Y aquí estaba yo, Emma Denovan, en la casa de Ryan a punto de sufrir un paro cardiaco, estaba muy nerviosa y muy incómoda con la cercanía de este acosador.
―Bueno, demos un respiro ¿no crees?
―No, yo prefiero seguir.
―Deja eso ya, en un segundo lo acabaremos.
Di un suspiro resignado―De acuerdo.
― ¿Gustas algo de beber? ¿Cerveza, agua, café, té?
―Agua está bien, gracias.
Ryan fue a la cocina y yo solté todo el aire qué tenía reteniendo en los pulmones, estaba nerviosa.
―Toma―Me extendió un vaso con agua y él tenía una cerveza.
―Gracias.
―Quiero pedirte una disculpa por mi conducta en el colegio, no sé qué me ocurrió de verdad, estoy muy enamorado de ti, no paro de pensar en ti, me vuelves loco, en verdad quisiera que tú...
―Ya basta por favor, no quiero perder la paciencia de nuevo contigo, discúlpame por la bofetada de hace rato pero si no dejas de molestarme con esto te juro que vuelvo a...
No sé como pero Ryan se acercó a mí y me besó, fue un beso muy agresivo, yo estaba paralizada, no reaccionaba, sentía su aliento a cerveza y cuando pude reaccionar me alejé de él, le di otra cachetada y le aventé el agua en la cara.
―Disculpa.
―No Ryan, basta, estoy cansada de ti, estoy harta de verte, escucharte y hablarte, no vuelvas a dirigirme la palabra en tu miserable vida imbécil.
―Emma, por favor, entiéndeme―Dijo agitándome los hombros.
― ¿Qué quieres que entienda? ¿Qué eres un maldito enfermo?
―Sólo quería un beso nena, quería sentir tus labios, necesito probarte completa Emma.
―Eres un idiota―Dije y salí de su casa.
Iba en mi auto y me detuve en la playa, bajé y fui a la orilla del mar, admiré el atardecer y de pronto unas manos cubrieron mis ojos, yo di un respingo del susto.
―Tranquila, soy yo.
― ¡Noah!―Grité y lo abracé.
― ¿Qué pasa? ¿Cómo te fue? ¿Qué te hizo ese imbécil?
―Nada, tranquilo―Dije avergonzada.
―Emma.
―Me besó.
― ¿Qué? Hijo de puta, mañana sabrá quién es Noah Cox.
―No, tranquilo.
― ¿Cómo me dices que esté tranquilo cuando ese idiota besó al amor de mi vida?―Dijo alterado.
― ¿Qué?―Pregunté confundida.
―Me refiero a que besó a alguien muy importante para mí y yo tengo que hacer algo ¿te hizo daño?
―Yo le hice a él, le di otra bofetada.
―Esa es mi niña―Dijo besando mi cabeza.
―Bueno ¿y qué haces aquí?
―Me gusta admirar el atardecer en la playa y cuando puedo vengo.
―Cierto―Sonreí.
―Em, necesito decirte algo.
―Claro ¿sobre qué?
―Lo que siento.
― ¿Y qué es lo que sientes?
―Verás... hay una chica...
Me decepcioné al oírlo. En ese momento todo se vino abajo, por un momento había olvidado la fama de Noah.
― ¿Sabes? Debo irme, lo siento.
―No me dejes, debo decírtelo.
―No quiero saber, adiós, lo único que puedo decirte es que seas feliz con quien tú quieras, a mí no tienes por qué contarme eso, más bien no quiero saber, yo ya he hablado contigo diciéndote que odio que juegues con las chicas y no te importa.
―Emma...
Caminé hacia mi auto y subí, pisé el acelerador y salí de ahí, me dolía saber qué Noah estaba pensando en una chica y yo sabía qué no hablaba de mí y menos si era para jugar con ella.
Llegué a mi casa y cómo era de noche, me bañé, puse pijama y no pude más, lloré de enojo. Noah Cox no cambiaba y cuando supiera de quien quería hablarme me partiría el corazón, yo sabía qué él era así, ilusionaba chicas, tenía fama de rompecorazones, aun así me arriesgué.
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Una nueva oportunidad
Teen FictionEmma es una joven de 15 años, inteligente, muy linda, y extrovertida. A pesar de su corta edad, ya había sufrido la decepción del primer amor y desde ese entonces creyó que todos los chicos eran iguales y le harían lo mismo, hasta que llegó a la pre...