Capítulo 18

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-Son treinta dólares- le informó el taxista a Nick.

Yo salí del trance en el que me había sumido nada más empezar nuestro trayecto hacia el aeropuerto. Me bajé del taxi y cogí las maletas mientras Nick le pagaba. Recorrimos el aeropuerto y, en poco tiempo, llegamos a la puerta de embarque, que tampoco tardamos en pasar ya que teníamos embarque prioritario.

El viaje fue rápido y, aunque salimos más tarde de lo previsto, llegamos en hora a nuestro destino. Allí ya nos esperaba el taxi que nos habían enviado nuestros padres a recogernos.

Fuimos directamente a casa de Isabel y Peter, ya que todo el mundo se encontraba allí. Nos sentamos los dos en los asientos de atrás, quedando el de en medio vacío. Me sentía muy incómoda. Quizás fuese lo mejor según yo misma, pero de momento no le había encontrado ningún beneficio. Estuve entada varias veces en hablarle, pero no sabía qué decirle, sobre todo cuando era yo la que le había convencido de estar así. No sabía ni lo que pretendía yo misma. Qué quería, ¿que se me declarara su amor delante de cientos de personas y que tuviéramos un final de película.

-¡Ann!

Me giré asustada y me di cuenta de que el coche estaba parado y que Nick me estaba mirando preocupado.

-¿Ehh?

-Hemos llegado.

-Ahh...

Yo seguía embobada y adormilada, medio sumida en mis pensamientos.

-¿Estás bien?

-Sí... Es sólo que estoy cansada.

Salimos del coche y Nick volvió a pagar. Recorrimos el camino de piedras que recorría el pequeño jardín delantero de la casa de mi amiga, hasta la puerta. Llamé al timbre y en medio segundo ya estaba abierta.

-¡Ann!¡Te he echado muchísimo de menos!- dijo mi amiga mientras me abrazaba.

-¡Yo también te he echado de menos, Izzy!

-Tus padres están en el salón.

-Vale, voy.

Me adentré en su casa, la cual me conocía como la palma de mi mano. Desde que nos hicimos amigas (más o menos con dos años) había pasado la misma cantidad de tiempo en mi casa que en la suya. En el hall giré a la izquierda y entré en el salón.

-¡Cariño!

Mi madre tardó una milésima de segundo en levantarse del sofá y abrazarme.

-Hola...

Mi padre se acercó y también me abrazó.

-¿Qué tal el viaje?

-Bien, pero estoy bastante cansada.

-Nosotros nos vamos a dormir a casa, pero tú si quieres te puedes quedar aquí con Isabel.

-Vale. Entonces voy a subir mis cosas arriba.

Subí al piso superior para dejar la maleta en la habitación de Izzy. Allí estaba ella con Peter y Nick.

-Ann, si quieres te puedes quedar a dormir...- me dijo ella.

-Ya... Me lo acaba de decir mi madre. Además, tenemos que hablar de cómo te encuentras...- dije mientras le señalaba con la mirada a los chicos sin que se diesen cuenta, para que supiera que nos esperaba una larga charla de chicas.

-Ahh... Si... Ya...

Me senté junto a ella en su cama, y hablamos con ellos durante un buen rato de cosas banales. Nick y yo nos manteníamos lo más alejado posible el uno del otro.

De repente llegó la pregunta que yo más temía, y que pensaba que a aquellas alturas ya no saldría.

-¿Y qué habéis hecho los dos allí durante estos días?

Le eché una mirada matadora a mi amiga, que lo pilló al momento. Pero antes de poder retirar la pregunta obde tener la oportunidad de poder arreglarlo, Nick le contestó:

-Vimos más la tele y aproveché para enseñarle a Ann los alrededores de la casa.

-Joder, ha ese paso vais a acabar con el culo gordísimo- dijo Peter muriéndose de la risa.

-Ja Ja Ja, que gracioso eres primo.

Así nos pasamos el resto del día. Hablando, riendo, discutiendo... Los padres de Nick se fueron a dormir a mi casa, porque consideraron que allí cabrían mejor que aquí. Nosotros lo agradecimos, ya que no nos hacía mucha gracia tener a unos adultos controlando todos nuestros movimientos.

Poco a poco, la tensión entre Nick y yo fue desapareciendo.

-Madre mía, me duele la cabeza de tanto reírme y me estoy hasta mareando- anunció Izzy poco después de cenar-. Voy a por algo para que se me pase.

-Voy contigo, que tengo sed.

Nick y yo nos quedamos solos en la habitación de mi amiga. Noté que él no apartaba su mirada de mí. Me hice la despistada un poco, pero después de tanto tiempo mirándome me empecé a mosquear.

-¿Por qué no me quitas el ojo de encima?

-Me gusta verte feliz. Intento disfrutar del poco tiempo que me queda de verla.

-No hagas eso.

Me giré y le miré. Él estaba de pie, apoyado en la cómoda que había al lado de la puerta. Sonreía, aunque sabía que estaba triste. Y en parte yo también lo estaba.

-¿El qué?

-Compadecerte.

-Disfruto.

-No, intentas que me sienta culpable.

-Para nada. Entiendo tu posición y la respeto.

Me levanté, me acerqué a él y le grité mientras le daba con el dedo índice en el pecho.

-¡No!

-¿No qué?

-¡No me hagas sentir así!

Me di la vuelta y me quedé dándole la espalda.

-¿Cómo?

-¡Mal!

-Cuando te hago sentir bien te enfadas y cuando te hago sentir mal también. No te entiendo.

-Es todo culpa tuya, por decirme que eres malo para mí.

-Podrías haber insistido, en vez de cerrarte en banda y no hablarme más que con monosílabos.

-¿Ahora la culpa es mía?

-Yo no estoy diciendo eso, pero...

Entonces oímos a Izzy y Peter subir por las escaleras y nos quedamos callados, fingiendo que no pasaba nada.

-Chicos, estoy muy cansada.

-¿Pretendes echarnos, prima?- dijo Nick sonriendo de esa forma que a mí me hacía temblar por dentro.

-Sí. Fuera. Buenas noches.

Poco más y les da una patada en el culo para que se marcharan. Cuando nos quedamos solas, se giró, me miró y supe que había llegado la hora de dar explicaciones a ciertas cosas que mi amiga no se había terminado de creer.

Sensual Summer (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora