18. Pasado (Parte 3)

1.3K 219 7
                                    

El agua helada le mojó la cara de modo que tuvo que abrir los ojos y abandonar la penumbra en la que se había refugiado, le secaron la cara con una toalla blanca que recogió la sangre de su boca y pómulos que se habían hinchado al recibir reiterados golpes.

—¡Despierta! —gritó el tipo, ella tosió al sentir la garganta áspera y parpadeó en repetidas ocasiones para que la sensación de mareo no fuera tan intensa—. Vamos, abre los ojos.

Estaba sola en la habitación y sobre un suelo helado y húmedo, por las paredes reconoció que debía de ser un sótano ya que muchas de ellas estaban siendo sostenidas con parantes de madera.

—Muy bien, princesa de Texas —dijo un tipo alto, gordo y con mal olor—. Es hora de hablar y si amas tu vida vas a hacerlo.

Thali tragó saliva ¿Hablar? ¿Hablar ella? Casi rió al escuchar al tipo pidiéndole que hablara cuando ellos mismos habían apagado su voz en ese maldito y mugriento lugar.

—Debes decir todo lo que sabes y por qué hay un montón de agentes de distintas reparticiones buscándonos. Han dado con nuestra ubicación y ahora hay otro tipo que jamás vi en mi vida dirigiendo el negocio ¿Quién es ese tipo?

Ella miró al suelo, no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero un pensamiento cruzó por su cabeza, el hombre que iba a verla, ella estaba segura de que era un agente especial de la policía, algo que estaba investigando el lugar... aun así no explicaba otras cosas que estaban pasando ahí.

—Además Kat Ritman apareció muerta ayer —lanzó el tipo con los dientes apretados.

Eso llamó la atención de Thalía, la ex esposa del maldito violador Kyle Ritman estaba muerta, como él, entonces había justicia en este mundo, pero la felicidad le duró muy poco al ser repentinamente golpeada por el tipo.

—Te encantaría que esa noticia fuera verdad ¿no?... ¿Qué sabes sobre lo agentes que nos están buscando? Estoy más que seguro de que sabes mucho —dijo golpeándola una vez más—. Seguiré golpeándote hasta que me digas o me hagas saber de algo.

Ella quiso gritarle que no sabía nada, pero que seguro estaban buscándola a ella y si relacionaban las otras desapariciones sabrían en poco tiempo que eran desapariciones forzadas, pero aquellos tipos sin escrúpulos sabían sobornar a los policías de los pueblos, o al menos eso pensaban hasta que Nicholas Marshall tomó el puesto de jefe de policía en Gold River y descubrió que realmente Kyle Austin había atacado a Eloise Ritman, sin embargo Nick abandonó el poder para irse a vivir a Nueva York y luego Eloise se casó con él, Nick había dejado a la deriva al pueblo que ya no era tan seguro como cuando estaba en sentado en la silla, ahora el jefe de policía iba a solicitar el servicio de las chicas que sacaban a la fuerza de Gold River, lo había hecho con ella y lo seguía haciendo.

—No te dirá nada —dijo Kat Ritman entre risas—. Uno de tus hermanos la golpeó hasta dejarla muda ¿Qué? No me mires con esa cara, fue idea de Sofía.

Con la punta de su elegante zapato hizo que ella levantara la barbilla y le mostrara la franja morada que le rodeaba todo el cuello.

—Bueno, creo que se divirtió mucho con ella hasta dejarla en este estado —dijo con una sonrisa.

—¡Maldita sea! —masculló el tipo.

—No te preocupes, no hablará. Déjala un día más sin agua y luego que vuelva con las otras chicas, algunas empiezan a preguntar por la princesa.

La puerta se abrió y entró uno de los nuevos hombres que estaban a cargo. Era alto y de duros rasgos, pero sus ojos eran extrañamente cálidos para ser un maldito proxeneta.

—Váyanse —les ordenó con voz firme que no admitía replica alguna.

—Pero...

—Ritman, no puedes dejarla sin agua, a nadie. Está bien, son unas malditas zorras, pero hasta las zorras beben agua ¿o acaso tú no bebes agua?

—Eres un maldito hijo de puta...

—Tú eres igual de hija de puta, sin embargo quiero que se vayan y me dejen solo con la princesa —dijo al mismo tiempo que se sentaba al lado de Thalía y con una navaja le cortaba las cuerdas que rodeaban sus finas muñecas.

Cuando las puertas se cerraron el corazón de Thalía se aceleró, estaba sola con ese hombre, pero sombrosamente no tenía miedo. Las manos duras y fuertes le masajearon las muñecas con mucha suavidad, luego el dedo índice trazó uno de los latigazos de su espalda.

—Mira lo que te han hecho —dijo con la voz estrangulada—. Todo estará bien Thalía. Hoy te vas de aquí.

Fue decir eso y que el silencio en el que estaba sumido el lugar se llenara de gritos –tanto de hombres como de mujeres– y de disparos que iban y venían, el hombre que había entrado a la habitación era, nada más y nada menos, que el que había cuidado de ella por meses, le tomó la cara entre las manos y llevó su frente hasta la de ella.

—Hoy vuelves a tu hogar duendecillo —dijo con la suavidad característica que siempre había empleado en ella.

Cuando se separó de ella corrió un mueble que estaba en la pared y tapaba un tragaluz, sacó un arma y le disparó al seguro de la ventana y así abrió la hoja, del mismo sacó una muda de ropa completa para que ella se vistiera.

—En esta mochila está todo lo que necesitas para volver a tu casa, hay una campera y dinero en efectivo, este pasaje de avión te llevará a casa, sale a las nueve de la noche directo hacia Texas y este es un boleto de bus que te llevará hasta la estación de Gold River así volverás a tu casa, duendecillo.

Ella lanzó un suspiro tembloroso.

—Volveré a verte, pero necesito que guardes este secreto por mi ¿Si? —ella asintió con el labio inferior tembloroso—. Bien, soy un agente del Seal que está trabajando en conjunto con el FBI y la Interpol para investigar los casos de desapariciones, esto me llevó hasta ti, la sobrina de un gran amigo y no me perdonaría que no regresaras a casa sana y salva. Todo estará bien.

Thalía le acarició la cara y él le besó la palma de la mano con un ardor y una ternura que la dejaron sin aliento.

—Nos vemos en el LAX esta noche y si no estoy ahí tienes que subirte a ese avión y llegar a casa. Promete que lo harás...

Ella con una mano en el corazón asintió y salió por la ventana sin ser vista por nadie, se colocó la mochila y corrió por las malezas hasta cruzar una de las paredes que rodeaban el lugar, al treparla saltó con éxito y se mezcló con el tránsito de la cuidad de Los Ángeles para luego parar en un supermercado, comprar un sándwich y dos botellas de agua mineral que bebió de a tragos lentos, cuando miró el reloj pulsera ya era hora de ir al LAX entonces tomó un taxi y llegó a salvo al aeropuerto para tomar un avión y, por fin, volver a casa.

Hermanos Hurtman #2 "Pecado de amor".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora