Parte única

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Trabajo, trabajo y más trabajo. Quartet Night no tenía nada más que trabajo esos últimos días, tanto que hasta el miembro más joven, Ai, se comenzaba a hartar.

Lo último que le quedaba por hacer era repasar un guión para su próximo trabajo y después quedaría "libre", entre comillas, porque tenía que modificar tres canciones que Nanami le había entregado el día anterior. Por qué tres, preguntareis. Pues todo comenzó cuando a Reiji se le ocurrió la genial idea de contarle sobre Aine a la chica. Y ella, sin poder retener su talento, compuso diez canciones para Aine que cantaría Ai. Obviamente el robot no aceptó tantas, más que nada porque no eran para él, así que escogió tres que cambiaría un poco para que fueran más de su estilo.

Y ahí estaba, encerrado en su cuarto, con el portátil en el escritorio y deseando escribir sobre amor para poder sobrecalentarse y tener un descanso. Pero no iba a pasar, había dejado de sucederle eso hace semanas. El sonido de los nudillos golpeando la puerta lo sacó de sus semi-suicidas pensamientos, contestando con un pesado adelante y sin dejar de mirar la pantalla delante de sus ojos.

Entró Ranmaru, con un aspecto bastante informal: su pelo no llevaba ningún producto que lo levantara; ninguno de sus ojos llevaba lentillas de color; no iba maquillado; y lo más chocante, la raíz de sus cabellos era negra, señal de que con tanto trabajo aún no había ido a la peluquería para que lo arreglaran. Aunque Ai tampoco daba mucha envidia: en primer lugar, su pelo estaba suelto; tenía unas ojeras que casi llegaban a la barbilla; estaba más pálido de lo usual; y finalmente, llevaba el pijama, dando a entender que aún siendo las cinco de la tarde no había salido de su cuarto ni para comer.

—Tienes un aspecto horrible— dijeron los dos a la vez, mirando al contrario con una mueca. Ranmaru negó, acercándose al escritorio de madera y cerrando con una manó el portátil —¡Oye!—queja por parte del menor —Nos vamos, necesitas un descanso y lo sabes— lo tomó de la muñeca y lo levantó de la silla. Se dirigió al armario y escogió la ropa por el chico, obviamente toda la ropa negra y roja de la cual el menor desconocía el origen. Golpeó el pecho del menor con las prendas y salió, dándole intimidad para cambiarse.

Suspiró al escuchar el golpe de la puerta, al parecer Ranmaru estaba de mal humor y necesitaba desahogarse, y rápido. Salió de la habitación sin peinarse aún, ya se arreglaría el desordenado cabello luego. Estuvo a punto de comer algo, aunque fuera solo un trozo de pan, pero el albino volvió a arrastrarlo con el brazo hasta la entrada —Ranmaru, ¿podrías no ser tan rudo por una vez?— Ai también comenzaba a molestarse, que descargara su ira en él no le hacía mucha gracia —Perdón— se disculpó a regañadientes mientras abría la puerta y la cerraba de golpe.

Seguía con el mismo aspecto de antes, solo que ahora llevaba una gorra negra (seguramente para tapar el pelo sin teñir) y una bufanda que le tapaba la cara hasta la nariz. Mientras bajaban en el ascensor, le había dado una máscara negra al contrario y mientras se la ponía, le iba arreglando un poco el pelo haciéndole dos trenzas dónde solía llevar el pelo suelto. Llegaron al garaje, y ahí se subieron a la motocicleta del mayor. ¿No lo sabíais? Su familia le había regalado una motocicleta para su cumpleaños, como agradecimiento por pagar las deudas y sacarlos de la bancarrota. Ahora la familia Kurosaki, poco a poco, volvía a hacerse importante, solo que esta vez se especializaron en el sector culinario. Es decir, su familia se había asegurado de que Ranmaru siguiera con el trabajo familiar si algún día dejaba lo de ser idol.

Dejando temas familiares aparte, ambos chicos se dirigieron a Shibuya, el barrio preferido del mayor dónde se encontraban varias de sus tiendas favoritas. Aparcaron delante de una peluquería, para lo más obvio, arreglar el pelo de Ranmaru —¡Ran-kun!— una voz alegre llegó hasta los oídos de ambos —Hacía tiempo que no venías~ Por un momento pensé que te habías ido a la competencia~— una chica con el pelo verde, sujetado en dos moños altos se acercó al hombre —Vamos, vamos, ¡quítate la gorra y la bufanda para que podamos comenzar!— con un suspiro hizo caso a la mujer, que no pasaría de los veinticinco años —Vamos a ver vamos a ver~ ¡Tus raíces están completamente negras! Aunque sabes, podrías probar algo nuevo y pintártelo de otro color, ¡o dejártelo negro!— gritaba emocionada mientras lo peinaba.

—Suzuki— pronunció cada silaba con frustración —Estoy bien con lo de siempre— Ai miró divertido la escena. No era la primera vez que veía algo por el estilo, Ranmaru ya lo había llevado ahí varias veces para que lo acompañara. Claramente, era invitarlo o sufrir solo a la teñida, y todos sabemos que opción elegir. Ai también se sentó, al lado de su compañero de grupo, esperando a que otra peluquera lo atendiera. Pasaron cerca de dos horas allí, conversando sobre cosas sin sentido de su trabajo, música, y poco más.

Cuándo por fin fueron libres, Ranmaru aprovechó para comprar varios productos capilares y dejaron el salón. Pasaron por varias tiendas y compraron ropa (la mayoría para Ranmaru), hasta que al final volvieron al apartamento de Quartet Night. —¿Y los demás?— preguntó Ranmaru mientras dejaba las bolsas de papel en el primer mueble que visualizó —Reiji grabando para un programa de la televisión y Camus en una sesión de fotos para su single solitario— respondió, quitándose la máscara de tela que cubría su boca. El mayor se tiró en el sofá y soltó un pesado suspiro —Sabes— el menor se sentó a sus pies, mirando al ahora completamente albino—He leído en internet que los baños calientes desestresan más que un masaje profesional— dijo ofreciéndole una idea para que se relajara.

—Entonces vamos a bañarnos juntos— Respondió, sentándose él también —¿Hace cuanto que no te duchas?— el menor olió el aire, realmente apestaba a sudor. No había tenido tiempo para darse un buen baño desde el ensayo de hace tres días —Demasiado— contestó levantándose.

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—Haaa, realmente esto es otra cosa— Ranmaru sonrió al entrar en la bañera —Ranmaru, estate quieto, así no te puedo lavar el pelo— lo regañó, comenzando a masajear la cabeza ajena con las manos llenas del champú nuevo del contrario. Quitó toda la espuma con agua y entró en la bañera con él —Ai, acércate un poco para que te ate el pelo y no se moje— el nombrado izo caso y recibió un beso en la frente. No se quejó, ahí no podía verlos nadie, o eso esperaba. Normalmente se negaba a cualquier muestra de amor en público, o incluso en el apartamento, ya que siempre podía haber alguien que los viera. Pero con ellos los únicos que estarían ahí las próximas horas no importaba.

Cuando ambos salieron, se vistieron con la ropa limpia que habían llevado para cambiarse, entonces, mientras el mayor le secaba el pelo, Ai tomó la toalla que tenía encima de su cabeza para traerlo a sí y lo besó, sorprendiendo completamente al mayor, que lo miró con ojos desorbitados —Está bien que sea yo quien te bese de vez en cuando, ¿no?— preguntó como un niño pidiendo un caramelo. Ranmaru solo pudo asentir, terminando de sacar el exceso de agua del cabello azul y finalmente acabando de vestirse.

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Un día agotador se cura con un baño caliente | UtaPri | RanAi | One-shotWhere stories live. Discover now