CAPÍTULO L

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Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho o probablemente se detuvo al oír esas palabras.

Me ama.

Lo miro a los ojos, estos tienen un bello brillo en ellos, no creo que me este mintiendo para que confíe en él, ese brillo no me puede engañar.

Cuando siento que mi corazón vuelve a latir descontroladamente, mi visión se torna borrosa por las lágrimas contenidas, tengo ganas de llorar pero no de tristeza como hace unos momentos, sino de felicidad.

Desde que llegue a esta casa me reproche el hecho de sentir algo por mi salvador, por el hombre que me salvó de ese lugar, me decía una y otra vez que que él nunca se iba a enamorar de mí, habiendo muchas mujeres a su altura, aun hace unas horas me reprochaba el hecho de querer ser feliz con mi hermana secuestrada y siendo maltratada.

Pero ya no puedo negarlo, no quiero negarlo, al lado de Stephan Macalister, el hombre mas frío y misterioso que conozco, es el hombre que me hace feliz, así yo misma me diga que no, lo hace. Sin querer ni esforzarse, conquistó mi corazón antes y lo conquistó ahora.

Unas cuantas lágrimas caen por mis mejillas hasta mi mentón, mi salvador se acerca mas a mi, si es posible y con su pulgar quita las lágrimas caídas.

- ¿En..enserio?- pregunto con un nudo en la garganta por contener mis lágrimas.

Levanta mi rostro hasta conectar nuestras miradas, tal vez me veo patética, me acabo de entregar a él estaba bien y en paz, y ahora estoy llorando por que me dijo que me amaba. Realmente estos acontecimientos me están afectando los nervios y emociones.

- Si Clarissa - dice seguro de sus palabras - Eres la primera y la única mujer a quien he amado, y así va a ser siempre, ¿sabes porque? - pregunta a lo que yo simplemente niego con mi cabeza - Por que eres la dueña de mi corazón, siempre vas a estar aquí - dice colocando mi mano en su pecho justo donde late fuertemente su corazón.

Vuelve a limpiar mis lágrimas que ahora caen libremente, mi salvador reparte besos por mi rostro, primero mi frente, luego besa cada uno de mis ojos haciendo que los cierre, besa mis mejillas, luego mi nariz y luego terminar en mis labios con un beso lento, suave, con mucho amor.

Cuando se separa de mí, hace que recueste mi cabeza en su pecho, las suaves y tranquilas palpitaciones de su corazón me calman, me hace caricias con su mano en mi cabello haciendo que me relaje, luego enreda sus piernas con las mías. Poco a poco voy cerrando los ojos.

- Duerme, debes descansar - escucho que me dice antes de caer en lo mas profundo de mis sueños.

- Clarissa, hija - escucho la voz de mi madre llamarme.

- Si, madre - digo.

- Escuchame mocosa, he dado mucho por ti y tus hermanas, así que quiero que te arregles, van a venir unos... Amigos y quieren conocerte espero y des buena impresión por que o si no ya sabes el castigo, no sera nada bueno y mucho menos para tus hermanas.

- Si, madre - es lo que me limito a decir antes de dar media vuelta y subir las escaleras.

Me arreglo como mi madre dijo, hoy mis hermanas estan en casa de una amiga de mis padres, solo quede yo.

Escucho en la plata baja muchas voces masculinas y musica en un alto volumen. Escucho el sonar de los tacones de mi madre en el pasillo para seguidamente entrar haciendo que la puerta choque contra la pared haciendo un fuerte ruido que por lo alto de la musica apenas y se oye.

- Oye niña ya debes bajar - dice mi madre tomandome fuertemente del brazo y jalandome Todo el camino hasta estar parada delante de hombres mayores que yo, que me miran extraño. - Chicos, ella es mi hija, Clarissa. - doy una leve sonrisa en modo de saludo.

Mamá hace que me sienta en medio de dos hombres, realmente me siento incomoda, los hombres tienen su vista sobre mi son como cuatro y solo uno se ve mas joven.

Mi madre se retira a la cocina dejándome sola con los cuatro hombres.

- ¿Asi que tu eres... Clarissa? - dice uno de los hombres, probablemente el más viejo de todos, asiento para darle respuesta al hombre - ¿cuanto años tienes ?- vuelve a preguntar pero esta vez metiendo su mano por entre mi falta, tocando mi muslo haciendo que me sienta incomoda y traque el nudo de mi garganta.

- Quin... Quince - tartamudeo, el hombre poco a poco va subiendo su mano, mi vista se nubla por las lágrimas contenidas - no...  - digo tomando la mano del hombre, aun puedo sentir la vista de los demás sobre mí.

- No ¿que? - pregunta molesto - no quieres que tu madre sepa que estas tratando mal a los invitados  ¿o si? - dice. No, no quiero por lo que niego con la cabeza.

El hombre se suelta de mi agarre para volver a meter su mano entre mi falda. Cuando toca mis bragas no puedo contener mas las lágrimas y dejo que caigan.

El otro hombre que esta al lado mio, me ve llorando y él se ríe. Levanta la mano y me da una bofetada, mi mejilla duele mucho, mañana probablemente tendré un moretón.

- Deja de llorar cobarde - me dice para luego empezar a besar mi cuello, mientras el otro sigue tocando mi muslo hasta llegar a mis bragas y luego vuelve a bajar, mientras mis lágrimas siguen cayendo.

- ¡BASTA!

Me levanto sobresaltada y con la respiración acelerada, volteo hacia donde se supone debe estar mi salvador pero no está, así que me desplomo en la cama con una mano en mi cabeza haciendo que las imágenes dispersen en mi mente.

Volteo hacia mi mesa de noche y veo en el reloj la hora, son apenas las 7 pm, aun tengo tiempo de cenar y estar con stephan. Por lo que me levanto y entro nuevamente al baño, pongo a llenar la tina y luego le agrego unas esencias que tiene mi salvador aquí haciendo que el baño completo huela a vainilla.

Me adentro a la tina, el agua caliente hace que relaje todos mis músculos, cierro los ojos y suelto un suspiro, definitivamente voy a extrañar esto cuando me valla.

- ¿Te puedo acompañar?

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Si soy mala, les corto la mejor parte esperen el próximo cap.

Subastada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora