- Donghan-ah, haz estado pendiente del celular desde hace rato. - Comentaba Yongguk, cómodamente sentado en una de las viejas bancas de "Watch out".
- ¡Es que ese idiota nunca me contestó! - Reniega el más joven de JBJ. - ¡Debería patearle el trasero! Odio que me ignoren.
Yongguk solo se dedica a sorber un poco más de su cerveza helada.
- Déjalo. Otra vez nos dejó plantados. - Continuó el joven chino. - Sanggyun estará así por tiempo indefinido.
- ¿Cómo es que estás tan seguro? - Preguntó Kenta, llegando a sentarse con ellos y escuchando lo último de su conversación.
- Es por culpa de Donghan. - Yongguk tomó tranquilamente otro poco de bebida. Kenta abrió grandemente los ojos con preocupación.
- ¿Por qué mi culpa? ¡Nosotros no hemos peleado ni nada por el estilo! - Replicó el menor, indignado.
- Estuviste manoseándote con Sanggyun durante un buen tiempo, luego solamente corres a los brazos de Taedong y lo dejas abandonado completamente. - Yongguk llena su vaso con la botella en la mesa. - ¿Qué esperabas?
Kenta y Donghan se quedan congelados ante la declaración.
- ¿Que tú qué? - Kenta lo mira con ambas manos en la boca, dirigiéndose a un nervioso Donghan.
- ¿Él te lo dijo? - Preguntó el menor, tragando saliva con incomodidad.
- No. Los vi una vez, en esa esquina de allá. - Replicó el joven chino, señalando un lado del bar. - Estaban tan borrachos que no tenían ninguna vergüenza. Tampoco estaba Taedong.
- Ah... - Kenta se encontraba completamente boquiabierto. - No, yo no...sabía nada...
Donghan suspiró hondo antes de continuar.
- Bueno...pe-pero solo era un juego. Siempre lo fue, desde el principio. - Se defendió el maknae. - Las cosas entre nosotros estuvieron claras.
- Seguro que sí, para ti. - Yongguk lo miraba ahora con seriedad. - Pero es obvio que Sanggyun comenzó a verte de otro modo, de lo contrario él estaría aquí en este instante.
- Maldita sea...
El menor sintió un desagradable sinsabor en su garganta. Sanggyun era uno de sus mejores amigos desde hace tiempo, su compañero de borrachera, el que escuchaba absolutamente todas sus quejas sobre su madre o sobre Taedong siendo indiferente. El que escapaba con él cuando iba a practicar nuevos pasos de baile en vez de ir a trabajar. El que se reía de sus bromas tontas.
Algo dentro de su pecho se estrujó, mientras su estómago se contrajo con desagrado. Los besos y caricias surgieron como un juego, una excusa más para matar el tiempo juntos. Algo que comenzó como diversión, ahora se convertía en la razón de un distanciamiento indefinido.
¿Qué debería hacer ahora? ¿Acercarse e insistir que se olvide de esos sentimientos? ¿Pedir perdón por algo que no sabía? ¿Golpearlo para que reaccione? ¿Realmente algo funcionaría?
¿Cómo se sentía él mismo al respecto?
El maknae de JBJ tomó su vaso de licor en un tirón, intentando ahogar el sabor del dolor y culpa que lo carcomían por dentro.
Luego de haber rogado, suplicado y ser su chico de los mandados por una semana, finalmente logró que Eunki le diera el número celular de Kenta. Una vez en sus manos, no le fue difícil convencer al japonés para que le pase el contacto de Sanggyun, cuyo carácter dócil y amable lo hizo presa fácil de su encantadora forma de ser.
El pequeño Justin había logrado por fin comunicarse con su admirado hyung, logrando exitosamente encontrarse con él cerca a la estación del metro.
Con unos cómodos pantalones jean, chaqueta y un par de pequeños aros dorados en las orejas, Justin estaba apoyado sobre el muro de una cafetería cercana. Intentaba practicar su pose más sexy para impactar a Sanggyun cuando llegara, dándole la apariencia de un hombre adulto y sofisticado.
Finalmente lograba divisarlo a la lejanía, mientras su corazón corría tan apurado como el tren más veloz de todo Seúl. Tal y como lo había ensayado, se recargó a la pared mostrando su mejor lado, apoyando una de las piernas hacia atrás y fingiendo no mirar ni estar pendiente.
- ¡Hey! ¡Hola, hola! – Saludó alegremente Sanggyun. - ¡Perdón! ¿Te hice esperar demasiado?
- ¡Nihao hyung! – Devolvió sonriente el saludo. Estuvo 45 minutos más temprano. – No, apenas acabo de llegar.
- Realmente tienes un acento adorable. – Dijo el mayor con una gran sonrisa, dándole una palmadita en la cabeza. – Oye ¿No crees que fue demasiado trajín que vinieras hasta aquí?
Las mejillas del pequeño se colorearon hasta el infinito, pero debía procurar verse relajado.
- ¡No! ¡Por supuesto que no, Sanggyun hyung! Mi casa no está tan lejos, además...es lo mínimo que puedo hacer por haber sido tan amable conmigo ese día. – Respondió el menor.
- ¡No exageres! Solo es una chaqueta. – Le respondió, sonriente. – Te dije que te la quedes, pero insististe tanto que no me pude negar.
Justin concentró su mirada en la de Sanggyun, abanicando sus pestañas con coquetería una y otra vez.
- ¿Tienes algo en el ojo? – Le preguntó, sin percibir en lo absoluto sus intenciones.
- No... - Justin no pudo evitar sentirse un poco ignorado. - Aquí tengo tu chaqueta, por si te la quieres poner ahora. Estaba un poco sucia, así que la envié a la lavandería.
- Se ve genial, muchas gracias pequeño. - El mayor se colocó la chaqueta encima, mientras Justin lo observaba con nerviosismo. - Bueno, creo que debería acompañarte a casa, por tomarte tantas molestias.
- ¡No! - Protestó el menor, sacando algo de su bolsillo. - Es decir...es temprano y bueno, me gustaría...tengo dos entradas para...el parque de diversiones y me preguntaba si querías...ir...
Completamente nervioso, Justin estira sus manos temblorosas para mostrarle sus tickets a Sanggyun. El mayor lo mira sorprendido.
- ¡Qué divertido! ¡Me encantan los parques de diversiones! – Respondió animado, mirando los pases. – Pero ¿No preferirías ir con alguno de tus amigos? Es decir, chicos de tu edad...
Justin negó con la cabeza, moviendo todo el cuerpo.
- ¡Son especialmente para ir con hyung! – Diciendo esto, sintió que su cara quemaba más que una olla a presión. ¡Qué vergonzoso! El mayor pudo notarlo y sonrió.