Como si no le quedara de otra que escucharlo, Cristóbal le hizo caso y se fue en la motocicleta CG 150 (de las que les gusta a los jóvenes para andar en caballito), con adornos que la hacían lucir buena. Al recorrer en ella una corta distancia de donde se encontraban, llegó a un sitio con muy poca gente. Al ellos encontrar asiento, se sentó con él. Al final, habló por fin Alexito:
—Loco, te tengo una vuelta y no maroma.
—Ajá, ¡dime rápido!
—Hey, al paso, al paso —le interrumpió Alexito.
Una muy corta e intrigante pausa se cernió en ambos, hasta que se esfumó cuando siguió Alexito hablando:
—Oye..., veo que tú 'ta a falta de «cualto» (dinero en República Dominicana). Te propongo una vaina «bacana» (buena, increíble).
Para los que no saben qué significa «vaina», en República Dominicana esto es «cosa». Aunque tiene más significados, pero, de presentarse un ejemplar, les explicaré. Disculpen el lenguaje que adaptan los muchachos de barrio, poco entendible para algunas personas.
—Loco, 'toy cansa'o de deci'te que no quiero mete'me en lío' de droga' —dijo Cristóbal—. ¿Tú no sabe' el «problemón» (problema grande) en el que yo e'tuviera metí'o si mami supiera que yo ando en esa vaina...?
—¡Cállate, cállate! —interrumpió lenta y enérgicamente Alexito—. Deja tu vaina y e'cúchame...
—Dale, dale... —le dijo Cristóbal con un tono un poco indiferente—, te e'cucho.
—Bueno: tengo un amigo que «jode» (en este caso quiere decir que está...) con cocaína y eso...
—Diablo —dijo en un susurro disgustado el amigo Cristóbal—...
—¡Que te calle'!
—Ok, ok...
—Bueno, como te iba diciendo... —se produjo una pequeña pausa; al parecer, era recordando lo que estaba diciendo.
—Ajá...
—Un pana ahí jode con droga', ¿veldá'? Entonces, él necesita un «asesol» (era «asesor», pero en Santo Domingo hablan así) te'nológico para... teléfonos que no pueda dete'tal (detectar) la poli, computadora'..., vaina' así.
—Ah..., entonces, ¿quieres que lo ayude en eso?
—Le di'te al clavo, manín —dijo Alexito dando una fuerte palmada en su muslo con aires de satisfacción—. Eso mi'mo.
—Mmm..., ¿y entonce'?
—¡Ah...! Ahí tú te va' a gana' uno' cualto' sabroso'...
—Sí, yo sé que hay dinero ahí. Lo que me da miedo e' cae' preso por eso.
—Tranquilo, que tú va' a trabaja' en secreto. No le pare' a na' (quiso decir que no se preocupara).
Otra pausa muy breve envolvió el momento, mientras Cristóbal pensaba qué respuesta sería la correcta. Él sabía que necesitaba tiempo para «ponerlo claro», así que se le ocurrió decir luego de un suspiro:
—Déjame pensa'lo...
—¿El qué? No, loco, no..., no te puedo da' má' tiempo ya...
—¡¿Cómo que no?! ¡Po' no hago na', entonce'...!
—¡No, no, no te vaya', manito! —se apresuró en exclamar Alexito, algo agobiado según se le notaba—. 'Ta bien: te daré tiempo... mañana hablamo'.
—Dame pal (par) de día'...
—Diablo, pero tú —dijo Alexito, con tono de disconformidad—...
—Ajá, manín, ¿qué tú quiere'? Eso e' algo medio malo de pensa'...
—Ya, ya..., 2 día'.
—Ok.
Se levantaron de ahí y se montaron en la motocicleta con destino a la fea (pero humilde) casita de Cristóbal, donde la mamá lo esperaba con una cierta ira guardada por la larga duración que tomó este para la compra de la carne. Llegó el joven a su casita y su madre estaba sentada, y ella exclamó:
—¿Y esto? ¡Dime!
—¿Qué? —preguntó Cristóbal con una actitud algo enfadada por la respuesta nada afable.
—¿Cómo que «qué»? —respondió preguntando Sandra, quien tenía la cara del color de la Pantera Rosa de lo molesta que estaba con él.
—Dime, ¿qué fue?
—Te mandé a comprar una vaina y tú duraste la mañana entera pa' eso, ¿eh?
—Mami, estaba hablando con un amigo...
—Hablando con un amigo —remedó Sandra, más molesta que antes—. Yo te digo a ti...
Ella tomó la funda con la carne y el muchacho no tuvo otra opción que largarse a su habitación para reencontrar la paz que perdió cuando ella le peleó por llegar tarde. A los pocos minutos de él haber reposado su espalda sobre la superficie de la cama se podía apreciar el sonido de los platos, ollas y demás utensilios para cocinar. Poco antes de él darse cuenta de ello, estuvo considerando la propuesta de Alexito, explorando las posibilidades de caer preso y las de salir airoso en ese tipo de peligros.
Como era de esperarse, él no duró mucho para dormirse pensando en ello, imaginando antes la vida que tendría al ganarse toda esa fortuna que Alexito le aseguró que ganaría. La siesta era segura: quería despejar el incómodo roce con su madre de su mente y... (por suerte) ¡había luz, carajo! Encendió el abanico (llaman así al ventilador) y se durmió.
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Relato de Cristóbal
ActionCristóbal Sánchez, un apuesto joven sumido en la pobreza, desea obtener la riqueza de cualquier forma posible para lograr tener posible su avidez: la tecnología. Recurre al mundo del narcotráfico, luego de tomar una difícil decisión, y un sinnúmero...