Melisa.
El sofá comenzó a darme unos dolores en el culo que no podía con ellos, tuve que ponerme de pie, la casa estaba vacía, estaba completamente sola y eso me hacía sentir de alguna manera melancólica, quería dormir y despertar en otro lugar que no fuera este. Me siento tan ridícula y sé que lo es, pero, ¿cómo puede doler tanto estar aquí?, siento que el latido de mi corazón un día por la mañana dejara de funcionar.
Caminaba hacía la habitación de Pau, el pasillo oscuro parecía ser tan largo y estrecho, las luces amarillas a punto de apagarse me cortaban las ganas de sentirme bien, el frió de mis pies no era nada comparado con lo que sentía por dentro. Mi mano apenas y empujo la puerta vieja y rechino como si nunca le hubieran dado mantenimiento, pero eso ni siquiera logro darme escalofríos. La habitación se alumbraba de la luz blanca que provenía de afuera, tantos momentos que quería borrar y que deseaba ocultar de mi, ¿por qué simplemente las personas no se pueden largar con todo lo que hicieron?, habría menos sufrimiento, habrían menos corazones rotos.
Mi mano acaricia la orilla de la cama como si aun se pudiera sentir el calor de su cuerpo de cuando él se sentó, mis ojos se cierran como si así pudiera recordar mejor su aroma, su aroma era único, el siempre olía tan bien y siempre lograba revolver mi estomago de nervios acumulados. Me siento en el mismo lugar en el que él lo hizo y miro hacía el frente, yo pasaba un trapo húmedo entre sus labios calmando el dolor y quitando el daño, él y sus ojos brillantes me observaban mientras su manos colgaban de sus rodillas, su cabello se resbalaba por su frente y caía por sus orejas dejando sus rizos libres. Mi corazón se hace pequeño y no es porque yo quiera torturarme, quiero tomar su recuerdo roto y con mis manos pegarlo, pero ni siquiera me dejo eso, él se llevo todo de mi.
Me levanto alarmada cuando el frió viento que entra por la ventana mal cerrada provoca que la puerta de la habitación se cierre y el armario se abra, el pecho me sube y baja por el susto y me acerco a cerrar las puertas del armario, pero algunas prendas están en el suelo y papeles que Pau tenía ahí también se encuentran regados. Mi cuerpo se encorva rápidamente y comienzo a juntar todo, mis manos toman las cosas descuidadamente, tomo la ropa y los papeles nuevamente vuelan por el suelo y tengo que tirar las prendas a un lado, trato de tomar todos los papeles pero me detengo, mis rodillas caen en la duela y todo se me hace imposible, todo comienza a nublarse sobre mi, estoy temblando pero aun así logro tomar aquel pedazo de periódico, mis lagrimas corren como sangre por la herida, siento que el mundo me esta comiendo poco a poco.
– ¿Por qué no vuelves?
Le pregunto al mismo silencio que me rodea, pero no se escuchan más que lamentos de una persona infeliz.
Narrador.
Pau notaba algo raro en Jonathan mientras lo veía en aquel centro nocturno, era como si tuviera algo atorado en la garganta pero no pudiera decirlo. Ellos estaban juntos en una mesa, pero parecía que aquel chico se encontraba en otro mundo.
– ¿Qué pasa? –ella le pregunto.
–Pau, es que yo –puso sus manos en su frente para que las ideas se aclararan.
– ¿Qué?, no entiendo tu jodida actitud y eso me estresa.
– ¿Sabes algo? –se puso de pie molesto – ¡Ya no puedo, simplemente ya no puedo!
– ¿Ya no puedes con qué? –tartamudeo mientras seguía sentada.
–Con esto, linda, con nosotros –suspiro –Lo siento, yo no quiero lastimarte, pero ya no puedo seguir con esto.
– ¿Qué? –se puso de pie mientras que se podían reflejar sus lagrimas entre las luces de colores –Pero, Jonathan –susurro –No entiendo.
–No tienes que entenderlo, solo dejémoslo así, ¿quieres?
Ella no dijo ni una palabra, solo dejo que aquel chico se marchara sin que le dijera el porque no podían estar juntos más tiempo, todo era dolor con luces bonitas, todo era tristeza con una canción de fondo bastante alegre. Su cuerpo se puso de pie, camino sin rumbo hacia la barra, quería que alguien le vendiera unas pastillas y poder quitar el dolor que tenía en ese momento, pero no es así de fácil y lo sabía.
–Dame un poco de todo –le dijo al de la barra mientras que trataba de sostenerse entre aquella multitud.
Comenzó a beber como si no hubiera un mañana o un futuro mientras le contaba sus penas al sujeto que ahí atendía, quien para su suerte, le prestaba la atención que ella quería. Era bastante triste ver a una chica tan linda poniéndose ebria por una desgracia emocional.
–Oye –dijo tratando de pronunciar correctamente –Ese, ese chico –aun más ebria apuntaba a alguien –Se parece tanto ha... se parece tanto ha el mismo idiota que le rompió el corazón a Melisa, ¿no lo crees? –frunció sus labios y seguía mirándolo –Pero, no –ella se giro y tomo aquel pequeño vaso de vidrio que tenía enfrente –No es él, ese chico que esta ahí sentando esta con una chica, y el idiota del que hablo esta en Londres.
El hombre solo la miraba con una sonrisa grande, las lagrimas con maquillaje que tenía por todas las mejillas se veían adorables y sus ojos negros potentes y llenos de vida.
– ¡Pero qué mierda! –se giro nuevamente en la misma dirección –No puedo quedarme con esta sensación, tengo que verlo de cerca.
Pau se puso de pie y se adentro en el mar de gente para llegar a ese chico que ella creía conocer.
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Nota: Gracias por leer, no olviden votar, por favor. Les mando un beso. xox
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Sé que algún día tu volverás ; h.s.
Fanfiction❝No hay dolor más profundo que verlo de nuevo cuando apenas se esta a punto de olvidar❞ - Prohibida su copia, todos los derechos reservados, 2012 © 01: Por ti siempre voy a esperar. 03: Por ti siempre voy a esperar, se que algún día...