-Te sigo contando la historia, ¿Querés?- Ya me había olvidado.
-Dale-. Pedimos los cafés y continuó.
-El muchacho se sacó el sombrero y escoltó a la chica hasta el banco más cercano, era todo un caballero. Esperó a que ella se sentara para después él hacer lo mismo. Nunca dejó de mirarla, en ese entonces no existían celulares que distraigan- Soltó el reproche en forma de broma. –Pasaron el mejor día de sus vidas, cada segundo valía la pena, se enamoraron por completo, incluso ella que se hacía la fuerte cayó en el encanto de ese joven y apuesto hombre.
Hasta ahora la historia venía siendo la típica película de amor en la que los protagonistas se enamoran a primera vista y terminan viviendo felices para siempre, debo admitir que el romanticismo no era lo mío y un poco me estaba aburriendo pero Melissa contaba la leyenda con tanta pasión que no tuve el valor siquiera de cortarla para ir al baño.
-Ahora viene la parte importante, era tarde ya y la chica tenía que volver a su casa entonces decidieron verse de nuevo al otro día, él le besó la mano y se despidieron-.
-Wou, todo un romántico
- Al día siguiente el joven se levantó muy temprano, a pesar de que no había podido dormir mucho de tanto pensar en ella, se tomó todo el tiempo del mundo para asearse y perfumarse, habían quedado en verse después del almuerzo pero casi no probó bocado.
Melissa empezó acontar la historia más lento, poniéndole misterio, como cuando cuentan cuentos de terror en una pijamada o un campamento, fue gracioso pero a la vez atrapante. –Al llegar al parque el chico cortó unas flores y se sentó en el banco acordado, el mismo del día anterior, su sonrisa era inmensa y su mirada brillaba pero como ya te debes estar imaginando, su chica nunca llegó.
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Otoño en febrero
RomanceLa vida puede sorprenderte cuando un día común y corriente encontrás a alguien extraordinario.