La ropa del capitolio es tan suave y ligera que es como no llevar nada puesto. El sillón en el que me siento frente al enorme televisor es acolchado y huele a flores. Los tétricos jóvenes avox satisfacen cualquier necesidad y demanda que llegues a tener. Sin embargo, el tiempo que Liz y yo hemos pasado aquí no ha hecho otra cosa más que enloquecernos paulatinamente y hacernos ver más y más cansados. Dos días para morir. Dos días. Me pregunto que pasa cuando uno muere. Es como si la muerte ya me susurrara a los oídos, fría y embriagadora.
Liz está del otro lado del sillón, alcanzo a ver que unas enormes ojeras se asoman de sus ojos y su piel ya no es tan tersa, sino más pálida. Y sus ojos, apagados y sin brillo. Nunca regresará aquel brillo de sus ojos, lo sé, también los he perdido.
Gaius, que está sentado junto a mi, participa animadamente de la plática con Damon, Anteía y nuestro equipo de preparación, a quienes invitaron para ver las puntuaciones y comer, como una alegre reunión de amigos. Ni si quiera puedo imaginármelo, crecer sin ese miedo clavado como una espina, el miedo a que la suerte no esté de tu parte, el miedo de cada año ver como mueren tus semejantes. Quiero imaginar que Gaius habla con ellos porque es un caballero pero no es así, el es del capitolio, aunque parezca ser más compasivo, sigue siendo del capitolio y conoce los chismes y los temas de actualidad que causan furor. Tienen tanto tiempo libre que ya no saben como gastarlo. Es casi como una involución humana.
Gaius se levanta y me pregunta si quiero una bebida y yo lo rechazo, luego me levanto y me acerco a Liz. No sé porque lo hago, no me cae bien ni yo a ella pero de alguna manera nos sentimos tranquilos junto al otro, porque entendemos a la perfección lo que siente el otro, no necesitamos palabras para demostrar ese dolor que siente en la base de la nuca.
-Ayer soñé con los del año pasado. Nunca veo los juegos, mis hermanas y yo nunca lo hacemos, pero el año pasado salió elegida Malva, una chica de mi clase y no podía con la incertidumbre- Me dice ella mirando al vacío. Se talla las manos maniaticamente. A ratos está furiosa, tanto que escucho a través de la puerta de nuestras habitaciones como grita y lanza las cosas, pero otros está al borde de un colapso. No creo que dure mucho. No voy a hacer una alianza con ella pero tampoco pienso hacerle nada, aunque me fuera la vida en ello. Pero a fin de cuentas, no creo que dure mucho.
Yo asiento con la cabeza, recordando- Fue espantoso. Pero al menos fue rápido.- Era un campo abierto, no había donde esconderse, solo huían y se cazaban. No les dieron armas, solo estaban sus puños y algunas piedras. El chico de nuestro distrito quiso enfrentarse a los del once pero entre los dos terminaron asfixiandolo y Malva moría de hambre hasta que la ganadora le rompió el cuello.
Ella tiene padres y hermanas. Yo a mis primos y amigos. Al menos debemos morir luchando.
Antes de poder decir algo más, aparece en la pantalla Aldora Sullivan, la conductora y narradora de los juegos del hambre, ella misma nos entrevistará a cada uno mañana.
Su sonrisa blanca y despampanante ilumina la pantalla casi tanto como su cabello rubio con tirabuzones perfectos. Después de saludar a su audiencia y hacer unos comentarios ocurrentes comienza la lista de puntuaciones.
-¿Estás preocupado?- Me pregunta Liz a mi lado.
-No- Contesto yo y sé que ella tampoco. De cualquier manera moriremos.
Los dos del uno tienen nueve. La del dos tiene nueve y su compañero cuatro. Los del tres tienen seis y siete. Los del cuatro tienen cinco los dos. El del cinco tiene nueve y la chica cuatro. Los del seis tienen siete y seis. La del siete tiene ocho y el chico siete. Los del ocho tienen tres y dos. Seguimos nosotros.
Aparece mi foto. Miro hacia adelante y puedo ver perfectamente el miedo en mi mirada de cuando me retrataron en el registro pero creo que se disimula un poco. Tengo diez. No sé si alegrarme o no pero lo que sé es que comienzo a temblar a la vez que todos a mi alrededor saltan y gritan de emoción. Antes que cualquier otra cosa siento el abrazo de Gaius que tira su bebida sobre el sillón de la emoción.
A través de los gritos escucho la calificación de Liz, la Liz de la pantalla que mira con una mirada inocente y cautivadora a la cámara y cuyo pelo cae a su lado como una cascada. Tiene un siete.
Siguen los vítores de emoción. Por un momento en el que no me reconozco casi me rió al ver a nuestros equipos de preparación dando saltitos y gritando como gallinas pero una fuerza reprime la sonrisa. La muerte.
-¡Un siete no es malo querida!- Le dice Anteia a Liz quien parece tan furiosa que va a echarse a gritar. Es verdad, no es malo considerando que muchos sacaron debajo del cuatro. Honestamente esperaba que sacara un cinco o menos.
Quisiera hacer lo que hace Liz, encerrarse en su cuarto lo que resta de la noche pero no puedo decirle no a Gaius, quien estaba tan contento que le brillaban los ojos y que me pidió que me quedara a cenar con todos. Sin embargo durante toda la noche no dejo de temblar y no sé porque, después de todo fui el más alto, pero no puedo evitarlo, comienzo a preocuparme y pensar que se vuelva algo crónico. Gaius lo nota y me toma de la mano por debajo de la mesa y me da una sonrisa conciliadora.
-Todo estará bien- Me dice.
Cuando termina la cena todos se marchan menos Anteía quien hace que un Avox abra la puerta de Liz y Gaius quien me guía a mi habitación para volver a tomas medidas para el traje de las entrevistas.
-¡Diez!- Dice él emocionado- ¡Eres fantástico Aticcus!
Yo le respondo con una insípida sonrisa y el me toma de la barbilla- ¿No estás contento?- Aquello me suena más una suplica que una pregunta.
Todavía no lo entiende ¿Como es que no lo entiende? El capitolio ha sido inimaginablemente habilidoso como para hacer que todos los capitolenses relacionen automáticamente los juegos con diversión y alegría.
-No sé si me sirva- Confieso mientras me quito la chaqueta que me puse después de bañarme, una negra y brillante- Juncal es tío de Liz, dudo que quiera buscarme patrocinadores cuando su sobrina está en peligro o necesidad ¿Crees que su hermano podría perdonarle que no hiciera su mejor intento por sacarla viva de la arena?
La preocupación de nuevo trata de salir a flote en el rostro de Gaius quien me sigue con la mirada hasta que me siento en el borde de la cama y pongo mi rostro entre las manos y suspiro.
-Debe hacerlo, es su trabajo- Me dice lentamente sentándose a mi lado. Siento su mano en mi espalda.
Hay un momento de silencio donde solo escucho su respiración que de alguna manera me parece agradable.
-Todo saldrá bien- Me dice de nuevo, como un rito y yo en verdad, en verdad, quiero creerle.
N.A: Como se dieron cuenta, Caesar no oficia los juegos porque, después de todo, estos fueron cincuenta años antes que los de Katniss y debería haber cosas diferentes, como estas. El presidente Snow es mucho más joven y creo que con la medicina y tecnología aunados al autoritarismo de Panem pudo vivir y quedarse en el poder un tiempo absurdo.
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Los vigésimo quintos Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)
FanfictionHan habido veinticuatro juegos del hambre y este año en especifico, las cosas se tornaron mucho más sombrías y retorcidas de lo normal, pues han puesto a los habitantes de los distritos los unos con los otros; este año, los tributos no serán elegido...