Susan abrió la puerta de mi casa, risueña como siempre.
-Hola, Anna -saludó con una amplia sonrisa en su rostro.
-Hola, Susan, ¿qué tal todo? -le di un beso en la mejilla y esperé a que me relatara su experiencia con el -según ella- inepto plomero.
Pasé al living de casa y me encontré con mi padre, sentado en su gran sillón de cuero, leyendo el periódico.
-Hola, pá -saludé y él bajó las noticias para dirigirme una sonrisa.
-Hola, Anni... ¿qué tal estás?
-Bien...
Mi padre arqueó las cejas incrédulo.
-¿Sucede algo?
-No... bueno, sí -tomé aire-. Esta tarde vendrá James a estudiar matemáticas.
Habíamos quedado en que él me acompañaría a casa desde el instituto, pero yo no tuve las últimas clases, así que con mi escolta acostumbrada de dos agentes encubiertos caminé "sola" a casa.
Papá tragó saliva y asintió levemente.
-No le digas a mamá. Ella tiene reunión esta tarde, y es muy posible que ni siquiera coincida con él en la casa. No quiero que piense nada... -dije algo cabizbaja.
-Si no quieres no le diré. Eres tú la que está manejando todo esto, confío en tí.
-Gracias -respondí con un nudo en la garganta. No podía ser que él confiara en mí para algo así cuando ni siquiera yo lo hacía.
-Aunque sabes que siempre puedes confiar en mí y pedir mi ayuda, ¿verdad?
Le dirigí la sonrisa más amplia de la que fui capaz y me coloqué abruptamente en su regazo para abrazarlo con fuerza.
-Lo sé, ¡gracias! -y le di un beso en la mejilla.
-¿Por qué tanto amor? -preguntó mamá, que llegaba de la cocina con mi bandeja del almuerzo.
-¿Sabes que te casaste con el mejor hombre del universo, mamá? -pregunté a modo de respuesta.
-Bueno, ya es suficiente -dijo mi padre riendo-. Basta de tanta dulzura -y me levantó de su regazo para poder ponerse de pie y saludar como es debido a su mujer.
Saqué mi lengua e hice mueca de asco.
-Pensé que ya era suficiente de tanta dulzura -me burlé.
Mi madre se rió y mi padre volvió a tomar asiento.
Comencé a almorzar con ellos haciéndome compañía. Comenzaron a hablar con ilusión de que Matt vendría esa tarde. Eran tan felices.Cada uno con sus personalidad completamente opuesta a la del otro, pero aún así se las arreglaban para ser una pareja perfecta. Deseé poder llegar a ser como ellos algún día. Pero ahora no ganaba nada soñando. Ahora tenía que mantener la cabeza fría y estar en lo que tenía que hacer.
A eso de las tres de la tarde mi padre volvió a su oficina y mamá corrió a arreglarse para su junta con los socios de su empresa de decoración. Yo, por mi parte, fui a estudiar un poco de matemáticas para no estar tan atrasada cuando James llegara a casa una hora después.
Mis progresos en la materia eran indudables. Ya era capaz de realizar la mayoría de los ejercicios por mi cuenta, y me gustaba tanto sentirme capaz que por primera vez en mi vida, era capaz de sumergirme en el mundo de las matemáticas y aislarme del resto. Tanto que cuando sonó el timbre la primera vez apenas le presté atención.
Mi celular vibró en el escritorio y reconocí un mensaje de James: estaba esperando en la puerta.
Miré a mi alrededor un poco preocupada. Mi cuarto estaba completamente arreglado, no había nada fuera de lugar, por lo tanto, nada que temer. Nada vergonzoso que pudiera salir mal.
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Por un beso
Romance-¡Ya déjalo! -volví a empujarlo lejos de mi novio, más enojada que nunca. Sin embargo, él parecía divertido. -¿Y qué gano yo con eso? -sus perfectos dientes blancos se asomaron bajo su sonrisa burlona. Mi mandíbula tembló, pero en mi voz no se tra...