se preparó una zona de pastos. Los días pasaron, y el campamento quedó preparado para que algunos nativos pudieran vivir allí; en el interior de la primera muralla circular de árboles, las niñas sembraron más semillas, por lo que se llenó de árboles, quedando un pequeño bosque.
El barco danubiano regresó al golfo de Tadjoura, las niñas durmieron todo un día y despertaron recordando el campamento de la reforestación como un sueño. Danubia entró a la sala de armas, y viendo a Adrián que estaba sudando, ella no resistió en acercársele; y le abrazó diciéndole al oído que la hiciera su mujer. Adrián inmediatamente la apartó de él, y le advirtió que sus actos podían provocar al espíritu del anillo Nagorf.
Danubia pidió perdón y derramó lágrimas azules. Adrián comprendiendo los sentimientos de Danubia, le dijo: "Aparta el amor de tu corazón". Danubia se sintió ofendida y enfurecida gritó: "¡No te conviene que seamos enemigos! Por lo menos entrégame una noche de tu cuerpo". El anillo Nagorf masculino se ramificó, hasta cubrir parte de los hombros y el otro brazo de Adrián, quien comenzó a vomitar sangre quemada. El espíritu del anillo salió, e inmediatamente dijo: "Mi nombre es Sofisma. Ahora, Adrián de Limbo, tu cuerpo me pertenece por tu infidelidad". Danubia se apresuró a levantar a Adrián, y al espíritu le dijo: "Es mi culpa, yo te he provocado, deja en paz a mi amigo". Adrián desapareció del lugar y fue llevado al mundo de los sueños.
Alejandra Alaven utilizó su fuente de aguas cristalinas para llamar a Kassandra, y ésta atendió rápidamente para hacerse presente en el mundo de los sueños. Alejandra le dijo: "Kassandra, encuentra a Adrián por mí y haz lo necesario para que él pueda regresar al barco danubiano". Kassandra sintió la aflicción de Alejandra, y ella caminó hacia el desierto del insomnio; un desierto de rocas que tiene un árbol gigantesco en su centro. Kassandra vio en una de las ramas del árbol una jaula de oro, ella se acercó despacio por temor al espíritu del anillo Nagorf; la jaula de oro cayó sobre las rocas, y ella corrió hasta llegar a la jaula que aprisionaba a Adrián, quien estaba con su cuerpo sin grasa y con los huesos casi palpables. Kassandra tomó la mano de su amigo, y le dijo: "Adrián, ¿qué puedo hacer por ti?". Adrián acomodó su cabeza para ver bien a quién estaba cerca de él, y dijo: "Mi bella Kassandra, mi amada y hermosa Kassandra. Has venido en cuerpo y alma a buscarme". Kassandra no tenía mucho tiempo para estar allí, y pidió a su amigo que le dijera qué podía hacer para liberarlo. Adrián dijo que la princesa Litzy debía evitar dormir durante setenta y dos horas, así él podría volver al barco danubiano. Kassandra se marchó hacia la fuente de Alejandra.
La princesa Litzy estaba en la sala de comidas y quería irse a dormir, pero una niña le dijo que debía esperar porque apenas había terminado de comer; después de un lapso de dos horas, Litzy se levantó de su silla para irse a su camarote, aunque prefería dormirse en el suelo debido a que su camarote estaba en la parte alta del casillaje (edificio en la cubierta del barco), por lo que subir muchas escaleras no era de su agrado. Danubia había prohibido que las niñas utilizaran el elevador del barco, para que ellas hicieran ejercicio. Litzy llegó a la puerta de su camarote, casi desmayándose del sueño intentaba abrir la puerta, hasta que una niña la alcanzó y le dijo: "Hoy es el día de la competencia, tienes que venir conmigo". Litzy se resistió a ir, pero el adormecimiento desapareció, cuando escuchó que la niña le dijo que su rival la estaba esperando para ganarle en natación.
Danubia recibió el mensaje de Alejandra, y entonces habló con Jennifer Flares para pedirle que mantuviera despierta a su hermana durante setenta y dos horas seguidas. Jennifer consideró la petición como un acto salvaje, por lo que exigió una explicación; cuando escuchó el nombre de Adrián, entonces no dudó en ayudar para compensar lo que éste había hecho por ella. Las otras niñas también colaboraron y Danubia preparó algunos brebajes para mantener a Litzy despierta el tiempo suficiente hasta que Adrián regresara. Litzy sufrió todo tipo de desventuras, durante las setenta y dos horas, hasta llegar al grado de enloquecerla; las niñas le echaban agua encima, la pellizcaban y todo tipo de cosas con tal de mantenerla despierta.
Cuando por fin faltaban poco segundos para dejar dormir a Litzy, todo el grupo de niñas estaba reunido en la piscina, y de repente apareció Adrián en el interior de la piscina. Danubia lo sacó del agua para que los sirvientes se lo llevaran a una habitación especial para atenderlo. Adrián estaba demacrado, con la piel pegada a los huesos aparentaba un cadáver muy descompuesto; las niñas se asustaron y Litzy cayó desmayada del sueño.