Sucrette: ¿Al final invitaremos a Castiel a casa o no?
Agatha: Sí, lo invitaremos. Voy a ir a preparar la merienda.
Yo regresé a mi cuarto, y le envié un mensaje a Caastiel informándole de la hora de llegada. Al poco tiempo de enviarlo, recibí otro confirmandolo.
Mientras tanto, en el parque con Charlotte y Dakota.
[Narra Charlotte]
Charlotte: Tengo que conseguir que Castiel sea mío como sea.
Dakota: Eh, eh. Que yo también quiero conseguir a Sucrette.
Charlotte: Yo no sé qué le veis todos los tios a esa niñata. No es más que una chica normal y corriente.
Dakota: ¿No tendrás envidia, Charlotte?
Charlotte: ¿Envidia de quién? ¿De esa mal criada? Jamás.
Dakota: Bueno, como tu digas. ¿Cómo conseguiremos nuestro objetivo? ¿Tienes algún plan?
Charlotte: Es muy sencillo, yo quedo con Castiel, tú llamas a Sucrette para que nos vea besándonos y tú la consuelas.
Dakota: Es una buena idea. ¿Cuándo empezaremos a hacerlo?
Charlotte: Hoy mismo, no tenemos tiempo que perder.
En casa de Agatha.
[Narra Sucrette]
Mientras espero a que llegue Castiel, le echo un vistazo a mi armario para decidir lo que iba a ponerme aquella tarde. Al fondo de mi vestidor ví una falda de color coral preciosa. Me acerqué a ella a duras penas, cuando la alcancé y cogí la percha, una caja apareció tras ella.
Dejé la prenda en mi cama y saqué del armario aquella caja misteriosa. Despegué con cuidado la cinta de embalar, y abrí las solapas para comprobar lo que había allí dentro.
Lo primero que pude ver fue un osito de peluche con una camiseta que tenía en el centro un corazón. Ken me había regalado aquel muñeco cuando rompí con John. Lo abracé con fuerza, extrañaba a Kentin. Él siempre estuvo a mi lado desde el primer momento en que me vio.
Había muchos álbumes de fotos, donde salía con mis padres cuando era pequeña. Yo aparecía riendo, correteando por la casa o haciendo alguna de las mías.
También las había de cuando yo iba al colegio. Físicamente había cambiado muchísimo. Por aquel entonces, yo estaba acomplejada. Tenía unos kilos de más y me veía fea. Fue en esa época cuando conocí a Ken. Él siempre me aceptó tal y como yo fui. Sonrío al recordar viejos recuerdos.
Algunas lágrimas nostálgicas se asoman en mis ojos, pero no hago nada por evitarlas. Cierro el álbum y rebusco por la caja.
Aparece el estuche de color rosa que John me regaló cuando estábamos juntos. Lo abro delicadamente, en el hay viejas confesiones de amor que quedaron en nada.
《 Me encantaría volver atrás en el tiempo y hacer contigoo lo que no pude, ir una y otra vez a nuestros sitios secretos.
Dormir bajo la sombra de algún gran árbol, y mirarte cuando tus ojos se pierden en tus pensamientos.
Besarte una y otra vez, hasta que la noche nos separe. Y entonces observarte ir, y soñar deseando volver a verte en mis sueños.
Volver a sentir mis mejillas ruborizadas cada vez que me miras tan intensamente, como si intentaras alcanzar mi corazón con tu mirada.
Y lo hacías.
Vaya si lo hacías, podía sentir mi corazón latir con más fuerza cada vez que lo hacías.
Eres el amor de mi vida, y puede que no quieras aceptar mis disculpas.
Pero sé que lloraré mucho, y te extrañaré como a nada más.
Y también sé que si algún día volviera a enamorarme -ojalá no ocurra-, no volveré a enamorarme como lo he hecho de ti.
Sin avisar.
Te quiero, Sucrette.
John》.
Aquella carta fue de cuando nos peleamos por primera vez. Sin duda es mi favorita.
En el fondo del estuche encontré la pulsera que me regaló.
En realidad, aquella pulsera tiene un alma gemela, que es la que guardaba John. Me dijo que mientras tuviéramos la pulsera, la promesa de estar juntos por siempre seguiría en pie. Me pregunto si todavía la conserva...
Decido guardar la caja e ir a vestirme. Castiel debe de estar a punto de llegar.
Me pongo la falda de color coral que encontré en el fondo del armario y que gracias a ella encontré a mi pasado; y como hacía algo de frío, me abrigué un jersey de color crudo.
Sin saber porqué, me puse la pulsera que me regaló Alejandro en tiempo anterior.
Timbre: Ring.
Agatha abrió la puerta con rapidez, recibiendo a Castiel con dos besos sonoros. Mi novio parecía algo tímido. Yo bajo las escaleras para recibirle también.
Castiel: Gracias por la invitación.
Agatha: No las des, puedes venir cuando quieras.
Todos nos sentamos en la mesa del salón, donde había comida para picar.
Agatha: ¿Cómo va vuestra relación?
Castiel y yo nos miramos, sonrojados. Nos esperaba una tarde llena de preguntas. Sin duda, esto se haría muuuuy largo.
Mientras tanto, en casa de Charlotte con Dakota.
[Narra Charlotte]
Charlotte: Mierda, Castiel se dirigía a casa de Sucrette.
Dakota: ¿Y qué vamos a hacer?
Charlotte: Le tendré que llamar, no se podrá resistir a una tarde de pasión conmigo.
Cojo mi móvil y marco el número de Castiel.
En casa de Agatha, en medio de su interrogatorio.
[Narra Castiel]
Agatha: Puedes comer lo que queras, no te cortes.
Castiel: Gracias.
La tía de Agatha era muy agradable pero algo cotilla. Debo de aguantarlo por Sucrette, es por ella por quien estoy aquí.
Una melodía de los Winged Skull suena en mi móvil, alguien me estaba llamando. Agatha y Sucrette me miran con una mirada curiosa.
Diablos, Charlotte me está llamando.¿Qué querría esta vez?
Castiel: Es Lysandro, si me disculpais...
Agatha: Oh, claro.
Me separo un poco de ellas, lo suficiente como para que no me escuchen.
Charlotte: ¡Casti! ¿Dónde estás? Te ha costado cogermelo...
Pone una voz sensual, sé perfectamente para que me llama. Aunque me muera por ir a verla, no puedo hacerle eso a Sucrette.
Castiel: Donde no te importa.
Charlotte: Oh, Casti... No me hables así o tendré que castigarte. Mis padres no van a estar en casa en todo el día... Ahora iba a ducharme, pero me siento tan sola...
Castiel: Ahora no puedo ir, estoy con Sucrette.
Charlotte: Inventate alguna excusa. Si quieres venir, te estaré esperando aquí con poca ropa.
Me cuelga. Me giro hacia Sucrette y su tía. Bueno... podría irme un rato para ir a hacer algo con Lysandro y después volver. No tardaría mucho.
Sucrette: ¿Ocurre algo?
Castiel: Lysandro necesita que vaya urgentemente para un asunto de nuestro grupo. Pero no os preocupéis, volveré en seguida.
Agatha: Tranquilo, lo entendemos. Aqui te esperamos.
Mientras tanto, en casa de Charlotte con Dakota.
[Narra Charlotte]
Dakota: ¿Crees que va a venir?
Charlotte: Por supuesto que sí. Tu espera en el parque de en frente de mi casa. En cuanto llegue Castiel, tu llamarás a Sucrette con número oculto y le dirás que necesitas que venga para escuchar algo. Cuando vaya corriendo al parque, nos verá a mi y a Castiel besándonos. Estará destrozada, y ahí es cuando entras tú y la consuelas.
Dakota: Bien, esperaré en el parque.
En la calle, en dirección a la casa de Charlotte.
[Narra Castiel]
No comprendo que es lo que tiene Charlotte que me atraiga de esta manera. Sucrette no se enterará, será algo rápido. Allí está su casa, me acerco. Pero Charlotte sale corriendo en mi busca.
Charlotte: ¡Casti!
Lleva puesto un camisón bastante corto y ajustado. No hace falta tener mucha imaginación como para imaginar cómo tendría que ser su cuerpo perfecto. Charlotte me besa apasionadamente.
En casa de Agatha.
[Narra Sucrette]
Mi móvil también suena, pero es un número oculto. Lo cojo con curiosidad.
Agatha: ¿Quién es?
Sucrette: No lo sé, es un número oculto.
Sucrette vía móvil: ¿Quién eres?
Desconocido vía móvil: Soy Castiel. Necesito que vengas a los bancos que están cerca de mi casa. Quiero enseñarte algo. Es una sorpresa.
Sucrette vía móvil: ¡Vaya! Ahora mismo voy.
Agatha: ¿Quién era?
Sucrette: Es Castiel. Me ha dicho que quería que fuera para enseñarme algo. Ahora regreso.
Agatha: De acuerdo, yo mientras limpiaré un poco la cocina.
Sucrette: Vale.
Mientras tanto, en los bancos.
[Narra Dakota]
Todo marcha bien, Castiel se está acercando. Debo de llamar a Sucrette.
*Llamada entre Dakota y Sucrette*
Bien. Va a venir y verá como esos dos se besan. Sucrette será mía. Rio con malicia.
Puedo ver a Sucrette a lo lejos, se aproxima. La chica se detiene frente a la pareja. Tapa su boca, impresionasa.
Sucrette: ¿No te bastaba con irte con otra en medio de una cita conmigo, que aun encima me lo tienes que restregar por toda la cara?
Castiel: Y... yo... Sucrette, no es lo que piensas.
Sucrette: No. Esto se ha terminado.
Sucrette corre en dirección a la playa con los ojos empapados en lágrimas. Castiel simplemente observa como esta se marcha. Sabe que no puede hacer nada, la ha perdido para siempre.
Yo salgo corriendo tras Sucrette. Cuando Castiel no puede verme, agarro su brazo.
Dakota: ¿Qué hace esta princesita llorando?
Sucrette: Nada...
Dakota: ¿Ha sido Castiel?
Sucrette se pega a mí, llorando en mi camisa playera. Yo la abrazo con fuerza, y siento unas mariposas revolotear en mi estómago. Agarro su rostro y la beso.