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Otra noche

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Otra noche.

Klaus y Anya habían dormido juntos otra noche, pero esa tuvo algo distinto a las otras: los dos habían dormido completamente desnudos.

Anya fue la primera en despertar debido al alba del sol. Suspiró y estiró los brazos, después cruzó las piernas y por ultimo colocó su mano sobre la de Klaus, la cual descansaba sobre su abdomen.

Él despertó y con lo primero que se topó fue con Anya, la cual sonreía viendo hacia el techo debido a las caricias que Klaus dejaba sobre su piel.

—Eres perfecta. —Dijo sin pensar mientras movía la mano por todo el abdomen de Anya.

—Tú también lo eres. —El romanticismo se fue cuando ambos se dieron cuenta de lo que había pasado: había dicho más de una palabra con la boca. Anya se sentó en la cama y extendió las manos hacia adelante, luego hacia atrás, después comenzó a tocar cada dedo con sus pulgares mientras Klaus la miraba con adoración. —¡Estoy arreglada! —Gritó llevándose las manos al largo cabello.

Klaus se sentó también mientras sentía muchas cosas: Alegría pues Anya estaba feliz a mas no poder, tristeza pues ya no la volvería a cuidar como lo hacía, adoración debido a su voz que finalmente escuchó bien su voz: era delicada como las alas de una mariposa.

—Ya estás bien. —Finalmente logró hablar. Estaba por decir algo más cuando Anya se arrojó sobre él y chocó sus labios con los suyos en una forma distinta a las anteriores. Anya ya no besaba de forma torpe, besaba de una forma más calculada, pero no tan experta como la del híbrido.

Él le mordió el labio inferior con los labios antes de acariciarle las puntas del cabello y aferrarla contra su cuerpo.

Se separaron y se quedaron viendo el uno al otro mientras sus frentes estaban apoyadas la una en la otra.

—Lo siento... Fue la emoción. —Dijo Anya sonrojándose a más no poder, pero Klaus sonrió y volvió a atraer sus labios contra los suyos en un beso más delicado que el anterior.

Se separaron y él la vio a los ojos color marrón, acariciándole la mejilla con delicadeza, solo rozando la pálida piel.

—¿Qué eres? —Preguntó el híbrido antes de darle un casto beso en los labios hinchados.

—Ya te lo dije. —Contestó Anya bajándose de su regazo. Seguía sin sentir pudor por estar desnuda.

—No creo en ángeles y lo sabes. —Para el híbrido era grato tener una conversación verbal con Anya y más porque tenía la encantadora vista de su cuerpo al natural.

—Está bien que no lo creas, yo te ayudaré con eso. —Anya llevó su mano a la mejilla de Klaus y la acarició con los dedos. —Esto me gusta. —Dijo en referencia a la incipiente barba que se asomaba en el rostro del híbrido.

Él se acercó y le besó la mejilla haciendo que su barba le rozara la piel, ella rió debido al cosquilleo que le provocó.

—Creo que necesitas algo de ropa. —Dijo el híbrido y el vínculo mental que seguía existiendo le dijo lo que Anya pensaba. —Tienes que salir, quieres salir y no te sacaré desnuda. —La vio rodar los ojos y eso le hizo recuperar la sonrisa.

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—Puedo usar tu ropa. —Contraatacó haciendo ojitos, pero Klaus no iba a caer.

—Solo la vas a usar hoy. —Le pinchó la nariz y se levantó de la cama en dirección al armario mientras Anya le sonreía, era demasiado lindo.

***

—No me acostumbro a verte caminar. —Dijo el híbrido, quien caminaba junto al ángel por el centro comercial.

—Yo no me acostumbro a caminar. —Contestó Anya. Ella caminaba como si flotara, parecía ser una reina de la época victoriana a la hora de moverse a pesar de la ropa que usaba.

Anya usaba en total toda la ropa de Klaus: la chaqueta, el pantalón, los zapatos, incluso la camisa. Todo le quedaba enorme, pero a los ojos de Klaus lucía perfecta, también para algunos jóvenes que la veían pasar.

—¿Cómo se comienza con "las compras"? —Preguntó Anya viendo todas las tiendas. Klaus le comentó sobre las compras, las cuales eran un ritual de las personas cuando necesitaban vestirse, ahora Anya se preguntaba ¿Por qué las personas necesitan tanta ropa?

—De adentro hacia afuera. —Klaus sonrió y por primera vez le tomó la mano, después la llevó hacia una tienda en específico.

—Buenos días. —Dijo la encargada, la cual no podía tener más de veintiséis años. —¿En qué les puedo ayudar?

—Necesito varias cosas para la señorita. —Dijo Klaus dándole una mirada a Anya. —Mi pareja quiere un cambio total, así que no escatimes en lo que sea que le guste.

—Con mucho gusto. —Dijo la mujer con una sonrisa viendo a Anya, tenía grandes planes para ella. —Si no se escatima en lo que necesitas... —Se llevó los dedos a la barbilla y Anya levantó una ceja cuando vio en que pensaba la mujer. —¿Qué talla eres?

—¿Talla? —Preguntó Anya cambiando de expresión.

—Sí, linda, talla de sujetador y bragas. —La mujer no perdía la sonrisa, era amable, aunque pervertida en extremo. —Seré honesta, necesitas estilo en la ropa interior. —Sin preguntar tomó la mano de Anya y le sonrió a Klaus. —¿Me la prestas?

—Si me la devuelves. —Contestó Klaus antes de darle un beso a Anya en la frente. —Yo estaré aquí si me necesitas.

—Y para ver, necesito la opinión externa. —Contestó la encargada tirando de Anya hacia una zona distinta de la tienda mientras el híbrido sonreía como si hubiera hecho una travesura.

Anya veía y no entendía que era ese lugar, había prendas de encaje en distintos colores, al igual que vestidos transparentes.

—Es la primera vez que haces esto, ¿No? —Preguntó la empleada removiendo entre ganchos de ropa hasta sacar uno de color rojo que puso frente al pecho de Anya para medir. —Este te debe quedar, tengo muy buen ojo.

—¿Esto es necesario? —Anya podía ser feliz usando la ropa de Klaus, bajo esas prendas estaba su piel.

—Con un novio como el que tienes es muy necesario. —Levantó la mano saludando a Klaus, quien le devolvió el saludo con una sonrisa. —¡Guapo inglés! —Gritó la encargada asegurándose de que Klaus la escuchara, aunque él escuchó todo y le gustaba la idea de que lo creyeran pareja de Anya. —¡Espera en los vestidores, ya te la llevo! —Klaus obedeció mientras la encargada le quitaba la chaqueta a Anya para verla mejor, aunque toda esa ropa enorme le cubría las curvas. —Pasaremos un muy buen rato juntas así que... —Le tendió la mano a Anya. —Soy Deina.

—Anya. —El ángel sin saber que hacer le tomó la mano e hizo una reverencia, haciendo que Deina riera.

—Eres adorable. —Pellizcó la mejilla de Anya y tomó más conjuntos. —A los probadores, tenemos mucho que hacer.

Sweet  Angel {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora