Capítulo 10: Un Árbol En El Desierto

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Adrián, estando en la sala de armas, fue interrumpido en su entrenamiento por Danubia, quien le preguntó por la esencia interior de las criaturas de la Tierra. Adrián respondió: "Las primeras criaturas son los animales, peces y aves; que tienen espíritu, pero no tienen alma.

Las segundas criaturas son las humanas que tienen espíritu y alma. Y las terceras criaturas son las lágrimas de ángeles, almas encerradas en carne humana; y entre todas estas criaturas existen los híbridos".

Danubia sentía mucha curiosidad con la vida eterna, y preguntó por la religión que llevaría a las lágrimas encarnadas a las moradas celestiales. Adrián dijo: "Las religiones se inventaron para las criaturas de alma humana. Para las lágrimas encarnadas no existen las religiones, a pesar de que Aurora Celestial hizo una religión, tengo que encontrar mi propio camino al cielo, porque el infierno nos da la bienvenida a todas las criaturas; pero allí entre las llamas de fuego y azufre, las lágrimas angelicales se evaporarán, entonces sería como si nunca hubiésemos existido". Danubia entendió la razón de por qué Adrián no tenía el miedo de morir, sino el miedo de dejar de existir.

El barco danubiano entró al golfo de Tadjoura, las aguas estaban tranquilas. Danubia observaba con su telescopio una zona en donde desembarcar, ella quería ir a un desierto con las ciento veinte niñas a practicar la reforestación. El barco danubiano llegó a entrar a las tierras por medio de unas patas que salieron por debajo del barco, y así viajaron hasta llegar al desierto Danakil. Las temperaturas del lugar eran extremas, por lo que Danubia dio un brebaje a cada niña para que su cuerpo pudiera adaptarse. Adrián observaba el lugar desde la proa, y meditaba sobre el anillo Nagorf que trataba de poseer su corazón. Una niña se acercó a Adrián, y le preguntó por qué Litzy portaba un anillo Nagorf en el brazo. Adrián sonrió al escuchar la pregunta, y dijo: "Los anillos Nagorf tienen un poder que nos sirvió a cada uno por separado, aunque ahora estoy buscando la manera de librarnos de los anillos porque nos está robando la vida". La niña se quedó pensativa y se fue a buscar a Danubia, quien estaba preparada con las herramientas necesarias para sembrar las semillas de árboles. El barco danubiano se detuvo y las patas del barco se doblaron, los sirvientes de Danubia prepararon la zona para acampar, y las niñas contentas caminaban en el desierto alrededor del campamento.

Una caravana se dirigía hacia el campamento, por lo que Danubia preparó alimentos para los miembros de la caravana; las niñas ayudaron con la repartición de víveres, brindaron atención médica y ofrecieron agua en depósitos para su transporte. La caravana siguió su camino y las niñas estaban felices de haber ayudado a la caravana. Danubia explicó a las niñas las razones de su felicidad que sentían al ayudar a los demás en sus necesidades, y las preparó para comenzar a sembrar las semillas al día siguiente.

El campamento se estaba preparando para que algunos nativos se quedaran allí y al mismo tiempo serviría como refugio a las caravanas. Las niñas salieron del barco danubiano en la mañana, y llevaban consigo las semillas de arboles sagrados en las creencias de los nativos, para que éstos los cuidaran. Para sorpresa de una niña, que echó agua a una semilla después de haberla enterrado, fue que se formó rápidamente un árbol gigantesco; la niña asustada salió corriendo hacia otras niñas que vieron el árbol en el desierto. Danubia les pidió que se tranquilizaran, las semillas eran especiales y con un poco de agua podían formarse árboles gigantescos. Todo el día las niñas trabajaron en la reforestaron alrededor del campamento, hasta tener una muralla circular de árboles. Adrián guardaba silencio y admiraba la labor de las niñas en el desierto. En la parte externa de la muralla circular de árboles, se hizo concéntricamente otra muralla circular de árboles, entre las murallas se preparó una zona de pastos. Los días pasaron, y el campamento quedó preparado para que algunos nativos pudieran vivir allí; en el interior de la primera muralla circular de árboles, las niñas sembraron más semillas, por lo que se llenó de árboles, quedando un pequeño bosque.

Beso InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora