—No!...no!....Suéltame por favor, ¡Ya no!— Gritó Zara parpadeando cada momento en su cabeza. Se empujó fuera de Stephanie, hasta que su cuerpo golpeó en el suelo de su habitación y se arrastró lejos de la castaña, que despertó ante los despavoridos gritos de la joven chica.
—¿Zara?....— Dijo la mujer soñolienta saliendo de la cama, se agachó en el piso y gateó cautelosamente para acercarse a Zara —Linda, linda escúchame ¿Que sucede?— Preguntó Stephanie en un suave tono de voz.
—Noo!!! No te acerques ¡Ya no! ¡Detente!— La chica se arrastró empujándose con ayuda de sus pies más hacia atrás y chocó con la fría pared.
—¿Zara? Me estas asustando, nena tranquilízate, yo no te lastimare— La castaña tocó el suave tobillo de Zara, pero la chica se zafó y miro a la mujer mientras su cuerpo empezaba a temblar.
—¡Dije que no me toques!— Volvió a gritar.
—Shh..Está bien cariño, solo quiero ayudar, despertarás a papá si sigues gritando— Sugirió la dama haciendo una seña con su dedo en su boca para silenciarla.
—No no ¡Quiero a mamá! ¡Mamá!....— Dijo la chica en un grito agonizante.
—¿Qué está pasando aquí?— Se escuchó al rubio corriendo a la habitación de su hija —¿Stephanie?— Dijo el hombre viendo a su esposa en busca de una explicación.
—N-no lo sé! E-ella estaba bien, pero...d-de pronto se alteró ¿Hunter que está pasando?— Sollozo su bella esposa mirando a la hija de su marido en un estado crítico.
—Zara hija ¡Aquí estoy! Ya ya shhh— Dijo el rubio recogiendo a su pequeña en sus brazos.
—¿Papá? Donde está mamá ¡Quiero a mamá!— Repitió sin cesar la joven con ardientes lágrimas quemando por sus mejillas otra vez.
—¿De que hablas Zara? Mamá ya no está con nosotros ¿No lo recuerdas? Ahora aquí está Stephanie— El hombre se extraño con la pregunta tan incoherente de su hija. La llevó a la cama y la recostó.
—Si cariño aquí estoy para ti— Dijo Stephanie levantándose del piso y se acercó a la chica para acariciar su cabeza.
—¿Bebé que te sucede? ¿Estas bien?— Preguntó su padre sentándose en una esquina de la cama mientras su esposa estaba en la otra.
—¡Ya basta! ¡Ya dejen de preguntar la misma estupidez!— Dijo Zara enojada, sus lágrimas no iban a ser más de dolor, ahora eran de pura furia acumulada. —¿Estas bien? ¿Que te sucede? Vas a estar bien— Los imito molesta —Déjenme sola...¡Ahora!....¡Fuera!.....¿Quiero estar sola?— Grito Zara en pausas alteradas. Mientras volvía de algún modo a la realidad.
—¿Zara?— Dijeron los esposos al mismo tiempo.
La chica los miró con puro enojo en la mirada y tirándose fuera de su cama se encerró en el baño cerrando la puerta tan fuerte que Stephanie se estremeció ante el estruendoso sonido. Paul miró a Stephanie y tomó su mano.
—Steph ¿Que pasó?— Volvió a preguntar el hombre. Todo el comportamiento de su hija se le estaba haciendo anormal.
—Ya te lo dije Paul, no lo sé, ella....— Solllozo la mujer tomando una respiración profunda —Ella estaba tranquilamente durmiendo ¡No lo sé! Fue una pesadilla, tal vez—
—Está bien, está bien amor, tranquila, voy a llamar a un doctor, su comportamiento no es normal, ¿te dijo algo sobre eso? ¿Algo la está molestando?......¿Stephanie?— Llamó el hombre a su esposa distraída mirando la puerta del baño.
—Eehh....— La castaña tartamudeo, no sabiendo que decir —Paul? Ve y llama al doctor, yo trataré con ella, nos dejas a solas— Pidió Stephanie, su marido asintió y se alejo marcando un número en su celular. Stephanie se acercó a la puerta y escuchó a su chica llorar, pensó por un momento que era prudente dejarla sola y solo se quedó ahí acariciando la puerta mientras su corazón se despedazaba por alguna estúpida razón y esa era el amor que nació solo para ser entregado a Zara.
Luego de que la castaña esperara el tiempo suficiente, su esposo Paul llegó informando que el doctor llegaría pronto y que esperaría en la sala. Su esposa solo asintió y lo vio irse de nuevo.
La mujer tomó otra respiración y tocó la puerta del baño para su sorpresa Zara no se resistió a abrir y salir. La chica ya se encontraba en un mejor estado para poder armar las palabras y conversar tranquilamente.
—Aún sigues aquí— Dijo la joven sin ver directamente a la castaña, pero podía sentir la mirada penetrante de la mujer y de pronto eso le molestó ——No no me veas a así— Negó la bonita ojiverde.
—¿Así cómo?— Preguntó confundida la mujer.
—Con lástima, ¡no necesito tu lástima!— Dijo la joven temblando pues los espasmos de esos recuerdos todavía seguían atormentando su mente.
—¡Ya Zara! Todo esto es tan absurdo, ¿Dime la verdad? Por qué sé, a ciencia cierta qué está no eres tú— Stephanie intento posar su mano en el antebrazo de la chica, pero ella se esquivó de su toque.
—¿Absurdo? Crees que ser violada es algo ¡absurdo! ¿Dices?— Grito histérica Zara, sollozos escapaban de ella violentamente. Su estado de paz se había esfumado muy pronto para su gusto.
—¿Q-Qué? ¿Como dijiste?— Dijo la castaña, ella se había quedado casi pasmada de oírla mencionar eso, camino más cerca de la chica y entrecerró sus lindos ojos azules mientras su nariz se arrugaba suavemente —¿Escuche bien?— Dijo Stephanie poniéndose enfrente de la frágil mujer, que casi parecía agonizar.
—¡Mierda Stephanie! ¿Me has escuchado? ¡No miento! ¡Y de nuevo te repito!......¡No quiero tu lástima Stephanie!....¡Estoy harta de que todos me pregunten ¿Que me pasa? O ¿Estas bien?....No pues no! No estoy bien— Expulsó la chica, sus pensamientos se habían derramado ya por su boca. Sus manos sujetaban su cuero cabelludo frenéticamente; mientras sus pies la sostenían débilmente.
—¿Fue esa noche de la fiesta?— Preguntó la mujer recordando la llamada de ambas esa misma noche.
—Si si fue esa— Balbuceó la joven rodando los ojos sobre su cabeza. Fastidiada de recordar esa noche.
—¿Quien fue?— Dijo la mujer viciosa en los ojos de Zara, ansiosa por saber la respuesta. Quería saber quien diablos había sido el atrevido en ponerle las manos encima a su mujer a la que ella alguna vez hizo suya.
—¡No Stephanie ya pasó!— Dijo Zara pasando su mano por su nariz congestionada.
—El nombre ¡Zara Lesveque! ¡Vamos quiero el nombre!— Bufo la castaña enrojecida por el coraje.
—Se llama, él.....— La castaña la miró apresurándola por qué soltara —Alex!— Susurro y de inmediato la dulce joven se estremeció, mencionar ese nombre la hacía sentir que todavía estaba encima de ella.
La mujer se quedó pensativa, había escuchado ese nombre antes —Alex ¿Que?— Insistió en un apellido, y tomó la quijada esculpida de la joven.
Zara negó y derramó una lágrima —Preston— Dijo la castaña y Zara no pudo evitar levantar el rostro a ella.
—¿Lo conoces?— Zara la miró con interrogación, pero la hermosa castaña tenía sus ojos perdidos en la nada. Zara se asustó no supo qué tipo de plan macabro estuviese pasando por esa mente suya —¡Stephanie!— Llamó la chica tratando de que le diera el foco de su atención pero simplemente no funcionó, la había perdido.
—¡Yo tengo que irme!— Fue todo lo que Zara escuchó de ella, para luego verla cambiar a una expresión sumamente diferente, denotando furia.
—¿Te has vuelto loca acaso?— Bufo gruñona Zara hacia la castaña a quien detenía con un agarre en el brazo.
—¡Si! Si ¡Tal vez!— Se jalo la castaña.
—No no, ¡tú no vas a hacer nada! no sabes lo que se siente, ¡no sabes nada!— Le gritó la joven, nuevas lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos —¡¡Esto es tu culpa!!— Dijo Zara en gritos exigidos.
Y si la castaña lo supo, verdaderamente había sido su culpa desde el momento en que ideó el plan para mantener alejada a la chica. Su pensamiento erróneo supuso que estando ella lejos esos sentimientos que sentía simplemente morirían. Pero por una vez en su vida Stephanie Mcmahon se había equivocado atrozmente. ¿Por qué? Pues simplemente por qué no fue así, se dio cuenta de que tener a Zara Lesveque demasiado lejos la estuvo matando durante casi cuatro años. Su corazón y mente insistían locamente por adueñarse de esa mujer.
—¡¡Si hace cuatro años no me hubieras dejado ir, yo....yo estaría bien!! ¡Yo sería normal! Y también si tú aceptaras que realmente sientes algo por mi......Pero eres tan terca, tan cobarde como para aceptarlo!! ¿No es así?.... ¡Dímelo!— Zara lo grito al viento libremente, no importándole la instancia de su padre en la misma casa.
—¡Baja la voz! ¡Eso no fue mi culpa!— Negó la castaña —Yo quería que tuvieras lo mejor, la mejor educación ¿Si entiendes? ¡Lo mejor!— Mintió la bonita castaña.
—¡Basta! ¡Cállate! ¡NO ME HABLES COMO SI FUERAS MI MADRE!— La chica camino lejos de la castaña, otro ataque invadía su cuerpo.
—Hablaremos de esto luego— Dijo la castaña y salió de la habitación perseguida por un 'No' rotundo de parte de la tierna chica.
—¡Mujer! ¡Vuelve acá!— Gritó la ojiverde al pasillo vacío afuera.
En medio del alboroto apareció Paul, listo para tranquilizar a Zara y quedarse con ella acompañándola.
—Shh...El doctor vendrá enseguida hija ¡Tranquila!— Dijo el hombre atrayendo la pequeña cabeza de su hija en su pecho —Todo estará bien— Y besó su cabellera clara —¿Quieres decirme que te pasó?— Sintió la cabeza de hija moverse en negación y decidió no hacer más preguntas.
Zara ni siquiera podía hablar su garganta se cerraba impidiéndole que el aire llegara a sus pulmones.
Stephanie corrió a su dormitorio, tomó una ducha rápida y cambió su bata por ropa de día. Llamó unos contactos que ella sabía que ayudarían y en un dos por tres tenía la ubicación del chico Alex Preston, para su suerte se encontraba en la ciudad a unos cuantos kilómetros. A decir verdad la mujer conocía perfectamente el chico, alguna vez lo vio en persona cuando era pequeño. Resulta ser que el chico era el hijo de un amigo cercano de su padre Vince. Siempre que organizaban fiestas de cumpleaños o familiares ese amigo era invitado y fue donde conoció al chico, que ahora por supuesto era un hombre.
A la castaña le hervía la sangre de la peor manera, su pulso era más rápido de lo normal, tomó sus llaves y en un medio aviso dijo a padre e hija que volvería en unas horas. Los dos la miraron extrañados, pero Zara la miró lamentando haberle dado el nombre, ella si quería venganza, pero no quería que algo malo le ocurriera a la mujer que amaba, no por una tontería. De pronto vio a su padre queriendo detener a su esposa, Zara se detuvo en el marco de su puerta y en unos breves minutos la pareja estaba ya discutiendo y gritándose, supuso que los que ahora necesitaban un doctor fueron ellos. La pelea terminó cuanto Stephanie cruzó la puerta principal, los gritos desaparecieron, quedando solo los suspiros pesados de su padre.
—¡¡Maldita Stephanie!!— Bufo la ojiverde mientras sostenía su cabeza entre sus manos, corrió a su ventana y vio el auto de la castaña desaparecer entre la neblina de la madrugada.