C A P Í T U L ❦ I X
—¡Andando, muchachos! ¡Recuerden permanecer con su compañero y traer identificación!
Amanecimos con un frío de esos que te hacen una bolita bajo las mantas gruesas. En San Francisco los veranos son largos, soleados y frescos, claro que a principios y finales de año el clima se mantiene diferente, pero la temperatura nunca es inferior a los 7°. Hoy está nublado, y hoy es el día que visitaremos el Parque del Golden Gate.
Ando con una vestimenta de lo más acogedora con botas, un gorro de lana y una bufanda blancos. El resto de mis compañeros están igual o más abrigados que yo.
—¿No disque Brown vendría con nosotros? —cuestiona Natalie mientras hacemos la fila para subir al autobús. Ella será mi compañera y le sorprende, tanto como a mí, ver a la profesora Berit en la puerta del vehículo verificando nuestras pertenencias.
—Recuerda que está en proceso de ausentarse. —Avanzamos poco a poco—. Berit debe estar cubriéndola.
—Probablemente —responde Nat detrás de mí.
Berit me sonríe con suavidad e intento ser igual de cortés, pero me sale una mueca torcida. Sé que ella es simpática y todo lo demás, pero desde que hablamos acerca del incidente se comporta muy amable conmigo. ¿Fue por proteger su empleo?
—¿Qué ha sido eso? —Natalie me guía a los últimos puestos del autobús.
—¿Remordimiento?
—A poco sí.
—Quién sabe. A lo mejor le atormenta la idea de haber ensuciado la mente de una estudiante. —Mentira. Prefiero ahorrarme el contexto.
—¿En serio? ¿Ensuciar tu mente? Creo que tu armario está más limpio que tu cabecita.
El comentario de Nat me arrebata una sonrisa burlona. Bueno, tiene razón.
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El viaje es ligero. Ni cuento los minutos. Mi prima se dedica a jugar Angry Bird en su teléfono. Por mi parte, me dedico a escuchar una lista reproducción de música pop.
—Bajen en orden. Ah, por favor, eviten cualquier desastre —ordena la profesora frente a todos.
—¿Podemos hacer eso? —Mi prima contiene una risa cuando escucha lo que susurro.
Natalie me cuenta de una discusión que tuvieron mis tíos, donde hablaron la posibilidad de mudarse a Florida después de la graduación. La idea me preocupa un poco. Nat es mi mejor amiga y me inquieta pensar que se irá al otro lado del país. Me dolería perderla por la distancia. Me provoca torturarla algunas veces, pero la quiero un chorro.
Le doy toda mi atención y demuestro mi descontento; sin embargo, el ruido de un motor desvía mis pensamientos. Es un hombre en motocicleta estacionándose cerca del autobús. Tengo que ser ciega o una imbécil para ignorar la familiaridad de los dos.
¿Y este de dónde salió?
—Mi mamá está en desacuerdo pero papá insiste. Mm, ¿Charlotte?
—¿Qué estará haciendo aquí?
—¿Quién? Espera, ese como que es tu papi profe. —Sí, Natalie también lo reconoció.
James se quita el casco. Escucho a mis espaldas que varias chicas aún no aprenden a disimular sus hormonas alborotadas. Ruedo los ojos. James luce muy sexy con esos pantalones grises ajustados. El suéter negro con cuello de tortuga no oculta sus músculos y su chaqueta de cuero pondría a imaginar a cualquier mujer.
—¿Cómo te comes a ese bombón? —Natalie me abraza desde atrás y me susurra en el oído.
James saluda a Berit y no mira ni a los lados. Es de esperarse que le importe un comino la existencia de las alumnas; incluyéndome.
Claro, ni que fuese especial para él. ¿Iba a creer que por unos deslices terminaría siendo yo el centro de su mundo? Qué ridiculez.
—Oh vaya. —Mi prima carraspea—. Está claro que vino por Berit.
Relajo mis músculos.
—Mejor entremos, Nat.
El museo del Parque del Golden Gate es grande, por ende, el recorrido inicia lo más temprano posible. Natalie va a mi lado y juntas bromeamos. Eso sí, con cuidado, para evitar que nos regañen por andar de escandalosas.
Llega un momento en donde el grupo se dispersa un poco. Natalie se acerca a examinar una pintura abstracta. La espero más atrás.
La curiosidad me carcome y decido echar un vistazo. Sí, James continúa con Berit, y evidentemente mantienen una conversación muy interesante.
—Me gusta esa pintura. —Mi prima regresa, encantada con la obra de arte.
—¿En serio le encuentras sentido? —Enarco una ceja—. Por eso prefiero la literatura. Eso sí lo puedo interpretar.
—Algún día te enseñaré a interpretar ese arte, pequeña Jedi —asegura Nat y me río—. Ya verás.
Seguimos nuestro pequeño tour. Natalie se dirige a ver algunas obras y me dedico a caminar sin rumbo, sin alejarme demasiado de ella. Aquí la más apasionada por los museos de las dos no soy yo.
Nat tiene esa percepción visual profunda que a mí me falta. En mi caso, soy más auditiva. Las vibraciones son como otros latidos en mi cuerpo. Todo a mi alrededor puedo convertirlo en una melodía, aunque se reproduzca solo en mi cabeza.
Mientras, a lo lejos, James anda riendo con Berit. Ajá. Qué bien por ellos, espero y aspiro no tener que presenciar otra escenita triple x.
La visita acaba antes de la hora del almuerzo. Regresamos al autobús en "orden", si es que a nuestro relajo se le puede llamar de ese modo. Por obligación, debo pasar por el lado de James, quien no se despega de Berit ni por un segundo; pero él ni reconoce mi existencia.
Ruedo los ojos y entro al bus. Obligo a Natalie a que ocupemos esta vez los dos primeros asientos de la fila derecha.
—¿Qué te picó, prima? —me pregunta extrañada.
—¿A mí? Nada —Me pongo cómoda—. Quiero llegar lo antes posible. Me duelen los pies. —Tampoco es una mentira.
—Ah, sí. Esas botas te lastiman. —Y Natalie lo sabe. Cada vez que me las pongo es la misma historia, pero son tan lindas las condenadas.
—Ser bella y verse bien es un sacrificio —replico, poniéndome los audífonos.
En eso que me recuesto, volteó hacia la ventana y cruzo miradas con James. Berit acaba de subir. Él está solo y sus ojos azules ahora me miran fijamente. El conductor enciende el motor y soy yo quien deja de mirarlo. Entonces enseño el dedo medio y lo pego a la ventana cuando el autobús va arrancando.
Qué tenga por hijo de puta.
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En el colegio, la cosa es igual. Abandonamos el autobús y entramos a buscar nuestras cosas, cada quien en sus respectivos casilleros. Mientras estoy en el mío, me deshago de la chamarra por un rato y la dejo dentro del casillero.