La hora de la verdad

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Sentados frente a frente se observaron en silencio un buen rato, sin animarse a tomar la palabra, hasta que Sergei tomó la iniciativa.

- Lo primero que debo pedirte, antes de aclarar todo esto, es que te mantengas alejada de Octavio. Pese a la impresión que te puedas haber formado sobre él durante mi ausencia, no es lo que parece.

- Tú tampoco, hasta donde veo

- Sí - concedió él, sonriendo - Yo tampoco. Pero yo te amo y no te haré daño jamás. 

Sofía no pudo evitar sonreir, pero en su fuero íntimo le preocupaba todo lo que no sabía sobre este nuevo Sergei que, aparentemente, estaba a un paso de develarse. Sergei continuó.

- Octavio y yo tenemos algo en común. Nuestros padres optaron por seguir un camino difícil y en su caso, no hubo un final feliz. Está lleno de resentimiento.

- ¿Pero qué tengo que ver yo en todo esto? ¿Por qué debo mantenerme alejada de él?

Sergei dudó un minuto en continuar, pero tomó ánimos y prosiguió

- Ya llegaremos a ese punto. Hay algunas cosas que debes saber primero. Estela me dijo que cuando yo no estaba fuiste a su casa preguntando por un hombre  que aparecía en una foto junto a mí

Sofía se enderezó, pero no dijo nada, esperando el resto

- El hombre de la foto se presentó como Adriano Bianco cuando le conocí en Cremona. Era un general retirado. Me acerqué a él, porque pensé que podría tener información sobre mi padre.

Bajo la atenta mirada de Sofía, Sergei le relató su historia. Su origen humilde, su encierro en el conservatorio, la separación de su familia, el descubrimiento sobre el padre y su posterior búsqueda.  Le emocionó ver algunas lágrimas en el rostro donde sólo había visto sonrisas y sintió por fin que estaba viendo el verdadero rostro del hombre al que amaba. Aún así, no se precipitó. Esperó a que terminara su relato, pues comprendía que la presencia de su padre en la historia de Sergei no podía ser coincidencia. Cuando regresó al punto en que había conocido al general Bianco, Sergei hizo una pausa que duró más de lo esperado.

- Esta es la parte difícil - dijo, al fin. - Sé que no tengo derecho a pedirte nada. Sólo espero que comprendas. 

Hizo una nueva pausa. Sofía no dijo nada, temiendo interrumpir lo que parecía muy importante.

- Cuando nos conocimos... ya sabes, en la noche de la gala anual, ... y aún antes, cuando cruzamos miradas en la calle... yo ya sabía quién eras tú.

A medida que Sergei iba relatando los pormenores del plan de Estela, el gesto en la cara de Sofía se iba endureciendo paulatinamente; pese a ello, continuó hasta el final. Terminó de relatar los motivos por los cuales había optado por alejarse de ella y se quedó a la espera de alguna reacción.

Pero Sofía mantuvo su silencio. Se quedó mirándose las manos un buen rato, luego se puso de pie y caminó hacia la ventana.

- ¿No vas a decirme nada?

- No sé qué decirte, Sergei. Creo que será mejor que te vayas. Necesito procesar todo esto. Es... confuso.

- Sofía, - dijo, acercándose - todo ha cambiado ahora. 

- ¿No entiendes que necesito pensar? - dijo ella, volteando para encararlo - Vienes y me dices que me has mentido todo este tiempo, que estuve haciendo el ridículo desde que nos conocimos ¿y quieres que te diga "está bien, olvidémoslo"? ¡Estela! ¡Octavio! ¡Todos me mintieron! Estela incluso tuvo el descaro de persuadirme para que te aceptara en mi cama. Y yo, como una estúpida, le creí.

- No eres estúpida

- Dime, ¿lo disfrutaste?

- ... No entiendo, disfrutar qué

- Acostarte conmigo esa noche. ¿Lo comentaste con ella? ¿Te felicitó por tu triunfo? ¿Celebraron la hazaña? ¿O fue tan fácil que ya lo veían venir? ¡Me imagino cómo se habrán reído con los pormenores!

- Las cosas no sucedieron así

- No sé por qué me cuentas todo esto, Sergei. Ya ni siquiera sé si esto es parte de un nuevo plan, sólo sé que no quiero ser otra vez la boba que he sido. 

- No hay ningún nuevo plan

- Lo siento, pero ya no sé si puedo creer en lo que dices. No confío en ti.

Se quedaron en silencio un momento, hasta que ella sonrió amargamente

- Tenías razón, después de todo. La investigación no es lo mío. 

- No digas eso, no tenías cómo saber - dijo él, tratando de tomar su mano, pero ella lo rechazó

- ¿Sabes qué es lo que más me molesta? No que me hayas engañado aquella primera noche; yo era una buena policía, pero era joven y tenía poca experiencia; y sí entiendo tu problema con tu padre y tus motivos. No, no es eso lo que me molesta. Lo que no me deja en paz es que cuando volvimos a vernos ya no tenías razones para sostener tu mentira y sin embargo preferiste callar. Entraste a mi casa, te hiciste mi amigo, te metiste en mi cama e incluso me llevaste hasta Octavio, sabiendo que él me odiaba. ¿Y se supone que yo debo entenderlo?

Sergei no supo qué decir. Se quedó mirándola con los ojos en actitud de súplica, pero ella no parecía dispuesta a ceder

- Ahora vuelves, supuestamente para advertirme sobre Octavio y para decirme que "me amas", y esperas que yo me arroje sobre tus brazos y te bese y te diga "vamos a olvidarlo todo", pues ¿sabes? creo que no es tan simple, porque ya no te conozco.

- Yo sí te amo. No lo digas como si fuese mentira. Y entiendo que estés molesta, pero no digas que no me conoces. Tú me conoces mejor que nadie.

- No, Sergei. No tengo idea de quién eres. Es más. Ya ni siquiera sé si eres tú la persona a la que creía amar hace un par de horas.

Sergei se estaba desmoronando interiormente, pero se mantuvo enhiesto frente a ella.

- Puedes decirme lo que quieras. Estás molesta y tienes todo el derecho a estarlo. Pero no creas que voy a renunciar a ti. 

- Haz lo que quieras, Sergei. Yo creo que esta conversación ya llegó a su fin. Por favor, déjame sola.

- ... No hagas esto. Por lo menos prométeme que volveremos a vernos, necesitamos conversar.

- No te prometo nada. Y creo que ya no hay nada más que hablar. A menos que tengas más cosas que contarme sobre nuestra relación de las cuales yo no esté enterada  - dijo, con ironía

Sergei trató nuevamente de tomar su mano y abrazarla, pero ella se apartó y caminó hacia la puerta, abriéndola.

- Vete, por favor.

Sergei comprendió que no lo quedaba alternativa y tras una breve vacilación, encaminó sus pasos hasta quedar nuevamente frente a ella.

- Me iré, para que puedas pensar.  Aunque ahora no lo entiendas, ni lo creas, yo sí estoy enamorado de ti, de otra forma no te habría contado nada de esto. Lamento todo. Nunca quise hacerte daño. Regresaré por ti, Sofía. Aunque ya no me quieras, yo regresaré por ti.

Sofía parecía inmune a sus palabras de amor y a sus explicaciones, por lo que finalmente salió y ella cerró la puerta.  






El caso 22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora