Pero una vez más, tu recuerdo no me abandona y se convierte en mi sombra, que me susurra de vez en cuando en el transcurso del día.
Con el calor del sol no se puede disipar el frío que me dejaste clavado en mi espalda, como un estigma que indica mi lejana y agonizante muerte, que me seguirá hasta que el frío sea eterno.
-Victor Andrés-