Rompiendo Fronteras {j.b}

18. Molestarla hasta que se corra

"No permitiré que nadie te toque",

Hazel's POV:

—¿Vamos a hablar de ello?—Preguntó Justin detrás de mí y meneé la cabeza en silencio, sin atreverme a mirarlo a los ojos mientras apoyaba mi cabeza contra la ventana de su coche.

Lo oí suspirar. Me lamí el labio inferior mirando hacia abajo con la necesidad de llorar en mi cuerpo. Sentí que el coche se detenía, eso me hizo levantar la vista borrosa por las lágrimas.

Ya estábamos en la casa de mi hermano. Salí, desabrochando el  cinturón de seguridad y susurrandole un agradecimiento a Justin mientras abría la puerta deslizándome por el asiento del pasajero.
Cogí las llaves de la casa y caminé por el sendero cubierto de nieve en mis talones, sin hacer un esfuerzo para sostener el dobladillo de mi vestido cuando subí al porche.

Podía oír el sonido de la puerta de Justin abrirse y cerrarse. Intenté abrir la puerta tan rápido como pude, pero  no pude porque Justin estuvo a mi lado en segundos.

Ni siquiera me molesté en decirle que se fuera o que se detuviera porque no estaba de humor para hablarle de nuevo, ya que eso no me hubiera llevado a ninguna parte.

Caminé a través del vestíbulo y subí las escaleras, deseando no tener contacto con Justin. Aunque eso no iba a funcionar porque Justin era un hombre exigente cuando quería serlo... Caminé hacia mi habitación y él me siguió.

—Haze.—Oí a Justin suspirar detrás de mí y tragué dolorosamente finalmente llegando a mi habitación.

Abrí la puerta y la cerré detrás de mí rápidamente, bloqueándola. Oí el pequeño golpe de la mano de Justin, estaba suspirando de nuevo.

—No voy a irme hasta que hablemos.—Dijo desde detrás de la puerta y sacudí mi cabeza. Limpié mis lágrimas con mi mano.

Mi cerebro estaba lleno de pensamientos incómodos. Volví a inhalar aire cuando me quité las joyas, ignorando el murmullo de Justin.

Lo ignoré mientras me desnudaba, mi mente hacia su mayor esfuerzo para despejarse, pero no podía. Mierda, la cantidad de desgraciadas que hay en mi vida es simplemente...Increíble.

—Haze.—Oí a Justin decir otra vez y lo ignoré una vez más, deslizando mi vestido y poniéndolo en el sofá al final de la gran habitación en la que siempre había estado de pequeña.

Cerré las cortinas, caminando en ropa interior antes de coger una camiseta suelta y algunos pantalones cortos y ponérmelos. Me fui al cuarto de aseo de mi habitación.

Cogí una toallita y me limpié la cara. Quitándome la mierda de maquillaje. Tuve que coger otra porque una no fue bastante. ¿Por qué uso tanto maquillaje si en realidad no me gusta?  Rodé los ojos y seguí quitándome el maquillaje.

Me lavé la cara con agua antes de cepillarme los dientes y cepillarme el pelo. Intentaba distraerme con cosas inútiles como cepillarme el pelo, echarme crema o cualquier cosa pero nada funcionaba.

Dejé el cepillo en su lugar y me miré en el espejo. Por un momento me olvidaba de las marcas en mi cuello. Bufé y cogí más toallitas para limpiar el maquillaje que me había puesto para ocultarlas.

Me estremecí cuando presioné demasiado fuerte y suspiré sin molestarme en retirar el resto mientras volvía a tirar la toallita en la papelera.

Salí del aseo apagando la luz. Me hundí en la cama, ¿podía hundirme así en la vida real? Pensé.

En este estado de frustración lo único que quería era fresas con nata. Me levanté y abrí la puerta olvidándome de que Justin podía estar allí fuera.