-"Él"-
Luego de la espera nocturna, el alba de la mañana aterrizaba por fin en la ventana empañada de mi cuarto, se asomaba el 24 de marzo y sin siquiera proponérmelo se dibujaba una gran sonrisa en mi rostro que llenaba mi cuerpo con una alegría sosegada por mi personalidad seria. Planché la camisa y pantalón de mi uniforme, limpié cada rincón de mis zapatos para que quedaran lustrosos, peiné mi cabello por casi diez minutos e hice todo esto porque esperaba que ella se fije en mí.
Cuando me senté a desayunar todavía estaba colmado de alegría y a medida que la conversación con mi familia acerca de lo que íbamos a hacer ese día transcurría, todos notaron que cada palabra que decía estaba llena de júbilo e incluso David mencionó que había un brillo raro en mis ojos.
De camino al colegio, no pensaba ya en nada, ni siquiera en la causante de mi hilaridad; solo caminaba a paso veloz y sin preocupación alguna. Cuando al fin llegué al colegio y crucé la puerta de mi curso, levanté lentamente la cabeza esperando ver a Victoria y que ella me clavara los ojos, pero solo vi a mis compañeros [que por cierto no eran personas muy amigables, si he de ser sincero los detestaba cordialmente pese a que habían sido mis acompañantes por casi cuatro años]. Como era de esperarse, mi decepción en ese momento era tan grande como la alegría que tenía en la mañana...
Ese día recordé que no podemos estar seguros de un acontecimiento hasta que este en verdad ocurre; por ello no conviene mucho esforzarse por algo que deseas que pase, porque al final puede que no ocurra; lo mejor es vivir el momento.
Las clases pasaban y yo no dejaba de preguntarme la razón de su ausencia, ¿acaso tuvo un accidente?, ¿aún está triste por nuestra plática de ayer? Y muchas otras preguntas transitaban por mi mente... me mataban las ansias de saber cómo estaba; era la primera vez que me preocupaba por alguien que no fuera yo mismo y esa sensación me gustaba. Solo deseaba que suene el timbre de salida para ir a buscarla en su casa.
Las clases transcurrían y no podía concentrarme, con la mirada clavada en mi escritorio y los brazos enganchados en mi cabello solo me dedicaba a esperar, no escuchaba, no escribía y no existía en ese momento; de pronto algo me sacó de mi estado de meditación, una pregunta de mi maestro de literatura que por suerte supe responder con propiedad.
La espera al fin terminó, sonó el timbre que indicaba que culminaba la última hora de la jornada. Tomé mi mochila y presuroso me dirigí a la casa de Victoria, cuando llegué a su pórtico y acercaba mi mano para llamar a la puerta, mi mente me detuvo. Mi mano pausada permitía que mis pensamientos fluyan, ¿era correcto que Victoria sepa que me preocupo tanto por ella?, algo no andaba bien, no quería que notara mi naciente interés amoroso por ella; además, con que excusa llegaría a visitarla, ni siquiera podía decirle cual era la tarea porque yo mismo no la sabía. ¿Y qué tiene de malo que la visite para saber la razón de su inasistencia? Después de todo somos buenos amigos y debo actuar como tal...No, no, ¡no!... Bajé mi mano y di media vuelta, me marché... No sabía que pasaba conmigo.
Regresé a casa y me encerré en mi habitación a meditar la razón de mi accionar, no encontraba explicación alguna, en ese momento detestaba mi conducta. Toda la tarde y la noche pasé invadido por un sentimiento de culpa, melancolía y tristeza. Empezaba a conocer lo que significa convivir con la depresión, odio la capacidad que tenemos de centrarnos horas y horas en algo que nos preocupa quisiera poder despejar mi mente solo con darle esa orden.
Ya no podía cambiar lo acontecido, pero podría hacer algo para remediarlo mañana era lo que pensaba en ese momento. El 26 de marzo Victoria tampoco asistió a Clases, lo noté porque siempre llegaba temprano y al entrar al curso y no verla de inmediato salí corriendo fuera no solo del salón sino del colegio; no estaba dispuesto a soportar nuevamente el martirio de la espera. En el camino me despojé de toda cobardía y pensamiento para dirigirme a su casa. Cuando llegué al pórtico de manera premeditada llamé a su puerta, la respuesta fue un silencio que era como el rechinar de un vidrio para mis oídos, golpeé nuevamente, pero nadie respondía. Corrí a la casa de junto a preguntar por ella y al escuchar de labios del dueño de casa "Se mudó de casa" Algo desconectó mi mente de mi cuerpo, escuchaba el palpitar de mi corazón más lento y sentí como empezaban a sangrar mis ojos.
- Por favor ¡dígame a dónde se mudó¡
- Sé que se fue a Argentina a vivir con sus tíos.
- [No puede ser] y ¿hace cuánto se marchó?
- Ayer en la tarde salió hacia el aeropuerto, se despidió de mí porque acostumbrábamos a almorzar juntos, la voy a extrañar.
- No tiene algún número de celular o manera de contactarla.
- Lo lamento, se marchó de pronto, no dejó nada.
- No es posible... [si tan solo hubiera golpeado ayer la puerta de su casa por lo menos habría podido despedirme].
- ¿Acaso ocurre algo malo?
- No, es solo que me habría gustado decirle adiós [secaba las lágrimas de mis ojos].
Me despedí de aquel hombre, miré un momento el cerezo junto a su casa mientras lo acariciaba una brisa fría y empecé a caminar. En ese momento ya no existían dudas, tristemente estaba enamorado y ella estaba muy lejos.
No podía comunicarme con Victoria y cada día que pasaba su ausencia dolía más, pasaba todas las tardes junto al teléfono con la esperanza de que llamara, pero al ver que esto no ocurría pensé que no era tan importante como ella lo era para mí. Por las mañanas, corría hacia el buzón esperando una carta, pero al ver que no llegaba me invadía la miseria y ese era mi desayuno espiritual día tras día. Por las noches, trataba de recordar nuestras conversaciones al salir de clases, nuestras caminatas y todos nuestros momentos; como resultado, pavoroso el sueño se alejaba de mí y me arrebataba toda posibilidad de descanso.
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En ausencia de tu amor
Romance"Nuestro abrazo duro un par de minutos, pero juro que en ese momento éramos infinitos"