Ochenta y ocho.

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1993, Buenos Aires.

Me limpié el estómago, me puse las bragas y la bata. Caminé hacía el baño y arreglé mi cabello, lavé mis dientes y salí del baño, y alguien tocó la puerta.

—Ya voy! –dije en voz alta–

Me puse una gabacha encima y abrí la puerta, era un empleado, no lo había visto, tal vez es nuevo. por cierto muy joven y guapo.

—Los huéspedes del hotel nos llamaron porque escucharon gritos ¿todo está en orden?

En ese momento me sonroje mucho, dios, que vergüenza.

—Fue un muy mal entendido... –me tapé la cara– Es que... Amm, me tropecé y caí... Sí, eso. –sonreí nerviosa–

—Oh, ya veo.... –dijo el chico viéndome de pies a cabeza– ¿Estás sola, guapa? –se apoyó en el marco de la puerta–

En ese momento la puerta se abrió mejor y Michael apareció, me tomó de la cintura posesivamente y me acercó a él.

—No lo está. –dijo en un tono serio–

El chico avergonzado se retiró y cerré la puerta.

—¿Qué quería?

—Los huéspedes escucharon mis gritos... Y pensaron que algo malo pasaba. –me reí–

Yo pensaría lo mismo si te hubiera escuchado. –se encogió de hombros–

—A la próxima cuando estemos en un hotel no seas tan agresivo a la hora de cuando hacemos nuestras cosas.

—No prometo nada, pero está bien.

—Lo digo enserio Michael, sentía que me partías a la mitad. –reí–

—Tu eres la que me provoca, no tengo la culpa.

—Deberías de ser más gentil conmigo.

—Mejor ven, vamos a dormir. –me cargó como saco de papas–

Michael! –reí–

—Tranquila, no te dejaré caer.

(...)

the way you make me feel; Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora