Cuestión de Orgullo (JJBA)

Capítulo XXXIV

—Vanilla, tienes visitas— dijo uno de los guardias que custodiaba la celda donde se encontraba el pelicafé.

Pocos segundos después dos personas aparecieron frente al recluso. Eran Terence y J'Geil, que se habían enterado que su amigo estaba ahí.

—Mierda, Vanilla, te dijimos que no fueras tan lejos— decía Terence, a lo que J'Geil corroboraba.

—No vale la pena por un imbécil así, mira donde terminaste— J'Geil estaba molesto con Vanilla por su impulsivo actuar.

—Ya cállense— decía el de los corazones —no voy a descansar hasta ver a ese idiota muerto. Ya me lo propuse y pienso cumplirlo.

—Pues si es así ya no cuentes con nosotros— avisó el de turbante —la policía fue ayer al cuartel para saber más de ti, no queremos arriesgarnos.

—¡¿Van a abandonarme?!— exclamó exaltado Vanilla.

—Mientras no dejes esa estupidez de matar a Jonathan, tendremos que hacerlo —continuó Terence.

—Cuando mucho seremos compañeros cuando hayan "trabajos", pero nada más —agregó J'Geil.

—No puedo creerlo, pensé que éramos amigos y estábamos juntos en esto— el pelicafé sonaba decepcionado.

—Llegaste demasiado lejos, Vanilla, no vamos a arriesgarnos más. Por esa razón dejaremos el cuartel —dijo el de las dos manos derechas— sabemos que saldrás bajo fianza pronto, pero cuando eso suceda no queremos estar ahí.

—Te comunicaremos nuestra dirección cuando estés libre para que podamos mantener el contacto —concluyó Terence.

—Que va...— dijo Vanilla, rendido.

{Por otro lado, Kakyoin había vuelto a la universidad junto a Jotaro.}

—Jonathan está mejor, Dio lo está cuidando mucho— decía el pelirrojo.

—Al principio me sorprendí bastante —confesó el contrario —Dio es totalmente distinto con Jonathan.

—Yo también me extrañé, y al igual que tú, siempre escuché que era un patán— corroboró Kakyoin —pero creo que Jonathan tenía razón y cambió para bien. Hubieras visto con cuanto amor se miraban, me dio envidia —rió y se acurrucó junto a Jotaro —¿tu me amas?

—¿No se nota? —Jotaro hizo un puchero, adorable ante la vista del de ojos violeta y luego lo besó —claro que te amo, Noriaki. Más que a mi vida —sentenció.

—Yo también a ti— afirmó el de ojos violeta —¿sabes? anoche llamé a Erina para decirle lo que pasó pero no me contestó el teléfono. ¿Crees que deba llamarla otra vez? es conveniente que sepa lo que le pasó a Jonathan.

—Uh... no estoy seguro, Noriaki. Recuerda que la vez pasada fue muy incómodo para Jonathan.

—Pero esta vez es distinto, Jotaro —continuó Kakyoin —y mal que mal, aun siguen siendo novios.

—Supongo que tienes razón— comentó Jotaro —llámala entonces.

Haciéndole caso a su novio, Kakyoin marcó nuevamente el número de Erina, quien luego de haber estado llorando mucho tiempo por lo que vio hace un rato, contestó la llamada.

—¿Hola? 

—¡Erina! soy yo, Kakyoin. Anoche intenté llamarte pero no estabas, ¿oíste mi mensaje?

—¡Oh! —recordó —sí, sí lo oí. Dime que pasó con mayor detalle, por favor.

—Bueno— Kakyoin suspiró— no es fácil de decir, pero Jonathan sufrió un accidente ayer.