Capítulo 18: Cambios repentinos

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Kate

Siento como Alex tiene una lucha interna sobre si deberíamos dejarnos llevar y permitir que suceda o no. Me mira intentando ver mi expresión o en lo que estoy pensando. Le agarro suavemente la mejilla y cierra los ojos y toca su frente con la mía. Posteriormente le digo: Quiero hacerlo, de verdad.

Alex me mira nervioso y parece muy vulnerable, nunca lo había visto así desde nuestro encontronado aquella vez que le dije que no veía que lo nuestro pudiera funcionar.- ¿Estás... segura?

-Nunca había deseado algo tanto en mi vida.- respondo en tono sensual pegada a su cuello y veo como tensa la mandíbula. De repente me agarra de los muslos y sin darme cuenta los coloca encima de su torso.Estoy ansiosa por saber qué es lo que se siente cuando dos personas hacen el amor.- ¿Has cerrado el...?- pregunto sin casi poder articular las palabras. Por suerte Alex entiende lo que iba a decir.- Eh sí, cerré el pestillo justo cuando tú estabas tan embelesada con esos apuntes.- responde y se ríe. 

Todavía en sus brazos, me lleva detrás de las estanterías para que nadie nos pueda ver. 

Me coloca, aún en sus brazos, contra los libros viejos que hay entre las estanterías. No me habría imaginado nunca que mi primera vez fuera contra los libros de mi autor favorito, Jane Austen. Sin interrumpir nuestro beso busco el bajo de su camiseta e intento quitársela. Cuando por fin se queda con su torso perfecto al descubierto, tira la prenda por el aire y me sale una carcajada de los nervios. Siento en este momento muchas emociones; en primer lugar, tengo miedo de que nos pillen infraganti porque sería el fin para ambos, segundo; que no esté a la altura de lo que vamos a hacer, ya que nunca me he acostado con nadie. Dejo a un lado todos mis pensamientos y decido vivir el momento, porque eso es lo que él me hace sentir, viva. Observo como poco a poco los bonotones de mi camisa blanca con pequeños estampados se van desabrochando y cómo mi falda favorita está por encima de mis muslos, en mi cintura. Alex me besa justo en un punto de la clavícula y me estremezco. Por instinto, me aferro a su musculosa espalda y  dejo en sus manos todo el control de la situación. Cosa que me gusta y siento muy sensual. 

A los diez minutos me muerdo la mano para no gritar una y otra vez su nombre. Él tiene la mirada perdida y está sin aliento. Me siento un poco dolorida pero Alex se ha esforzado en ir con cuidado y se lo agradezco. Nada más que me baja de la estantería, los dos seguimos sin respiración y pega su cuello al mío y escucho el latir de su corazón en mi oreja y se me ponen los pelos de punta justo cuando dice:

-Simplemente, alucinante .-confiesa y me alegro de que le haya gustado, sinceramente sé que habrá estado con chicas con más experiencia que yo y que sabían qué hacer en todo momento pero me siento feliz al saber que no lo he hecho mal.

-Ajá.- Es lo único que consigo articular.

Me da un beso tan lento y tan intenso y tan... que se me eriza todo el cuerpo. Recoge sus pantalones del suelo y se los abrocha. Yo hago exactamente lo mismo que él y me coloco mi sencilla ropa interior. Me miro al espejo que se encuentra en el baño de la misma biblioteca y compruebo mi rostro, juraría que no soy yo la que se refleja en él, me veo tan distinta... Mis labios están más carnosos e hinchados de lo normal, mis mejillas están totalmente rojas y mi mirada es salvaje. Nunca pensé verme así pero me gusta mi nuevo aspecto. Me retoco un poco el maquillaje que se me había corrido por debajo de los ojos, cosa que odio porque hay veces que me recuerdo a un oso panda y me peino mi cabello despeinado con los dedos. Alex se apoya en la pared detrás de mi y no me quita el ojo encima, se ríe, suspira y mira para otro lado. Me giro para mirarlo con una ceja enarcada y digo:

-¿Qué es lo que tiene tanta gracia, profesor?- pregunto y veo como su sonrisa se intensifica más aún.

-Nada, alumna. Simplemente que eres preciosa, y que estoy loco por ti.-responde y se acerca a mi y me agarra de la cintura. Entierro mi cabeza en su pecho y respiro la fragancia desvanecida de su colonia. Cuando nos miramos puedo ver en sus brillantes ojos azules que le ocurre algo, antes de preguntarle como si me leyera el pensamiento añade.- Te... eh... Bueno, ¿te ha gustado?-dice algo preocupado, me examina con los labios un poco abiertos esperando mi respuesta.-  He intentado hacerlo despacio para no hacerte mucho daño.

- No te preocupes, no me ha dolido mucho. Y no me ha gustado.- digo y veo como se empieza a desmoronar, entonces suelto una risotada y añado pegada a sus labios.- Me ha encantado, espero a la siguiente vez.- Alex suspira aliviado como si le hubiera quitado un peso de encima. Me acaricia con los dedos un mechón de pelo y empieza a jugar con él.

-Y ¿te encuentras bien? ¿Te duele?- pregunta otra vez y de forma rápida.

-Sólo un poco pero estoy bien, no te preocupes.- La verdad es que me duele bastante, para que le voy a engañar, todo el mundo dice que cuando pierdes la virginidad tiene que doler todo el cuerpo, es algo que no voy a poner en duda. También la gente dice que ves la vida totalmente diferente, es decir, con una perspectiva distinta, y en eso al menos en mi caso se equivoca. 

A los minutos recojo todos mis apuntes de Economía y los meto en mi mochila, además de mis libros y todas mis cosas. Cuando ya tengo la mochila bajo el brazo, como si no hubiera pasado nada detrás de las estanterías, le pregunto a Alex qué es lo que va a hacer ahora. Mira el reloj de su iphone y me responde a los segundos:

-Dentro de exactamente veinte minutos tengo que entrar en clase.- dice sonriéndome de forma pícara, y me sonrojo al instante y agacho la cabeza, mirando a los baldosas del suelo.-  ¿Y tú que vas a hacer?

-Me voy con Dani para casa, estas últimas horas han faltado algunos profes y prefiero quedarme en casa estudiando, ya que en la biblioteca tengo demasiadas distracciones. -digo y le agarro del cuello de su camiseta azul medio arrugada. Todavía me acuerdo de cuando la tiró al suelo cuando estábamos... Para mis adentros sonrío con timidez y Alex me da un último beso y me pregunta por enésima vez si estoy bien, a lo que yo le respondo que sí y a los pocos minutos regresa a clase y yo todavía con la mochila al hombro me dirijo hacia la puerta y salgo por el edificio. Me encuentro en la puerta a Danielle con los auriculares puestos esperándome. 

Una y mil veces túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora