Detractores de la navidad

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Es increíble como el ser humano tiene la tendencia a adaptarse a toda clase de situaciones bizarras, dejándolas de cuestionar ante la repetición cíclica. Un ejemplo de esto es la Navidad. Una celebración en principio religiosa, que se combinó de forma inexplicable con costumbres paganas de todo tipo.

Parece que los mortales de este lado del planeta tenemos la hermosa habilidad de mezclar, cual ensalada de frutas, la natividad de Jesús, con un gordo vestido de rojo repartiendo regalos, y como si fuera poco, a eso le agregamos duendes, un pino decorado, un pesebre, reyes magos y luces de colores. Claro, eso es sólo a nivel general, además en la parte sur del Continente Americano incorporamos elementos varios como el vitel toné, la mayonesa de ave y la tía que sólo regala bombachas rosas, haciendo la mezcla aún más impactante.

José Navarro Arijón, argentino, santafesino y rosarino, hombre educado en las bondades de las ciencias exactas, sentenció que toda esta mixtura extraña carecía de sentido alguno. Ahí le damos la derecha, no tiene mucha lógica. Por este motivo creaba, allá por el año 1983, una reunión anual para contrarrestar la premisa de dicha celebración. La llamó "La noche de los detractores de la navidad". Yo le hubiera puesto un nombre más pintoresco y contundente del estilo "Metete los duendes adonde no te da el sol", pero por desgracia a mí nadie me preguntó y las volteretas de la vida hacen que yo esté contando esta historia sin poder cambiar los hechos. Intento ser lo más fiel posible a la verdad y a la historia, tanto como mi capacidad intelectual me lo permita, y narrarla tal y como ésta llegó a mis oídos una calurosa tarde de diciembre, entre mate y mate.

Volviendo al relato, nuestro protagonista, Mariano, había tenido un año agotador y triste, o como diríamos por estos pagos, un año de mierda.

¿Qué? ¿Ustedes pensaban que la historia versaba sobre José Navarro Arijón? No, no. Pido disculpas por el malentendido. Él no era más que un viejo amargado, con mucho dinero, que falleció en el año 1995 sin pena ni gloria. La única cosa que merece ser destacada de su miserable vida, es la creación de esta noche particular, que se convirtió posteriormente en un rito riguroso conservado hasta la actualidad, con algunos cambios en su implementación, pero inalterable en esencia.

Con los años este ritual pasó a ser un evento exclusivo para miembros de una sociedad secreta denominada "Los detractores de la navidad". La innegable falta de imaginación de esta gente, es compensada con una organización impecable, tanto es así que el burdo nombre pasaría a ser un detalle sin importancia.

Esta sociedad, compuesta en su mayoría por abogados y médicos adinerados y de clase social acomodada, se encierra cada año en una casona clásica de calle Oroño al 500. Permanecen en el recinto desde el 24 de diciembre a las 18 hs. hasta el 25 de diciembre a las 20hs.; veintiséis horas aislados del mundo en general y de este ridículo festejo sin pies ni cabeza, en particular. Tienen un reglamento riguroso que hay que respetar a rajatabla y antes del encierro cada participante debe firmar un contrato de pautas de conducta y de confidencialidad. La premisa básica es tener una cena normal sin ningún componente navideño que altere la estética visual del lugar y olvidando por completo todas las tradiciones clásicas. No hay árbol, no hay brindis, no hay fuegos artificiales, no hay noche de paz y de amor.

Por esas cosas absurdas de la vida, Mariano, recibió una invitación para participar de dicha reunión. Sí, aunque ustedes no lo crean.

Corría el mes de noviembre y él había hecho una consulta con un cardiólogo por una taquicardia recurrente. El Dr. Rivas tras descartar cualquier causa física o fisiológica, le recomendó una visita a un psicólogo, reconociendo que él no podía hacer nada más por el paciente.

Este es un punto clave en el relato; Mariano podría haber hecho caso a este consejo o incluso podría haberse marchado sin ninguna intención de seguir su indicación, y la historia hubiera sido otra o quizás no habría historia alguna para contar. En cambió decidió explicarle la razón por la que ésto le estaba sucediendo. Tenía el corazón roto, roto de pena. Le contó como su año se había movido entre la mala racha y la mala pata. Lo aquejaba un divorcio conflictivo, tenía algunos problemas en el trabajo, pero lo que más le afectaba era el alejamiento de su hija tras la separación. Anita, su pequeño retoño, la luz de sus ojos, la razón de su existir.

Detractores de la navidadWhere stories live. Discover now