Agallas

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Sus senos eran tristitos y sus ojos también
sus manos eran rudas y mis palabras también.

En nombre de algo que llamó amor
se atrapó en el ciclón de mi enojo
que arrancaba enramadas,
tumbaba postes de luz,
agitaba caídas de agua y quebraba voluntades.

Fuiste muy débil para pretender amarme, pensé.

¿Débil?- replicó-
cuando menos me atreví,
soy todo agallas.

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