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No está bien lo que hace, abandonar a Gray. Hace lo mismo lo que le hicieron a ella, dejarlo solo y al despertar esperando ver a la persona que pasó la noche a su lado.
Su corazón se achica. Su actitud es..., no es cruel. No es ser mala. No, porque no es mala, ¿verdad?
Quiere evadir lo sucedido, ni siquiera recuerda cómo llegó a la habitación de Gray, ni recuerda lo que sintió. ¿Habrá sido bueno?, ¿fue delicado?, ¿rudo?, o... ¿le hizo sentir muchas cosas que ella no sabía de su propio cuerpo?
Pensarlo mientras camina a la habitación de Gajeel y Levy, su cara toma un color ardiente, cruzando las piernas.
Maldición, es imposible que estar hurgando en su cerebro la noche con Gray le haga excitarse.
Se da golpecitos en la cabeza con la palma de la mano; ¡debe eliminar esos pensamientos!
―Saca a Gray-sama de la cabeza Juvia, sácalo. ―se repite apretando los ojos, tomando una bocanada de aire.
Okey, esto es lo que hará:
Tomará a Storm, se irán del resort sea como sea; en un taxi o en un autobús, en un Uber; llegarán a casa y la vida seguirá normal.
Si ambos estaban embriagados, Gray no recordará nada, no sabrá que alguien estuvo a su lado y se fue por la mañana.
Ah, y no lo verá más. Asunto solucionado.
No, un segundo. Siendo evidente que ya no sabe nada de lo que pasó..., ¿fueron cuidadosos?
Juvia se tapa la boca con las manos, paralizada y con miedo. ¡Se cuidaron, ¿cierto?! ¡Uno de los dos debió pensar en el condón!
Esto no puede empeorar...
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Violento, su lengua se sumergió en la cavidad de la boca de Juvia, moviéndola suave y entrelazándola con la de ella. Su mano viajó arriba de la rodilla desnuda, subiéndole el vestido hasta poder tocar debajo de las redondas nalgas desnudas. Había piel, no hallaba la ropa interior.
No la halló porque era pequeña.
Lo descolocó mentalmente, hambriento por apretarle el trasero con su mano y apegando sus cuerpos; detrás de la toalla un bulto crecía comenzando a rozar y a empujar hacia las bragas. Sentía emergencia por llenarse de placer, de volver al fin tener un momento de intimidad con alguien. En cinco putos años no se cogió a nadie, antes de eso, caminaba en el campus, saludaba a una chica y ya se la estaba metiendo en el mejor rincón.
De acuerdo, no está orgulloso de esa parte de su vida, pero no hay quien que no la experimente. Quizás una vez, dos veces, y otros con descontrol. Algo debía pararlo. Había tenido novias sin corresponder fielmente. No había tenido desilusión amorosa, ni experimentado el rechazo, sin sentir nada de eso continuó conociendo a la persona que lo frenó, no de la mejor manera.
Ultear. La chica que en esos años le robó la atención por su deslumbrante cara bonita, cuerpo espectacular y su cabello negro. Era su tipo, no perdería la oportunidad de conocerla y vivir una noche juntos. ¿Una?, fueron tres noches. Le gustó tanto que la repitió y casi nunca lo hacía con otras. Al menos dos veces con una chica, no tres. Ultear era genial, ya sea afuera y dentro de la cama. Le gustaba su personalidad. No sólo Erza lo regañaba por las tonterías que hacía con Natsu, también lo hacía ella.
Una chica con la que se acostaba le regañaba. Compartían los mismos gustos, sus personalidades no chocaban y se llevaban muy bien.
Después de la tercera vez que lo hicieron durante la primavera, en el cuarto de él, al día siguiente Milkovich se le declaró. No seguiría ocultándole y estar debajo o arriba de él esperando respuestas, alguna señal de sentir, al menos, algo parecido a gustarle.
Nada. Gray no sentía nada más allá de verla como amiga. Le atraía, no lo suficiente para sentir celos al verla con otro; cada quién con su espacio, sin amarras.
No fue cruel con ella, fue sincero sin querer dañarle. Conociéndole los sentimientos de amor, optó por terminar de acostarse con ella, no deseaba ver todo enredado ni generarle ilusiones donde nunca las habría. Deseaba conservarla como amiga y nada más. Aunque no sabía cómo actuar desde esa vez en adelante estando cerca; era cuidadoso al estar acompañado, Ultear no debía verlo con otra por razones obvias. No obstante, era estúpido lo que hacía. ¿Ocultarse con una mujer para no entristecerla? ¿Estúpido?, no. Simplemente no quería dañarla. ¡Pero era complicado!
Era el día de su cumpleaños. Festejó y bebió bastante en la habitación de su fraternidad con sus amigos y conocidos del lugar. Ultear no se encontraba, tuvo que ir por dos días donde su madre a ayudarle con la gripe, apenas y podía caminar y dejar de delirar sobre estar rodeada de hielo.
Ultear no olvidaría el cumpleaños de Gray, comprando en sentido de broma un llavero con el muñequito de Olaf. Le daría la sorpresa en la mañana al despertar, quería asustarlo a sabiendas que la fraternidad y la habitación sería un asco de botellas de alcohol, cigarros y drogas.
Subiendo al dormitorio de su amigo Fullbuster, abrió la puerta sin emitir ruido, encontrándolo en la cama compartiendo risas con una jovencita de cabello oscuro.
No era tonta. Siempre supo que él no cambiaría, que continuaría metiéndose con chicas y si no lo hacía enfrente de sus ojos color vino era para no dañarla. No era tonta, siempre lo supo. Así que, ¿sorpresa?
Sorpresa no era. Sentía lástima. No le importaba encontrarlo con otra en cualquier día, era encontrarlo el día que ella quería asustarlo y darle su pequeño regalo.
Suspiró y Gray la vio paralizado. Ultear negó con la cabeza cerrando los ojos e intentando sonreír, diciendo que estaba todo bien, que puede seguir en lo suyo, sólo vino a dejarle el presente por su cumpleaños. Y se fue.
Gray, con el temor en los ojos, salió de la cama y del cuarto, bajando las escaleras. La espalda de Ultear estaba a punto de salir por la puerta de la fraternidad, llamándola. Ella no debió verlo, se sentía mal, culpable de destrozarle el corazón. ¿Por qué de una de sus amigas, con la cual se acostaba se tuvo que enamorar de él? Él quisiera corresponderle, pero no lo sentía. Tartamudeó para explicarle, mas Ultear lo detuvo girando hacia la cara, interrumpiéndole con que no era necesario, porque no las necesitaba. No hay compromiso, cada quien es libre de hacer lo quiera con su culo.
Le entregó el llavero, sugiriéndole colocarse unos calzoncillos, marchándose del sitio.
En los días cuidando a su madre Ur, ella tenía razón con los consejos. Adoraba a Gray, era el hijo de su mejor amiga Mika. Era responsable y atento fuera de ámbito con las mujeres; era bien parecido y él aprovechaba ese don. Sin embargo, Ultear era su hija y no la dejaría sufrir por alguien no merecedor de su corazón. El simple consejo; olvidarlo y conocer a otros chicos, Gray no es el único que asiste a la universidad y que no esté bueno.
Lo que atraía a Gray, era que Ultear viajaba en motocicleta. A sus ojos grises era sensual y ardiente.
La misma tarde de su cumpleaños, sumergido en sus pensamientos, recostado en la cama sin nadie a su lado, el sonido del celular lo devolvió a la realidad, contestando. Estuvo todo el día tratando de comunicarse con Ultear, ella lo tenía apagado.