Capítulo 24

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Alejandro:

Mi padre: mi motor, mi centro, él siempre ha sido todo para mí. Nunca, jamás había dudado de su palabra, hasta ahora. Llevar a cabo ese plan había parecido algo simple al inicio, pero ahora era una completa pesadilla.

— Debes estar consciente de que no puedes escoger a cualquiera, la mujer que elijas debe ser digna de estar a tu lado. De ti depende que no haya nada que la haga dudar de tu palabra, tú deberás ser su centro, de la misma forma en que yo soy el de tu madre. —

Esas siempre fueron sus palabras desde que comenzó a enseñarme cómo manejar los negocios familiares, desde que me mostró el modo en el que llegamos a la cima.

Las mujeres siempre han sido mi debilidad ¿Cómo podría escoger solo una? Y mi padre era igual, no podía dejar pasar la oportunidad de conquistar a cuanta mujer se le pusiera enfrente ¿Con que clase de moral me pedía que yo lo hiciera? Nunca fui realmente consciente de las cosas, yo solo acataba órdenes pero de a poco, la curiosidad me invadió y fue entonces cuando me di cuenta de todo, "Apariencias", esa era la clave.

No importaba si compartía sentimientos con ella, tampoco importaba si ella era lastimada en el proceso y mucho menos si ella se oponía a cualquier cosa. Mi madre era el claro ejemplo de todo esto, pero ante mis ojos solo era una mujer dramática que exageraba con todo lo que mi padre decidía para mí. Lo importante en todo este circo era mantener las apariencias frente a los demás, ese era el truco de ambos, porque cuando la casa estaba sola, todo giraba entorno a los ataques de furia de mi padre y los llantos desconsolados de mi madre, pero cuando las visitas, las fiestas y las reuniones se hacían presentes todo era miel sobre hojuelas. Incluso he pensado que mi sola existencia se debe a esa estrategia.

Los años pasaron y cada día que pasaba estaba más y más acostumbrado a vivir de esta manera, lo único realmente difícil para mí siempre fue convivir con mi madre. Siempre terminaba discutiendo con ella debido a que estaba completamente en contra de cualquier cosa que tuviera que ver con las empresas y demás. Pero extrañamente no decía nada cuando llegué al momento de ignorar la petición de mi padre, no me importaba encontrar a la correcta. Yo solo me divertía y listo. Estaba seguro de que sería realmente difícil encontrar a la "correcta" cuando todas, absolutamente todas, estaban completamente huecas de la cabeza. Lo único que les importaba era que sus zapatos combinaran a la perfección con sus bolsos, o que ninguna joya era lo suficientemente grande para satisfacer sus gustos.

La presión que mi padre me daba en ese momento era descomunal, fue entonces cuando Max apareció en mi vida para encarrilarme y enfocarme en la maldita búsqueda de esa mujer. Estaba harto, hastiado, a punto de ponerme una venda en los ojos y elegir a alguna al azar. Hasta que ella apareció, verla parada frente a mi observando esas pinturas fue como una revelación, emanaba clase y distinción, incluso vestida tan casual la elegancia de sus movimientos dejaban claro que no era una mujer común.

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora