Carta #3

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Octubre, 1992.

Adoro estar recostado en la cama, y más cuando es contigo. Estoy pasando por uno de esos momentos en los que raramente agradezco estar viviendo en mi etapa de adulto, así no tengo que lidiar con ser fastidiado por mis padres a cada rato por haber estado holgazaneando en todo el día. Me pregunto si serás igual que yo, igual de flojo. ¿Cómo sería el pedirle a mi hija que recoja su cuarto el cual está hecho un tremendo desorden? ¿O como sería el felicitarla por ser una niña ordenada? Habrá que esperar para averiguarlo. Justo ahora te encuentras dormida, tu respiración y el agua de la regadera es lo único que se escucha en la habitación. No me canso de verte frijolito, eres una pequeña muy curiosa. Antes de que durmieras, tome una foto de los dos juntos. Desde ahora será una de mis favoritas.

Pareciera como si estuvieras sonriendo

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Pareciera como si estuvieras sonriendo. Eres una pequeña muy inteligente Frances, me asusta. Fue como si hubieras entendido aquel "¡sonríe!" que salió de mis labios antes de apretar aquel botón. Estoy contento de haberla tomado en el momento perfecto. No puedo dejar de sonreír como un idiota al ver aquella foto, ¡estoy tan feliz! No olvides mi niña que las cosas más pequeñas, a las cuales tal vez muchas personas no le encuentren valor, son las que te hacen verdaderamente feliz. Momentos como estos son los que nunca se olvidan, momentos de padre e hija.

Que duermas bien frijolito...

Letters To FrancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora