Lost In A Lie -《Yoonmin》

+ S E I S +

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Cuando desperté, estaba otra vez en la cama matrimonial, con una venda fresca y húmeda alrededor de  la muñeca. Ya no llevaba puesto los pantalones. Mis pies estaban amarrados a los postes de  la cama con cuerda dura y rasposa, y también estaban vendados. Di un jalón para ver que tan apretados estaban, y jadeé al sentir el dolor disparado por mis piernas.
  Luego te vi junto a la ventana. Las cortinas estaban un poco abiertas y mirabas hacia afuera. Miré tu frente fruncida. Tenías un moretón alrededor del ojo. Obra mía, supongo.

En ese momento, con el sol aclarándote la piel, no parecías un secuestrador. Te veías cansado. El corazón me martillaba, pero me obligué a mirarte. ¿Por que me habías traído hasta aquí? ¿Que deseabas? Si hubieras querido hacerme algo, ya me lo habrías hecho, ¿O no? O quizás me estabas haciendo esperar.

  Entonces volteaste; me viste mirándote.

- No lo vuelvas a hacer --dijiste. Papadeé--. Te vas a hacer daño.

- ¿Y acaso eso importa? --mi voz era apenas un murmullo.

- Claro que sí.

  Me miraste cuidadosamente. No te pude sostener la mirada. Eran esos ojos tuyos. Demasiado intensos. Odiaba cómo parecían casi preocupados por mí. Me recosté y miré el techo. Estaba hecho de curvas de metal.

- ¿Dónde estoy? - pregunté

Estaba pensando en el aeropuerto. Mis papás. Me preguntaba adónde habría desaparecido el resto del mundo. De reojo, te vi negar lentamente con la cabeza.

- No es Incheon - dijiste -. Ni Busan.

- Entonces ¿dónde?

- Lo descubrirás tarde o temprano, supongo.

  Recargaste la frente en tus manos oprimiendo suavemente con los dedos el moretón de tu ojo. Tenías las uñas cortas y sucias.
  Otra vez traté de zafar los pies. Mis tobillos estaban húmedos y sudados, pero no lo suficientemente resbalosos como para liberarlos.

- ¿Quieres agua? --preguntaste--. ¿Comida?

Negué con la cabeza.
Sentí otra vez lágrimas en mis ojos.

- ¿Qué va a pasar?b--murmuré.

  Retiraste la cabeza de las manos. Tus ojos me lanzaron una mirada, pero no eran helados. Se habían descongelado un poco. Parecían húmedos. Por un segundo me pregunté si tu también habías estado llorando. Viste que te estaba escuadriñando y te volteaste. Luego saliste del cuarto y saliste varios minutos después con un vaso de agua. Te sentaste junto a la cama y me lo ofreciste.

- No te voy a hacer nada --dijiste.

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