XXIII. Free bird

670 88 31
                                    

«Ven despacio hacia mi y dime todo aquello que deseas antes de que sea muy tarde...»

Shinya siempre admiró a Guren, él hombre que amaba era de rostro y cuerpo atractivo, pero más allá de eso, él era libertad.

Él era un ave libre, si alguien estaba de su lado importaba poco, aquel hombre que llegó tan lejos con su terquedad, determinación y personalidad arrolladora tenía por nombre Guren Ichinose.

El hombre que Shinya amaba era fiero como un tornado, sin embargo él se encontraba en el ojo de tal tormenta, donde reinaba la paz y la calma, oh, ¿cómo puede algo ser tan tranquilo, pero tan dañino a la vez?

Adicción. Él era su adicción.

«Oh, Guren, ¿me prestarás acaso tus alas para dejarme saborear tu libertad»

Shinya siempre estuvo cautivo, las reglas de los Hīragi lo tenían atado, y... ahora era su embelesamiento con Guren.

—Guren... —murmuró quedo el albino, estaban aún en una esquina alejada del gran y fastuoso salón de baile, sólo ellos bajo la luz tenue que por la ventana se colaba, la figura del Hīragi fusionándose con el marco contrario. Alisándose como una sombra difusa, el traje abrazo sus antebrazos que estirados estaban a unos centímetros de tocar la mejilla tostada de Guren.

—¿Qué quieres imbécil? —gruñó casi de inmediato el azabache, y, de repente las palabras murieron en la punta de su lengua, al ver la melancolía pintar el azul de los ojos contrarios, aunque más allá de eso, brillaba áureo la llama de la felicidad, ardiendo como su creciente romance, su garganta se secó, sintió la necesidad de humedecer sus labios.

Había sido abrumado por las emociones aplastantes que le dedicaba la mirada contraria. Shinya lo admiraba. Lo apreciaba. Lo... abrumaba.

—¿Estás bien?

Hubo una sonrisa, maldad juguetona restándole importancia.

—Claro que estoy bien —murmuró bajo el contrario, tan acorde al ambiente suave en que ahora estaba sumida la habitación—, sólo recuerdo algunas cosas...

—¿Qué clase de cosas?

—Cosas buenas, muy buenas.

—¿Ah, si? ¿cómo cuáles?

—Tú —Guren abrió los ojos por la repentina respuesta, pero sonrió de forma casi imperceptible.

—Sabía que te pondrías cursi, es como si expidierás romanticismo barato —murmuro el azabache con un deje de burla.

—Umm —tarareó tranquilamente el albino—, yo no diría nada si fuera tu Guren, ¿sabes? También eres muy gay —siseó de vuelta divertido. El azabache frunció el ceño, y, abrió y cerró la boca un par de veces en busca de palabras.

—No soy gay —atacó Guren, con tono ofendido aunque ya estaba acostumbrado a los juegos y falacias del contrario, era divertido discutir sin razón.

—Claro que lo eres —canturreó—, eres la cosita más gay que conozco.

Y contra todo pronóstico ambos rieron, suave y bajo, colándose con las luces bajas, las risas, la alegría y la calidez que exudaba el gran salón.

Porque aquella noche no sólo fue el final de la guerra, sino que fue el comienzo de una nueva historia.

Sus rostros se acercaron, sus alientos se mezclaron y finalmente se fundieron en la magia de un beso, aunque justamente cuando la cosa había comenzado a subir de tono Shinya se separó.

—Tengo un asuntillo que atender primero —murmuró, la respuesta fue un gruñido y un suspiro frustrado.

El Hīragi se levantó y dió una vuelta rápida antes de ir a atender su "asuntillo" que implicaba a cierto rubio y a Yūichirō, se dio una alabanza mental por el trabajo bien hecho.

Guren por otro lado estaba a punto de morir de desesperación, ¿qué tanto hacia esa escoria humana como para dejarlo esperando? Sin mencionar que su amiguito allá abajo estaba incómodo con la falta de movilidad que le dejaban los pantalones entallados de vestir negros, el teniente coronel tenía un erección que se estaba volviendo un poco dolorosa con tal falta de atención, más porque la tarea de Shinya parecía estar tomando más tiempo de lo necesario, así que estaba fastidiado, frustrado y adolorido, trató de levantarse y jadeo con el solo tacto de la costura contra su carne sensible.

Santo Dios, que maldito infierno estaba viviendo. Sin más opción volvió a sentarse casi de inmediato de nueva cuenta y respiró tratando de relajarse.

Finalmente vio al albino aparecer en su campo de visión, con una sonrisa satisfecha y un especial brillo jovial iluminando su rostro, se veía tan bonito que Guren casi, casi olvido porque estaba tan enfadado, aunque después vino el dolor que como costal de ladrillos le hicieron recordar.

—¿Se puede saber que carajos te tomó tanto tiempo? —bufó exasperado Guren, el contrario lo miró confundido y parpadeó un par de veces.

Entonces por obra del destino, Shinya decidió bajar la mirada y lo vio, el pantalón negro semiabierto del azabache, y su erección a punto de saltar. Río son saña y se sentó a un lado de Guren apuntando entre las piernas del mencionado.

—¿Esa era tu urgencia?

Guren desvío la mirada, aún enfadado, pero asintió con rencor, Shinya estuvo a punto de sentirse culpable, pero siendo sincero, el asunto de Yuu-chan merecía más atención.

—¿Cuál era tu "asuntillo"? —cuestionó ahora el Ichinose. Y Shinya casi le deja caer el baldazo de agua fría al contrario, ese que dice: "mira que tu hijo es un llorón que probablemente este a punto de gritar por encontrarse con el amigo que consideraba muerto"

Por eso se mordió el labio, negándose a revelar la naturaleza del "asuntillo", por lo que movió las manos en señal de poca importancia y murmuró un "nada en especial".

«¡¿Mika?!»

Claro, hasta que luego escucharon el horrible e inconfundible grito de Yūichirō proveniente de la pista de baile. Toda la habitación miraba hacia al dúo, Mika estaba sosteniendo al pelinegro por la cintura, y, este a su vez se aferraba de su cuello, a Shinya se le hizo adorable que Yuu-chan estuviera parado sobre las botas de Mika.

Aunque Guren no reparo en ninguno de esos detalles, sólo en que un desconocido había hecho gritar a Yūichirō y que este a su vez tenía las manos donde no debería. Oh, sí, Guren estaba muy enfadado.

—¿Quién carajos es ese? —cuestionó a Shinya quien sonrió con nervios a su dirección.

—Es Mikaela. Un viejo conocido de Yuu-chan, muy buenos amigos, en realidad, son casi hermanos, como tú y yo —Shinya casi se apuñala mentalmente por tal comparación.

—¿Te das cuenta de que tengo una erección por tu causa?

Shinya sonrió, pero besó a Guren sin previo aviso, literalmente sólo estampó su lengua contra el final de la garganta contraria. Sacar a Guren de ahí antes de que pusiera insoportable era lo más rentable, ¿no es así? Al final no harían nada que no quisieran.


































***

N/A: Este capítulo fue patrocinado por Free bird de Lynyrd Skynyrd.

Textos『Gureshin』Where stories live. Discover now