Slip it in

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Después del encuentro con Ren, Shino estuvo varios días sin ir a clase. Directamente no tenía ganas. Ir allí era perder el tiempo. Pese a esa negatividad pasó esos días pensando en que haría cuando acabara el instituto. Había creído que ese día empezaba su libertad, pero la conversación con su excompañero le hizo darse de bruces con una pared. Jamás sería realmente libre, estaba condenado.

Aprovechó también para pagar el alquiler y realizó recados pendientes. A diferencia de las veces anteriores que había estado faltando al instituto, esta vez si se mantuvo en contacto con Ryu. No le contó ninguna de sus congojas, se suponía que ya tenía asumida su desgracia. ¡Qué lejos estaba de la realidad! ¿Pero qué era lo que esperaba? Ni siquiera lo había pensado detenidamente hasta ahora. Realmente no había ningún lugar para él.

Ryu debió notar que algo no andaba bien, porque insistió en visitarle. Shino no opuso demasiada resistencia. Quizás le iba bien para salir de la espiral depresiva en la que estaba entrando. Llegó por la tarde con la chaqueta tejana que llevaba el primer día que salieron y unos vaqueros grises.

Shino estaba dormido en el único sillón del salón y había dejado la puerta abierta para que no tuviera que picar. Ryu entró y le buscó por la casa, encontrándole acurrucado contra el cuero viejo. Llevaba unos vaqueros rasgados por todas partes, desabrochados como siempre que iba por casa, y un jersey de lana granate. Se le había arrugado en el vientre y se le veía el ombligo velludo y los huesos de la cadera.

-¿A ti no te han dicho que es peligroso dejar la puerta de casa abierta? Y más si te pretendes quedar así de indefenso.

Ryu le habló flojito mientras le acariciaba el pelo. No esperaba respuesta. Shino abrió los ojos lentamente y los clavó en los suyos. Ryu tragó saliva. Tenía unos ojos tan fieros.

-¿Qué hora es?- dijo con voz soñolienta.

-Las cinco y media o así.

Shino se levantó lentamente y al hacerlo los huesos le sonaron, crujiendo. Se rascó los ojos y pellizco la nariz.

-¿Quieres algo? ¿Una cerveza?- aun llevaba los ojos entrecerrados.

-No. Solo quería saber cómo estabas.

- Como siempre.- se estiró cual gato alzando los brazos.

-¿Y eso es bueno?- dijo Ryu irónicamente.

Shino se congeló en su posición con los brazos alzados. Después de unos segundos reaccionó y los bajó.

-Sé qué te pasa algo, pero tranquilo no voy a tocarte los cojones.-Ryu relajó la expresión. Ya lo había dejado caer.

Shino asintió y dejó estar el tema. Parecía que el chico le conocía mejor de lo que pensaba. En cambió él le resultaba bastante difícil de leer, siempre con esa expresión seria.

-Vamos a la habitación. Hay más espacio.-dijo Shino de forma despreocupada.

Ryu pareció preguntarle con los ojos: "Más espació para qué?", pero no dijo nada. Solo asintió y le siguió a través del pasillo. A llegar a la habitación se sentó en la cama e hizo girar el pie. Ya no tenía que llevar muletas pero le molestaba cuando estaba mucho rato en pie. Shino por su parte, tenía las heridas casi curadas: la ceja partida por una fina línea roja y el labio con carne nueva y rosada. El ojo, que hace unos días era morado, había pasado a coger un color amarillento enfermizo bastante desagradable.

Shino se tumbó en la cama pasando las piernas por encima de las de Ryu. Estaba calentito y hacía un frio de cojones.

-Tengo mucho sueño. Esta noche he dormido como el culo.- suspiró.

Too Young to DieWhere stories live. Discover now