El espectáculo terminó hace ocho horas, pero se terminó para nosotros hasta hace seis horas cuando se realizó un pequeño reacomodo de todo, que se realizaran las fotos del recuerdo, que se desconectaran todas las bombillas y luces. Fue una noche excitante y larga.
Esta mañana me desperté algo más temprano y es que no podía seguir en la cama. Me levanto de mi cama y veo a mi mamá en la suya, extendida, siempre durmiendo con el cabello suelto y aun así usando ropa verde. Le di una mirada de consolación, al parecer si siguió algo afectada por las palabras que dije el otro día y me parte verla lejana. Me levanto para dirigirme a tomar un baño. Aprovecho que aun nadie está despierto y voy hacia la laguna de por allá, se ve relajante y privada. No es más que un pequeño lago, pero con agua limpia y fresca a esta hora de la mañana. Me desvisto y me sumerjo. Me relajo unos cuantos minutos y salgo empapada totalmente.
Cuando me visto, viendo que no hay mucho por hacer todavía a lo que calculo que son las 7 de la mañana, voy a desayunar de una vez. Preparo unos huevos y me sirvo. Se siente bien ser la primera en despertar y almorzar, es como si estuviera totalmente sola.
Poco a poco se van abriendo las tiendas, los remolques y camiones. Aun con sus pijamas entran las comerciantes para preparar el desayuno de todos. Me miran de reojo cuando me ven ya lavando mi plato y se lanzan una mirada de confusión.
-Solo tenía hambre ¿De acuerdo? -Replico y eso los calma.
Avanzo por el sendero. Huele a hule, tierra recién pisada y a aire libre y limpio. Hay un silencio relajante. Hasta que llega alguien conmigo.
-Hey, Rose -Me saluda Henry.
-Hola. Buenos días -Le saludo y noto algunas marcas del maquillaje de anoche aun permaneciendo en su rostro.
-Estuviste muy bien anoche. -Me brinda reconocimiento y sabe que eso me alaga, pero ahora fue diferente.
-Gracias. Ustedes también. Sabes qué, creo que esta vez Penny se robó el corazón de todos.
-¿Bromeas? Tú fuiste la estrella anoche. -Continúa persuadiéndome.
La máquina que levanta los juegos mecánicos hace ruido y llega hasta donde estamos. Ya han despertado todos.
-Deberíamos hacer algo distinto hoy. -Le digo. Llevo bastante tiempo queriendo cambiar con la rutina. Hoy sería un día similar al de ayer. 2 horas de estiramientos y entrenamientos y total aburrimiento hasta las 7 de la noche.
-¿Algo como qué? -Pregunta dispuesto.
-No lo sé, podríamos...
-Ir a la ciudad. -Termina por mí.
He tenido esa idea bastante tiempo, pero no se nos permite salir algunas veces. Al señor March no le agrada que salgamos o que convivamos con las personas de afuera. Aunque sé que, si se lo pido quizá me permita ir.
-Es excelente. Pero primero debemos tener el consentimiento del Señor March.
-No hace falta. Ya lo tengo. -Dice Henry totalmente seguro de sí.
-¿De verdad? -Le pregunto expectante.
Hace como que se inclina de hombros.
-Le dije anoche y me dijo que estaba bien. Que pudiéramos ir los dos y volver al menos dos horas antes de la función.
Me brinca la emoción. Una alegría interior crece. Podremos ir a la ciudad.
-¡Es fantástico! –Exclamo.
-Así que arréglate un poco y nos vemos en la entrada en una hora.
Guiña un ojo y se lo regreso.
Voy dando brinquitos. Cuando regreso al área concurrida trato de controlar mi felicidad porque si se enteran los demás querrán venir y cuando vamos en multitud es algo más escandaloso.
Entro a casa y dentro está mamá poniéndose sus andrajosas telas gitanas. Se levanta y me mira. Le sonrío.
-Hola.
-Hola Rose. -Contesta madre.
Entonces sé que aún sigue dolida. Quizá tenga que hacer algo. Me recuerdo todas las veces que ella me ha brindado su amor y cariño, como me ha formado siempre correctamente, como ha sacrificado y sufrido por mí. Eso me hace abrir un hueco en el corazón y siento remordimiento. No quiero estar así por lo que duremos en esta ciudad. Entonces me disculpo.
-Madre, lamento por lo que te dije la otra vez en la carpa. No te quería sorprender ni ofender. Únicamente trataba de hablar contigo, pero creo que fui algo fuerte y seca. Terminé lastimándote.
A madre se le remueve el alma y junta sus cejas provocando una arruga en el medio. Me mira como cuando tenía 5 años y se sentía tan orgullosa de mí caminando en la cuerda floja de entrenamiento para mantener el equilibrio.
-Oh, mi Rose. Nunca me has ofendido y jamás me lastimarías intencionalmente, yo lo sé. Únicamente estaba algo asombrada aún de que han pasado 20 años desde que te tengo en mi regazo y el verte crecer y tomar una decisión como esa me hace pensar ¿Qué pasó con esos años y días cuando aún necesitabas que te peinaran? Eres una mujer formada y sí necesitas tu espacio. Has hecho todo bien y es lo menos que te mereces. Te amo mi Rossie, siempre serás mi pequeña niña.
-Oh, madre. -Estaba tan bendecida y nos abrazamos.
Nos soltamos después de unos minutos. Madre salió del remolque y me quede sola. Aun recordaba que debía ir con Henry en una hora para ir a la ciudad. Madre me dejo a mi disposición los vestidos que deseara usar y también los perfumes embotellados.
Utilice el peinador desgastado y con las luces alrededor del marco del espejo. Agarre polvos, sombras, cremas, labiales, brochas. Aplique capas de pintura y maquillé mi rostro tan elegante como pude, nada parecido a los maquillajes exagerados y exóticos de mis presentaciones, algo más modesto. Busque en el ropero vestido por vestido. Encontré uno azul marino con cuello V. Me coloque unas medias transparentes y entré en el vestido, después busque unos zapatos y me puse unos azules Mary Jane. Al verme al espejo quedé irreconocible, nadie notaria que fui la mujer que usaba poca ropa en las alturas anoche. Por último, vi la tentadora botella de esencia de rosas. Esparcí por el cuerpo y fui como envuelta en un hechizo.
Salí del remolque y me encontré con Henry. También lucia distinto y vestido más sensual. Permanecí unos momentos más mirándolo, usaba una camisa roja que solo utiliza en fiestas o cumpleaños, pantalones negros y zapatos recién boleados. Se ha deshecho del maquillaje de la cara y se ve más brilloso y atractivo con su mentón redondo y tal lunar por la mejilla.
También él estaba deslumbrado con mi estilo. Me veía bastante coqueta.
Ambos vestidos, nos dirigimos a la camioneta que utiliza el Sr. March para ir a las ciudades y anunciar el circo. Hoy no la utilizaría, así que la podemos utilizar. Subo y absorbo el olor a sol, periódico viejo y cigarrillos. Henry enciende y vamos por el tramo marcado por los autos la noche anterior por el recorrido que tuvieron que tomar para entrar. En la carretera no muestra un toque distinto al del llano donde estamos instalados. Varios minutos después y con la ventana abierta ya vemos algo más de vegetación y una mejoría en cuanto a la carretera.
Nos acercamos más y ya veo un color grisáceo de instalaciones y banquetas. Pasamos por una calzada y vemos todo perfectamente precioso. Varias casas y colonias adornadas muy clásicamente; las banquetas contando con sus bancas donde adolescentes comparten un helado de la heladería de allí; algunos negocios ya están abiertos y permiten la entrada a todas las personas que miran atentamente lo que ofrecen.