IV. La vieja casa de los Kern.

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«Estoy tan nerviosa por ver cómo está aquello... Claro, que tal vez algún huracán se ha llevado la casa volando... Quizás eso sería lo mejor, no sé si estoy preparada ir, ¿pero entonces por qué lo necesito...?», Rose no paraba de darle vueltas mientras caminaba bajo su paraguas.

Riverdown no tenía más de diez calles que recorrían desde el puerto hasta la montaña.

Allí todas las casas eran cabañas de estilo colonial. Y salvo tres o cuatro, ninguna parecía estar habitada.

«Esto es un pueblo fantasma..."

La calle estaba tan oscura que Rose tuvo que encender la linterna de su móvil para poder caminar.

«¿Sólo una farola en cada calle? Estar aquí es como viajar en el tiempo...»

Rose dejó de caminar para mirar el papel donde había apuntado la dirección.

«Parece que es aquí...»

La chica se plantó frente a una cabaña de dos pisos

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La chica se plantó frente a una cabaña de dos pisos. La madera estaba muy desgastada por el paso del tiempo y casi todas las ventanas estaban rotas.

En el porche todavía había dos viejas mecedoras de madera que rechinaban por el viento.

Caminó por el jardín hasta llegar a la parte trasera mientras miraba la fachada boquiabierta.

«Cuántos recuerdos... y cuantas horas jugando en esta piscina. Cómo habría agradecido no haber sido la única niña de la familia...»

Rose se abría paso como podía mientras alumbraba a la maleza del suelo, que llegaba hasta las rodillas.

Lo primero que hizo al llegar a la parte trasera fue sentarse en el bordillo de la piscina.
Aquel lugar daba escalofríos, pero por alguna extraña razón sentía una sensación de paz imposible de explicar.

El agua había cogido un color completamente verde y en la superficie asomaban algunas plantas que brotaban del fondo.

«¿Papá, por qué me has dejado sola tan pronto? ... ¿Qué voy a hacer...?»

Rose estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se dió cuenta del olor que salía del agua.
Era una mezcla muy fuerte de olor a huevo podrido y amoniaco.

«...supongo que siempre tendré a mis amigas, pero todo el mundo necesita una familia.»

Un ruido detrás del árbol puso en alerta a la chica.

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